Aquél nerviosismo tan característico de su raza era algo que complementaba al hecho de que me gustase tanto. Todo, era un conjunto. Su carácter reacio a entregarse totalmente a un humano así como así, aquella forma en la que se movía, casi flotando, con una elegancia única y totalmente inigualable. Y lo que más me gustaba era aquél carácter que dejaba para las personas que querían acercarse realmente a él, como yo. Aquél carácter dulce, simpático, incluso juguetón. Disfruté de la suavidad con la que se movía, observando como lentamente se iba soltando, como iba perdiendo la desconfianza. O éso quería creer. Le pedí galope ahora, presionando apenas mis piernas, sujetándome bien sólo por si acaso. Sí, seguía siendo algo peligroso el hacerlo a pelo, considerando que era un árabe que había tenido poca oportunidad de tratar con personas, un árabe joven y lleno de los nervios de potro. Sin embargo, la tentación de probar su galope, de disfrutarlo fue mayor a cualquier otra cosa. -Eres perfecto, Sadik. Totalmente perfecto- le dije suavemente, de manera dulce.
Clup Hipico