Boxes del establo

Después de unos minutos conseguí tranquilizarme un poco y me erguí.Me limpie un poco al cara y respire hondo con los ojos cerrados. Mire a Layla un poco más calmada, aunque en mi rostro aun se podía reflejar la pena por la muerte de Catoki. - Gracias Layla... supongo que necesitaba liberarme y llorar. - dije con la voz aun baja.

-Siempre es necesario- y la propia experiencia me lo decía. Guardar los sentimientos no era nada bueno, al menos a mí me había resultado totalmente contradictorio la última vez que lo había hecho...una ocasión que en definitivo no quería recordar para nada. Me mordí el labio con fuerza y le di un cariñoso apretón, para después dar un paso hacia atrás. -Bueno, todo pasa- y aquello también me lo dictaban las anécdotas por las que había pasado yo con anterioridad.

La escuche atenta, intentando hacer caso a sus palabras y pensar que ya todo había pasado y que tenía que seguir adelante. Aún no era capaz de borrar del todo la tristeza de mi rostro pero por lo menos ya respiraba más tranquila y sosegada. Me acerqué a la plaza de Catoki y la saque. La mire apenada y apreté fuerte mi mano conteniendo la tristeza. La guarde en una pequeña bolsa y luego la miré.
-Creo que me vendrá bien andar un poco -dije mirándola con una pequeña sonrisa y yéndome lentamente - gracias -volví a repetí y fui rápido hacia la gran pradera

Dejé que el humano me cepillara.
Solté una pequeña sonrisita mientras observaba curioso lo que serían los establos.
Relinché levemente agradeciéndole al humano lo que había echo al traerme y comencé tranquilo a comer.

Al llegar a los establos con Sombra la dejé en su box por unos momentos para que comiese y bebiese agua si quería, mientras iba al box de Pampa. Al entrar, lo saludé con abundantes caricias. - Hola Pampita -sonreí, mientras buscaba alguna golosina para darle. Finamente encontré unos terrones de azúcar y se los ofrecí. Lo cepillé minuciosamente, sacando cualquier rastro de polvo o suciedad. Luego, me quedé un rato con él acariciándolo, hasta que le coloqué la cabezada y lo saqué del box. Al ver a Layla sonreí, mientras iba también a buscar a Sombra y sostenía los ramales de ambos caballos, listos para ir al prado un rato. Me acerqué a ella luego de que Yaiza se hubiese ido, pues no quería interrumpir, y deposité un suave beso en su mejilla de forma pícara- ¿quieres venir? -invité, señalando a Sombra y Pampa- vamos al prado para descansar un poco -sonreí un poco más y esperé la respuesta antes de partir.

-¡Ethan!- exclamé con la misma alegría de una niña pequeña que abría los regalos de Navidad tras pasar la noche entera en vela, a la expectativa. -Claro que iré- afirmé sonriendo de oreja a oreja, bastante feliz y dichosa de tenerlo ahí a mi lado por más estúpido que pareciera. La acampada me había acostumbrado a tenerle ahí, cerca siempre que lo quisiera...o necesitara. Y en la ciudad aquel dulce sueño no podía concretarse, sin duda, lo que me hacía disfrutar al doble todo el tiempo que pasaba con él. Intenté tranquilizarme, cosa que logré con algo de éxito. -Vamos- reí levemente.

Tenia muchas ganas de salir y Anita no estaba empece a darle golpes a la puerta de mi box y a relinchar fuertemente mi puerta del box está reforzada así que opte por abrir el pestillo de la puerta una vez abierto me encontré que había otro pestillo cerrado con lo que no podía salir.

Al llegar a los boxes desmonté luego de que Edward lo hiciera. Le sonreí y cepillé a Chip con esmero, dejándolo totalmente reluciente. Limpié sus cascos y luego fui a buscar las bridas, colocándoselas, pero con la idea fija de montar a pelo. Observé a Edward y me acerqué a él, dándole un corto beso. - Luego nos vemos, ¿sí? -le sonreí y fui dónde Chip, dándole unas golosinas- ¿vamos, pequeño? Tengo muchas ganas de hacer una ruta contigo, dicen que es genial, se va por toda la costa. ¿Verdad qué suena bien?

Relinché con suma alegría y entusiasmo, luego de disfrutar de la cepillada y las golosinas.
- ¡¡Vamos, vamos, vamos!! -grité con ganas, esperándo algo inquieto a que montara sobre mi lomo.

Me reí un poco y monté con rapidez, tomando las riendas y presionando mis pies levemente para indicarle que caminara, para luego de salir de los boxes ir trotando para comenzar la ruta, ansiosa por pasar ése momento con Chip.

Observe sonriente como Carol y Chip marchaban.
Esbocé una leve mueca algo graciosa y sin nada entretenido que hacer ya que Caroline había marchado, decidí dirigirme a algún prado para pasar un tiempo conmigo mismo.

Después de descansar me levanté y me sacudí como si fuera un perrito.
Observé como caballos y humanos entraban y salían felices mientras tanto yo estaba encerrado en mi box sin nada que hacer.
Refunfuñé algo triste y resoplé.

Llegue con Cariba y me acerqué a Taloubet. Lo miré sonriendo y dije.
-Hola Taloubet -dije con un tono suave mientras sacaba unos tarrones de azúcar de mi bolsillo. -¿Sabes que? Te he comprado -dije soriendo , mientras comtemplaba su noble porté.

Volví a los boxes, pues no tenía mucho que hacer. Me quedé descansando un rato, aunque tenía mucho energía, como siempre, pero me sentía vagamente mareada, seguro por el calor, así que me tumbé en el lecho de mi box.

Al llegar a la Hípica fuimos a los boxes. Dejé a Chip fuera de su box mientras cambiaba el lecho, sacando la carretilla con el sucio hacia fuera y colocándole nuevo, abundante. Le llené el comedero con una ración especial y también el bebedero, yendo luego hacia él. - Así creo que estarás más cómodo -aseguré, mientras dejaba su equipo en el guardarnés y volvía con los cepillos. Le dí una ducha rápida para quitarle cualquier rastro de arena o sal y luego lo cepillé, desenredando sus crines y limpiando sus cascos, engrasándolos luego- bien, creo que ya estás listo -anuncié, guiándolo hacia su box. Le dí unas cuantas golosinas y le dejé otras en el comedero- nos veremos mañana, ¿sí, precioso? -sonreí y lo abracé antes de irme, con algo de pesar, pero sabiendo que me vendría bien descansar.

(Hacemos como que pasa un día, para no esperar, jeje ^^)

Disfruté mucho aquél día y no estaba tan cansado, pero opté por dormir, a pesar de que Carol se fue, confiaba en verla temprano mañana.

*Al día siguiente*

Desperté, algo torpe, comí toda mi comida y me bebí casi toda el agua. Esperé pacientemente a que Carol vieniese por mi.

Al llegar a la Hípica lo hice con energías renovadas, deseosa de pasar el día junto a Chip. Aprovecharía para sacarlo a entrenar un poco, para conocernos mejor y luego seguramente saldríamos a pasear a algún lado, como recompensa por el entrenamiento. Me acerqué a los boxes trotando, con ansiedad y felicidad fácilmente reconocibles. Fui directo al box de mi caballo, saludándolo con unos dulces. - Hola precioso -dije, con voz dulce y suave, entrando a su box y abrazándolo de forma inevitable- ¿cómo estás? te extrañé mucho -admití, acariciándolo y dándole luego un besito en el cuello- tengo muchas ganas de que vayamos a entrenar -admití, mientras pasaba mi mano por su pelaje- luego podremos ir a pasear. ¿Te parece bien? -pregunté, mientras lo sacaba de los boxes con entusiasmo.

Relicnhé feliz al ver a Carol llegar. Le devolví el abrazo, acepté y degusté con mucho gusto las golosinas, y tenía tantas ganas de entrenar como ella.
- Vamos, vamos ahora -pedí, mirándola a los ojos con una gran sonrisa.

- Tranquilo -pedí entre risas, mientras iba a buscar su equipo. Al volver del guardarnés, lo ensillé, usando una brida suave y una silla especial para salto. Al terminar, le sonreí y le dí unas palmaditas- ¿listo? vamos, entonces -sonreí y lo saqué del box con paso animado, rumbo a los picaderos de salto, mientras iba ideando en mi mente un buen recorrido.

Casi salgo disparado cuando me sacó del box, pero contuve la ganas y la seguí a paso animado hacia la pista.

el cuidador me puso una manta y me vendó mi pata mala, al terminar me acerque al comedero y comí avena, después heno y bebí agua, saqué la cabeza fuera de la cuadra para ver si pasaba algo interesante hoy.

Allí seguía yo sin nada interesante por lo que pasar. Suspiré y comí un poco, a continuación bebí y relinché levemente mientras me tumbaba en el lecho del box preguntándome para que estaba allí si al fin y al cabo nadie se ocuparía de mi.

Entré junto a Pablo a los establos y me dirigí con una sonrisa hacía Cybele y Démeter - Hola pequeñitas! - Las saludé entusiasmada , - Quereis salir? - Les pregunté cariñosa mientras acariciaba suavemente el pequeño morrito de Démeter .
Las dos asintieron a la vez asi que surgió en mi una sonrisa . Me dirigí a por sus cepillos y equipo . Entré en el box y las cepillé a las dos suavemente pero con esmero, le puse el equipo a Cybele y enganché un ramal al cabezal de la pequeña potrita . Después esperé a que Pablo estubiera listo para salir .

Podía jurar que si seguía más tiempo allí, moriría de aburrimiento. Sin mencionar lo mucho que odiaba estar encerrada en ese box. Pero lo trataba con cariño al abrir la puerta, y no romperla. Eso hice, entonces, y me escapé a bagar por algún lado.

Me acerqué a Taloubet. Lo miré sonriendo y dije.
-Hola Taloubet -dije con un tono suave mientras sacaba unos tarrones de azúcar de mi bolsillo. -¿Sabes que? Te he comprado -dije soriendo , mientras comtemplaba su noble porté.