Ensanché mi sonrisa al oírlo. - ¡Seguro! -me encogí de hombros, con cierta curiosidad- siempre que necesites algo, lo que sea, puedes contar con mi ayuda -informé amablemente, cerrando bien la puerta del box de mi preciada yegua, depositando un beso sobre su frente y despidiéndome con dulzura de ella- por cierto... ¿a dónde irás ahora? -me percaté que no sabía dónde se alojaría, no le había preguntado- si vas para la cuidad podemos ir juntos -a juzgar por la hora, no era agradable la idea de volverse solo, peo tampoco era que le rogaría acompañarme, simplemente era una idea.
Clup Hipico