Frené en seco, despidiendo una nube de tierra y polvo, al ver a aquel caballo tordo allí, mirando. Me acerqué a él a paso activo, seguro y elegante.
- Hola -saludé alegre y un tanto orgullosa- ¿quién eres? -pregunté con curiosidad.
- Hola -saludé alegre y un tanto orgullosa- ¿quién eres? -pregunté con curiosidad.