Pista de Cross.Exterior

Me dirigí a un circuito fácil, tenía en su mayoría saltos pequeños y apenas había uno de 80cm, esperaba que no supusiera problema alguno.
Monté a Monse con cuidado y de nuevo di un par de vueltas para que se acostumbrara antes de saltar. Una vez que terminé, la conduje hasta el primer salto, uno bajito como de 45-50cm. Procuré no forzarla, pero sí le pedí que saltara lo más cerca que le fuera posible. Lo saltó más o menos de lejos, y la noté nerviosa por lo que decidí dejarla descansar. La conduje al prado norte a pastar y de paso a descansar yo.

- Chist, necesito relajarme -me quejé- no lo puedo evitar... -admití con algo de enfado.

Llegué con Montse a practicar de nuevo, para lo que elegí el mismo circuito "para principiantes", aunque no tuviera un cartel parecía estar diseñado especialmente para nosotras.
-Muy bien. Saltemos de cerca, ¿sí?-recordé. Di un par de vueltas a manera de calentamiento antes de dirigirnos hacia los obstáculos.

En la primer vuelta fui al galope tranquilo, elástico, ágil y flexible, pero atento y activo, con constante posición en la cabeza.
Al primer obstáculo aceleré apenas, pero aumenté las zancadas a modo de tener un mayor impulso. Salté bastante cerca, mejor que antes, aumentando la velocidad hacia el segundo obstáculo.

Solté un suspiro de alivio y me relajé en la silla, aflojando las riendas un poco para darle algo de libertad. La ayudé a saltar cerca con las riendas.

Al segundo llegué con más impulso, pero más tranquila aunque mantuve un buen ritmo en mi galope, regular y con bueno aires, lo mismo que al saltar. Noté como Layla me cedía rienda lo que me fue en parte un alivio, puesto que soy suave de boca.

Al verla relajarse soltando las riendas las aflojé un poco más, esperando que fuera de ayuda. Saltaba precioso en verdad, aunque sentía que el cross no era lo mío sí lo era para ella, lo que me hizo feliz.
Le acaricié el cuello y la guié al tercer obstáculo.

El próximo obstáculo era un salto, apenas más alto que los anteriores, pero seguido de una cuesta abajo. Aceleré hasta éste, pero antes de saltar fui ensanchando las zancadas y aminorando la velocidad, de modo que, al aterrizar, sin necesidad de bajar el cuello, manteniendo la cabeza alta, pude bajar la colina al galope bien controlado. Antes de que terminara la cuesta, pegué un pequeño salto hasta el suelo, para ganar velocidad e impulso.

Era una poni muy lista, lo que me dejó boquiabierta. Dejé que ella guiara el camino, a lo visto no era la primera vez que lo hacía. Me limité a acompañarla en los saltos estirando los brazos para no serle incómoda mientras ella saltaba.

Me sorprendió y agradó mucho la flexibilidad y relajación que suponía en la mano. Realmente era aliviadero, al menos durante los saltos, mientras no fueran colinas que iban muy empinadas. De cualquier forma, era un circuito simple, por lo que eso no sería un problema.
Seguimos unos tres saltos más, luego unos troncos, que suponían algo más de altura, así que acorté apenas la longitud del galope y aumente la velocidad, exagerando un poco y viéndome obligada a adelantarme al salto, pero llegué sobrada del otro lado. Ahora se venía el agua.

La felicité detrás de cada salto con una caricia en el cuello. Cuando nos dirigmos a la ría, tomé las riendas con fuerza pero las mantuve flojas para que pudiera hacer con ellas lo que quisiera. Yo no ordené nada, dejé que su instinto aflorara...claro que la retendría de ser necesario, pero al ser tan...buena saltando, no creí que fuera necesario en realidad.

Me entusiasmé al bajar de un salto al agua. Galopé con más fuerza para no perder velocidad. Salté, elástica y algo sobrada hacia fuera. Sólo nos quedaban unos troncos más. Aceleré, al galope tendido y salté bien sobrada, me preocupé, al darme cuenta, por mi amazona.

Perdí un poco de mi equilibrio, pero usé las piernas para recuperarlo.
-Estoy bien-mascullé. La conduje hacia los troncos, los últimos obstáculos ya. Estaba disfrutando una barbaridad, para ser sincera, por lo que me entristecí un poco al ver el final del circuito.

Salté normal, ya relajándome, buscando que mi jinete siguiera sobre mi lomo. Al final, galope un tramo y comencé a frenar hasta el paso.

Desmonté cuando terminamos el recorrido, en parte para desentumirme. Le di una zanahoria que me quedaba por ahí cerca, como felicitándola.
-Lo haces de maravilla-observé, acariciándole el morro.-Pronto será tiempo de buscarte un dueño-esbocé una media sonrisa.

Me sentía muy conforme con aquella chica. Puse mi cabeza sobre su pecho, con cariño. Estaba feliz de haberla conocido. Relinché suavemente, apartándome de un saltito.

Le sonreí a la poni. Era muy tierna, también, además de inteligente y buena saltando.
-¿Quieres descansar, o damos otra vuelta?-sugerí, dándole a escoger.

Quería que me entendiera. Me entusiasmaba la idea de un dueño, siempre y cuando fuera como ella.
Opté por descansar, puesto que todo el santo día estuvimos practicando, y pude notar que comenzaba a oscurecerse el cielo. Relinché a la salida.

-Muy bien, te meteré de una vez a tu box para que duermas, pero primero una ducha-sonreí. La conduje de las riendas a las duchas, pues había sudado.

Nada mal me vendría una ducha, ciertamente. La seguí con tranquilidad, me sorprendía de mí misma.

En el camino al picadero, poco antes de llegar, se cruzó un perro, ladrando. Salí disparada como una bala, con la cabeza bien alta y las orejas pegadas a mi cráneo. Cuando el perro se acercó, bajé el cuello y le aticé una patada, que le dio al aire. Entre patadas y corridas, terminamos llegando en un minuto a ala puerta de la pista, donde frené.

Gracias al cielo pude mantenerme sobre la silla, sin perder el control de mis nervios. Me sujeté bien con las piernas y la dejé hacer lo que quisiera, si la forzaba probablemente la lastimaría ya que no tenía mucha experiencia con caballos mostrando su lado salvaje
Nos mantuvimos quietas durante un minuto, hasta que di la orden de calentar un par de vueltas a trote, cambio de mano, paso y galope.

Me costaron los cambios de mano al galope, no recordaba muy bien eso, pero fue lo único. Lay era muy buena amazona, al menos, como para mantenerse sobre mi lomo de yegua loca.
Fui resoplando la última vuelta al galope, al terminarla me calmé un poco.

-Luego practicamos cambios de mano-prometí. Ésta vez elegí el mismo circuito, pero al final añadí un oxer. Bajito, unos 40cm...pero lo ancho era lo difícil. Lo coloqué al final, a una buena distancia del resto para poder calcular bien la distancia.

Hice, hasta antes de la cuesta, todo el recorrido exactamente igual que ayer, sólo que un poco más acelerada, tenía mucha energía ya que acababa de salir de mi box. Salté de cerca el obstáculo seguido de la cuesta abajo, pero muy sobrada, por lo que me costó el aterrizaje y sentí un tirón en las patas. Pero seguí, hacia la ría, aumentando las zancadas de mi galope para, al llegar, desacelerar y bajar con un salto elástico, apoyando rápidamente las manos sobre el agua.