Danco
Me soltó.
Sin dudarlo, empecé a correr por aquello a lo que llamaban pista, en ese momento, ansiaba que estubiese mamá para verlo,para verme.
Mi velocidad era impecable.A galope tendido, me desplazaba por la pista como si de un águila surcando el cielo se tratase, notaba la brisa y la velocidad en mi cara. Desde ese momento supe, que era la velocidad lo mío.
Ya más tranquilo, pero, por supuesto, sin estar cansado, troté por la pista y con la cabeza gacha, oliendo quienes habían sido los que antes habían estado allí. De vez en cuando miraba para arriba, intentando oler el aire, aire puro ya gastado por respiraciones de caballos fatigados o quizás alegres devido al entrenamiento.
Cuando me cansé de investigar, me puse al lado de Él, espiándolo a mi manera; ésta consistía en seguirlo e ir oliendo todo aquello que tocaba o iba colocando, el caso era de que no se percatase de mi existencia, pero claro, al tener ese porte medio árabe que tenía, mis pasos eran tan alegantes, que raramente no se daban cuenta de mí.