Boxes del establo

Estaba tan ensimismada en mis propios pensamientos, hilando mis ideas, que aquella voz me sobresaltó un poco. Me apoyé en el lomo de Soy para no caer de cabeza, y cuando tuve tiempo para pensar, intenté identificar el dueño de aquella voz. Me parecía extrañamente familiar, como de un...¿era Ethan?
Sentí un chorro de agua fría correr a lo largo de toda mi espalda cuando miré de reojo al chico, quien se acercaba con una sonrisa. Al principio me costó creer aquello, especialmente cuando le escuché felicitarme por mi cumpleaños. ¿Qué acaso no tendríamos que habernos olvidado el uno del otro y hacer como si nada hubiera pasado? Sin embargo, incluso recordaba la fecha exacta.
Fruncí el ceño y me digné a girar la cabeza, respondiéndole aquella sonrisa con una de las más radiantes por mi parte.
-Eh...gracias...-añadiría algo más, pero realmente me había quedado seca. Antes, su comportamiento era frío y hostil, incluso era de esperarse que hubiera sido peor y que mencionase por un "feliz cumpleaños" por simple cortesía. Pero no era así. ¿A qué se debería el cambio tan súbito? Acallé todas las preguntas que comenzaban a formularse en mi mente y me quede ahí, como tonta, esperando a que algo interesante sucediera, pero sabía que en realidad no llegaría a pasar nada.
-Felicidades, ganaste el concurso de 80cm- esbocé una media sonrisa de lo más sincera, al menos en lo posible para la ocasión.

Dirigí mi mirada por unos momentos al box de Wild, lamentaba no poder sacarla yo, pero después de todo no era mi yegua ni mucho menos. Nuevamente observé a Layla, ensanchando mi sonrisa. Sería mejor ser amigos, a pesar de que hubiera deseado otra cosa, tenía claro que no era momento. Además, aunque dudaba que fuera cierto aquello que me había dicho sobre que estaba conmigo únicamente para recordar a su ex ahora estaba un tanto desconfiado en ese sentido. -De nada-respondí apoyándome en la pared del box. -Lo sé, realmente me hizo muy feliz esa noticia y más considerando que era el primer concurso de Sombra. Lo hizo realmente genial- mascullé mientras dirigía mi mirada hacia Afri. -Felicidades a ti también, te fue muy bien. No era para menos, tanto tu caballo como su amazona son geniales... Bueno; ¿qué tal lo estás pasando en tu cumpleaños? ¿No piensas organizar una fiesta? ¿Algo?-inquirí, enarcando una ceja.

Relinché mirándolos a los dos, noté algo de dureza entre ellos o Tensión .
Me preocupé, siempre los ánimos entre ellos estaban bien, no quería entrometerme en sus vidas, más, siendo un.. ¿Caballo?.
Resoplé fuertemente, mis ganas de estirar las patas eran increíbles, nadie se había presentado a la carrera, y no pude disfrutar mucho, refunfuñe y rompí la puerta a patadas, cuando estaba lo suficiente rota como para poder pasar, lo hice.
Miré a mi alrededor y meneé la cola, empecé a caminar y a estirar las patas cada ves que las movía.

-No, la verdad es que no. No planeé nada con tiempo, y no me gustan las cosas de un día para otro-me encogí de hombros, restándole importancia a aquello.-Con un feliz cumpleaños, me doy por servida- sonreí algo tímidamente, intentando digerirme aquello. De nuevo, eran tan amable y gentil como antes, lo que no me entraba en la cabeza. Sabía que le había herido, lastimado de por vida, pero al parecer ya lo había olvidado.
En mi interior me alegré que no fuera tan rencoroso, al menos eso parecía por ahora. Quise sacar un tema, pero no, nada venía a mi mente. Nada quedaba por ahora, no ahora que quería hacer lo posible por evitarle, herirle o lastimarle aún más.
-Soy más grande que tú-alcé una ceja, soltando una leve risa ante aquel dato. No me sentía de diecinueve, para mí seguía teniendo dieciocho, pero sabía que era una percepción que se llevaría el tiempo...igual que las heridas sanaban, o al menos eso pensé.

-Es que es mejor planear bien las cosas- comenté, coincidiendo en ese sentido con ella.
Las cosas que salían de un día para otro acababan mal ya que había que planear y pensar todo con mucho tiempo de anticipación. Me reí ante su comentario y negué con la cabeza, haciéndome el ofendido. -No será por mucho tiempo, eso te lo aseguro. Además, sigues siendo más pequeña en cuanto a estatura- me reí de una manara burlona mientras ladeaba la cabeza, observándola con cierta fijeza.

-Pero eso es normal, tampoco voy a se una giganta- fruncí el ceño e hice gesto de niña pequeña enojada, para después reírme. Estiré la muleta cuanto pude y le corté el paso a Wild.
-A tu box-me quejé. Le puse el ramal como pude y la metí en su box, el cual era amplio. Estaba bien cuidado gracias a los mozos que pasaban diariamente a limpiarlos, así que no me molesté en arreglárselo. Después de todo, tal como estaba, poco podría hacer.
-Te sacaré cuando pueda, bonita-prometí, dándole una zanahoria.
-Quizá no por mucho, sí-dirigí mi mirada hacia Ethan. Tuve que apartar mis ojos sobre los suyos casi al instante, no podía mantener la mirada fija sobre él ahora. Me mordí el labio, maldiciendo en voz baja, pero sabía muy bien que las cosas jamás pasaban del mismo modo dos veces, y que además después de lo que había hecho en un momento de escasa lucidez lo había llegado a estropear todo. Fruncí el ceño, rompiendo la barrera de pensamientos que comenzaban a formarse en mi mente e intenté recuperar el equilibrio sobre aquellos finos puntos de apoyo que venían siendo las muletas.
-Odio ésto-refunfuñé, clavando mi vista sobre el yeso que inmovilizaba mi tobillo con perfecta rigidez.

Me sorprendí ante esa cosa extraña, me quejé con un suave relincho y volví con las orejas hacia atrás a mi box -Mas te vale que si!- Dije relinchando

Llegué a los boxes, con la esperanza de que Zicab estuviera mejor. Llegué a su box, le saludé y le di varias zanahorias.

-Hola pequeño, como estás?pregunté mientras le quitaba las vendas para ver su herida.-Parece que ha mejorado un poco! me alegro! de todas formas vamos al veterinario y después daremos un paseo vale?-dije dándole varias palmaditas en el cuello.

Cogí las vendas nuevas, le limpié la herida y se las puse. Le até el ramal, lo cepillé bien y lo saqué del box para llevarlo al veterinario.

Volví del veterinario con Zicab y lo dejé en su box después de haberle limpiado mucho el box para que no hubiera mucho riesgo de infección en la herida y le dejé agua y comida, también algunas zanahorias que no duraron mucho (xD).

Salí del box y ví al fondo a una yegua árabe. Esta raza me fascinaba y decidí acercarme.

Creo que he oído que estás en venta. Le diré a Mr Galoguey que te compro. Eres preciosa. Le acaricié un poco en cuello y vi que tenía mucho polvo.

me gusto que una persona tan amable me acarciara pero en mi interior estaba casi que me moria de miedo

Pensé que era mejor hacerme un poco más amiga de ella, ganarme su confianza. Le di un terrón de azúcar y fui a buscar un cepillo para quitarle el polvo que tenía.

-No tengas miedo pequeña, no voy a hacerte nada-le dije casi susurrándole al oído

azempe el terron de azucar y muy nerviosame fui al fondo de mi box

Volví con el cepillo, abrí lentamente el box, sin hacer mucho ruido para no asustarla. Saqué otro terrón y se lo di a medida que me hacercaba. Le pasé un poco el cepillo, dejé que lo oliera un poco, para que supiera que no era peligroso y después ya se dejó cepillar tranquila.

me gustaba esta chica pero algo me decia que tuviera cuidado

Después de cepillarla a conciencia para quitarle todo ese polvo y hacer reaparecer su capa torda original, decidí coger uno de los ramales rosas que tenía y sacarla a dar un paseo, para que estirara las patas. Le até el ramal con cuidado y delicadeza, la saqué poco a poco del box y nos fuimos a dar un paseo, pero antes pensé también en el pobre Zicab, que también necesitaba un paseo, así que decidí que se conocieran, ya que iban a compartir dueña y sacarlos a los dos.

me mostre reacia pero tenia ganas de jugar y me agache poniendo mi cabeza debajo de sus piernas y la empuje y se quedo boca abajo en mi lomo yo relinche riendome

Me reí a carcajadas, fue algo inesperado, le acaricié y me bajé con cuidado, casi no podía respirar de la risa. Cogí un ramal y saqué a Zicab. Me los llevé a los dos a la playa.

me fui detras de ella pense esta chica se a ganado mi corazon

-No, giganta no... Sin embargo eres bastante pequeña- exclamé con un gesto burlón mientras le miraba con una sonrisa torcida, cruzándome de brazos. Observé como Wild obedeció sin rechistar a Layla y aquello no me sorprendió en lo más absoluto. Después de todo ella estaba hace un buen tiempo en la Hípica y suponía que debía de conocer a todos o a la mayoría de los caballos que allí estaban y también a sus dueños. Y además, como si fuera poco, sabía que tenía una gran conexión con los animales, por lo que la mayoría de los de allí deberían de amarla. No era para menos, después de todo. En cuanto la vi moverse un poco me encargué de sostenerla para que pudiera hacerlo con facilidad. No quería presenciar otra caída de ella nunca más, y todavía me preguntaba que habría hecho para hacerse tal herida. -Creo que te enseñará a ir con más cuidado de ahora en más, ¿verdad?- pregunté alzando una ceja, sonriente.

-No soy para nada una pequeña-me quejé, convirtiendo mi mueca en una sonrisa divertida. Aquel gesto suyo de amabilidad me dejó helada hasta las venas, pero intenté pasar por alto aquel detalle.- Mi estatura es bastante razonable. No es mi problema que seas más alto de lo normal- le dediqué una sonrisa burlona, escuchando el relincho de Wild. Sabía que era una queja suya, conocía a esa yegua tan bien que podía decir que quería correr una y otra vez, de ahí deduje que no se habían podido presentar a la carrera con Nahiara.
-Y sí, tengo que cuidarme más ahora- "ahora que estoy tan distraída que no sé por dónde camino", pensé, pero no lo dije en voz alta. Estaba de más decirlo, a como era mi humor actualmente, por lo que guardé silencio y observé a Anita salir con Yaki de su box.

-Oh, vamos. No seguiré hablando sobre el tema, pero sabes bien que eres prácticamente una enana. En cambio, yo sí tengo una estatura increíblemente normal. Por lo tanto, damos como finalizada aquí ésta conversación, enana- me reí un poco, puntualizando aquella última palabra. Hice silencio y luego me quedé observándola. Era cierto, tenía una estatura normal, pero aquello no la iba a salvar de ser víctima, de ahora en adelante, de mis bromas. Poco a poco lograba soltarme más con ella y aquello me gustaba.
-¿Cuánto vas a tener que estar con las muletas?- pregunté con verdadero interés, dirigiendo mi mirada hacia estas.

-Está bien, señor gigante- le mostré la lengua y ladeé la cabeza, mostrándome enfadada de algún modo; siendo todo aquello una broma. Me alegraba poder volver a bromear con él, pasármela bien como con cualquier otra persona, volver a hablarnos con normalidad. Me alivió un poco aquello, mientras intentaba recordar el tiempo pronosticado por el doctor para el cual estaría con el tobillo enyesado.
-Supuestamente, un mes. Semanas más, semanas menos...y apenas llevo cuatro días- me mordí el labio a medias, haciendo un gesto de queja. -No querrás saber lo que se siente-.

-De hecho sé lo que se siente. Hace poco me caí de un caballo y me fracturé el pie, casualmente. Me llevó más de lo normal dejar las muletas porque soldó mal y...bueno, no querrás saberlo. Lo importante es que ya pasé eso y finalmente si soldó bien- recordar aquella caída me producía escalofríos. Había sido una de tantas, pero sin lugar a dudas había sido la peor de todas.
A fin de cuentas decían que las caídas ayudaban a corregir errores, afortunadamente había logrado aprender algo de aquella dolorosa experiencia...y gracias a Dios había seguido montando y el miedo no había puesto fin a mis experiencias con los caballos.

Abrí los ojos a señal de admiración. Ambas piernas parecían estar en perfecto estado, nunca lo había visto cojear ni nada por el estilo...me impresionó bastante saber aquello, normalmente después de haber soldado incorrectamente el hueso quedaba mal, pero me alegré mucho al saber que no había sido su caso.
-Eso debió doler- murmuré, mirando distraídamente al suelo, sin nada más por añadir. Doblé ligeramente la rodilla para evitar que el tobillo comenzara a punzarme, lo cual funcionó. Solté un suspiro de alivio, sabía que tenía que estar todo el tiempo en casa, pero estar metida ahí me aburría mucho. Ahora comprendía lo que sentirían los caballos al estar encerrados todo el día en sus boxes, por lo que una media sonrisa se dibujó en las comisuras de mis labios, mirando de reojo a Wild.
-Estar encerrada todo el día es horrible-.

-Bueno, en ese caso deberíamos salir a dar un paseo a algún lado. Ahora que estoy cuidándote deberías aprovechar- me reí un poco y luego seguí su mirada observando a Wild. Sabía, o al menos creía saber lo que pensaba. Aquellos caballos deberían sufrir muchísimo estando encerrados allí, más que nada porque sabía que la mayoría tenían una gran energía, y pese a que no estaban más que un poco tiempo en los boxes, a veces llegaba a resultarles molesto, y lo comprendía.