La playa

Lanzé una carcajada ante el comentario de Lucero, feliz de haber echo "ejercicio" y de haberme divertido como nunca.
-Yo también- Dije mientras recuperaba el aliento.

Giré sobre la arena una y otra vez, mientras la arena de pegaba en mi pelaje y disfrutaba del aroma y brisa del mar. Le sonreí a Ankira y luego a Lucero. -Eso fue... Muy divertido- Dije haciendo una pequeña pausa luego de las primeras dos palabras, aquella pausa, ni la más mínima idea de por qué la hice. Miré el sol pero aparté la mirada de inmediato, o sinó probablemente podría quedarme mal de la vista o algo parecido (?).
-Este es un lugar hermoso- Repetí nuevamente.

Realmente no esperaba su respuesta, no con palabras, no era necesaria. Corrí a más no poder, aceleré con brusquedad al ver la cercanía de aquellas palmeras. Sentía que el viento me abrazaba, intentando quitarme velocidad, igual que el cansancio que comenzaba a aflorar lentamente. No miré a ningún lado que fuera aquella formación extraña de los árboles, no me importaba la ubicación de Bev, si estaba más adelante o más atrás, simplemente seguí moviendo mis patas con agilidad, sin aminorar la marcha en lo más mínimo, sino que intentaba acelerarla aún más, sabía que podía hacerlo mejor, pero en ese momento no me atreví a descubrir mi límite.

-Sí...ésto definitivamente es precioso. Bello. Hermoso. Bonito- lancé los adjetivos al aire, pues al aire iban...literalmente. La brisa que soplaba era agradable, y además traía consigo un agradable olor a sal. El agua del mar estaba tibia, sólo un poco fría, la temperatura perfecta para refrescarnos después de la larga y fatigosa caminata que nos habíamos visto obligados a efectuar para llegar hasta ahí. -Aunque podría hacerlo otra vez- sí, podría reírme con mis amigas hasta el cansancio y fatiga extremos, mojarnos, chapotear, saltar, brincar y correr por todos lados con tal de divertirnos. Sería bonito, pero mis patas se negaban a dar un solo paso más si no descansábamos antes, por lo menos un poco.

Incliné el cuello y estiré la cabeza hacia el frente, como para no molestarme en mantenerla erguida todo el tiempo. Aún así conservé la naturalidad y comodidad en mis movimientos, si bien no tan suaves como querría que fueran por lo menos eran agradables. Pese al cansancio que me iba invadiendo poco a poco cada vez más, no hice más sino que extender mi galope, alargando mi zancada aún más, dando todo el largo de mis patas en cada paso pero manteniendo la misma velocidad de antes, lo que me dio oportunidad que cubrir un poquito más de terreno. Sabía también que cualquier mínima distracción no haría más que añadir milésimas de segundos a mi tiempo, y puesto que hasta la mínima fracción de minuto contaba siempre me mantuve mirando al frente, agradeciendo que no hubiera troncos que esquivar o charcos y riachuelos para saltar.

Me reí y asentí.
-Mmm, pero descansemos un poco, veo que nuestras patas se niegan a levantarse y jugar nuevamente- Admití sonriendo.
Luego de un rato, moví un poco las patas. Respondían correctamente. Me levanté, lentamente, y me acerqué a la orilla del mar, que mojaba mis cascos. Observé el extenso y bello paisaje mientras sonreía. En cierto momento observé el mar, a lo lejos y se me vino aquella pregunta a la mente, que la pensé en voz alta. -Me pregunto qué habrá más allá de este mar azul...- Susurré, mientras el viento jugaba con mis crines, balanceándolas y mesiéndolas.

Después de limpiar mis herraduras me eche al suelo esta vez si totalmente rendida. - si este lugar es precioso, te lo dice la yegua que se quedo mirando el paisaje de la playa por horas - sonreí. si que habrá mas allá - dije mirando el inmenso panorama color azul.

Sentía que cada segundo era una eternidad, que el final de la carrera estaba aún muy lejos. Mis movimientos seguían iguales, el ritmo no aminoraba, pero tampoco aceleraba, todavía no me atrevía a acelerar al tope y no lo haría en esa carrera. Acababa de pasar por al lado de las palmeras, lo cual me sorprendió y me quitó el aliento unos instantes, ¿cuándo había llegado? estaba algo perdida... me resultó algo gracioso. Miré a Bev rápidamente, que llevaba adelantado un poco, concluyendo que había sido el que ganó la carrera. Frené poco a poco, muy tranquilamente, hasta llegar a un trote normalizado y cómodo. Sonreía anchamente, con la mirada juguetona, dirigiéndome hacia Bev.

-¿Moja? ¿De verdad? No te creo...- fruncí un poco el ceño, haciendo un esfuerzo por contener la risotada que amenazaba con brotar de mi boca en cualquier momento. -Quién lo diría, ¿eh? Nunca me lo pude llegar a imaginar- le seguí el juego en cuanto él dijo lo último, esbozando una sonrisita traviesa y riéndome luego, dejando que todo aquello que me guardaba saliese por fin. Me quedé un poco distraída por apenas unos segundos, los suficientes para que Tornesch me empapara con el simple hecho de sacudirse. -¡Oye!- me quejé, fingiendo una profunda indignación, mientras pegaba mis orejas al cráneo. -Me las pagarás- advertí, con la voz más seria que me fue posible. Le mordí las crines con suavidad, tirándole un poco, en broma. -Ya verás, cuando menos te lo esperes...- advertí, esbozando una sonrisa que estaba muy lejos de resultar ser tan diabólica como me lo había propuesto en un principio. -El mar está... mojado- concluí, volviendo a reírme para luego sacudirme el agua que Tornesch me había salpicado, consciente de que me seguiría mojando.

Llegué a una bonita playa.Siempre me había gustado el agua y correr por la orilla.Me sorprendí cuando me fijé en que todos los caballos que faltaban estaban allí,disfrutando del agua o charlando de sus cosas.Debían de estar en un paseo o algo por el estilo.Me apetecía estar solo,siempre había preferido la soledad,ya desde potro.Me puse a investigar los recodos de la playa y descubrí una bonita cala detrás de unas grandes rocas.Mojé mis patas en el agua.Me gustaba esa sensación,notar el agua y debajo la arena,blanda.Me alejé un poco de la orilla y me tumbé al sol,disfrutando del bonito día que hacía.La arena estaba templada ya que aunque el ambiente en fresco,el sol seguía calentando.

Me avergonzé un poco y me volví contra Ankira. -¡Oye! No me... Quedé mirando horas...- Dije mientras me sentía cada vez más chiquita, pero luego sonreí como si nada hubiera pasado (?). Finalmente volví a ver aquel extenso mar, muy extenso.
-Tal vez hay criaturas que vendrán para comerte, Ankira- Dije con una cara algo pícara, pero en son de broma, mientras me reía para mis adentros. -Tal vez... Cuando te alejes un poco de nosotros... No volverás nunca jamás- Dije, aunque finalmente no pude contenerme más y me tiré en el suelo, partiéndome de la risa.
-Sólo estaba bromeando, no creo que algo salga del mar y te rapte y luego te coma- Dije soltando una pequeña risita. -Unas bromas no nos harán daño, siempre y cuando no hagamos nada malo, todo estára bien ¿o no?- Pregunté.

Me levanté de nuevo y sacudí un poco mis crines, que estaban llenas de arena, al igual que mi cuerpo. Observé y seguí observando el mar, aunque, el sol comenzaba a pegar fuerte y me apoyé contra una palmera, mientras esta me brindaba sombra. -Un lugar realmente hermoso, quisiera que esto durara para siempre- Dije casi en un susurro, mientras sonreía.

Después de un ratito me aparte de la orilla, me sacudí, mire alrededor y me tumbe cerca de Wild. El clima estaba lindo para ser invierno, ya que el pesristente sol calentaba la arena, respire hondo, disfrutando de la brisa marina...
- Afri esta aquí - Comenté sonriendole a Wild - Que suerte tienes

Cammeron creo que me entendiste mal ya que yo soy la que estuvo mirando el mar por horas- pero en fin, tu crees que una criatura venga a comerme dije algo asustada -. Bueno cambiando tema, Lucero y yo ya dijimos como son nuestros padres pero tu aun no has contado tu historia, porque no la cuentas ahora? - dije con curiosidad -.

Llegue vagando a la playa. Hacía mucho tiempo que no estiraba mis largas patas. La cantidad de caballos que había allí era bastante abrumadora, no pensaba que fuera un lugar tan popular. En un suave trote, dejando que mis crines claras se mecieran en el viento recorrí la orilla, mojando un poco mis patas. Mientras recorría la playa, hallé una cala, tras unas grandes rocas, y tras ellas, otro caballo, que disfrutaba tumbado, del sol. No quería molestarle, así que pensé si acercarme o no. Pero antes en un lento pero elegante paso, me metí un poco en el agua para refrescar mis patas y un poco mi cuerpo. Que debido a mi color negro, se calentaba con facilidad.

Ante aquella pregunta me tensé, y me sentí algo pesada, mientras bajaba lentamente la mirada. Sonreí rápidamente y traté de esquivar aquella conversación, simplemente no sabía la razón pero traté de esquivarla.
-¿Vamos a caminar un poco sin alejarnos mucho?- Pregunté mientras comenzaba a caminar algo tensa, pero tratando de ser lo más natural posible, cosa que me parecía bastante complicado por mi forma de ser.
Padres, pensé algo irónica pero triste también.
Seguí caminando, algo cabisbaja, pero cada vez que algo sucedía levantaba el rostro con una sonrisa finjida. Finalmente me rendí y volví a la palmera y me tumbé ahí mismo mientras ponía un rostro algo "natural".

Escuché como unos pasos se acercaban y levanté la vista.Mis ojos se cruzaron con los de una hermosa yegua árabe que se encontraba allí-Hola-Dije con una media sonrisa y levantándome suavemente de la arena.La observé fijamente.Era bastante hermosa:Unas largas patas,que serían la envidia de muchos caballos,una hermosa crin que volaba mecida con el viento,al igual que la cola y una capa negra que brillaba al sol.Sí,era una yegua hermosa.

Me giré y observe atenta los ojos de aquel caballo mientras me saludaba. Unos profundos ojos llenos de historias. - Hola - respondí rápidamente y con un tono alegre. Me acerqué a él en un suave trote hasta colocarme a un metro de él. - Soy Azhara, ¿ y tu? - dije con una sonrisa amigable, mientras lo ojeaba con curiosidad. Era un caballo robusto, de apariencia resistente y lo más seguro es que fuerte. Un apuesto caballero, pensé mientras sonreía pícara y alegremente.

-Nada de nada. Ni una sola alma a excepción de un parecillo de árabes- informé, sacudiendo la cabeza con negacion. Al verla preguntar deduje que ella tampoco había visto a ninguno, asi que no me moleste en preguntarle a ell. Escuche su nombre y sonrei. -Un gusto Lizzie- me presenté. Y aunque la luz de la luna era muy escasa pude distinguir sus rasgos faciales. No la olvidaria y estaba seguro de recordarla a la perfeccion. Me gire al mismo tiempo de ella, buscando. La noche habia caido y ni podia escuchar sonido alguno o chapoteo de las olas. Nada, al igual que ella.

-Bueno, no creo que logres encontrar muchas pistas ahora...- mascullé, haciendo una mueca. Poco se lograba identificar en aquella playa, pero sí se notaba con claridad que éramos los únicos habitantes, además de Edward, claramente. -¿Buscas a tus caballos?- le pregunté, por pura curiosidad, pues al haberlo visto con otra chica también era probable que buscasen los de ella. O los de ambos, quizás. Esperé una respuesta mientras observaba nuevamente la inhabitada playa. No, nada. Únicamente estaba allí Edward. Edward. Me mordí el labio inferior y volví a girarme, dándole la espalda y clavando mis ojos en Kevin, tratando de despejar mi mente y concentrarme en otras cosas.

-No. No son míos. Son de una amiga- aclaré como para no dar lugar a malentendidos. Noté cómo miraba hacia atrás lo que me extraño. Bueno, habia otro chico. Quizás lo miraba a él. Aunque no había motivo, al menos no aparente. Noté también sus esfuerzos por distraerse, así que quise ayudarle. -¿Eres nueva aquí?- pregunté, en parte para conocerla y en parte para cambiar de tema. Yo no era lo que se decía nuevo pero no conocia mucho la hipica. Apenas estaba en andadas de explorar y no habia visto mucho.

-Ah, sí... ¿La chica que vino a la playa contigo?- pregunté, solo para confirmar aquella sospecha que tenía, que parecía cada vez confirmarse más. Hice una pausa, apenas y había logrado vislumbrarlos por unos momentos, tampoco es que hubiese centrado mi atención principalmente a ellos. -Espero que los encuentren- le desee con sinceridad, pues seguía sin llegar a imaginarme que tan preocupante sería no tener a tus caballos contigo. No saber dónde estaban, cómo estaban... No, sin lugar a dudas prefería no pensar que algo así me pudiese suceder con Sadik. Escuché la pregunta de Kevin y asentí con la cabeza levemente, sonriendo luego. -Sí, se podría decir que sí. ¿Tú?- le pregunté. Dudaba que fuese nuevo si ya tenía verdaderos amigos en aquella hípica, cosa que llevaba su tiempo.

-Sí, ella- nos habían visto. No era que me incomodara ni mucho menos, pero quedaba algo extraño el ir suelto por la hipica acompañado de Nahi solamente. -Yo también lo espero- la preocupación de Nahi ahora se hizo latente otra vez lo que me incomodó. En parte, al menos. Y estaba seguro de que yo no sentía ni la décima parte a juzgar por el cariño que les tenia a ellos. Cariño que habia demostrado siempre y que yo habia logrado ver algunas veces cuando entrenaba con ellos. -No, no soy nuevo pero hace mucho tiempo no me pasaba por aquí- aclaré.

Estuve a punto de caer en sus gestos y creer que la historia de su pasado y sus padres estaría de lo lindo, pero cuando la vi fingir me percaté de que era falso. Sus expresiones no hacían más sino acrecentar su gesto de preocupación, que aunque invisible era perceptible en el aire. -No tienes por qué contarla si no quieres- murmuré en tono de consuelo, mirándola con preocupación. No me gustaba ver sufrir a los demás, fueran conocidos o desconocidos; y siendo ella ahora una amiga...era realmente duro. La miré y le sonreí. -Si no quieres decirlo, lo respetaremos- o por lo menos lo haré yo, pensé, pues no podía decir con seguridad que Ankira fuera a hacer exactamente lo mismo.

-No se pueden haber ido muy lejos- dije, en parte para tranquilizarlo. Pero era mentira. Podrían estar lejísimo ahora mismo, considerando que hacía ya un buen tiempo que no se veían a demasiados caballos por los boxes. Sin embargo, no me pareció lo más indicado el aumentar la preocupación genuina y palpable de Kevin. Asentí con la cabeza en cuanto dijo aquello último. -Oh, con razón aún no te había visto por la Hípica- me reí levemente. El chico era agradable, pese al mal momento en el que nos conocíamos. -Espero verte más seguido, entonces- le sonreí, quedándome en silencio finalmente y dirigiendo mi mirada hacia el mar, inhalando profundamente una vez más.

Me forzé a sonreír nuevamente. -Pésima tratando de fingir- Dije en un susurro. -No pasa nada, no es algo que no quiera contar... Es que no quiero recordarlo- Dije finalmente con una voz serena.
-Verán, a lo que yo podría llamar "padres" sinceramente... No sé si están con vida, si están muertos... O algo más, no sé mucho de ellos- Admití.
-Simplemente...- Hice una pausa y en mi rostro se dibujó una triste sonrisa. -Simplemente viví unos pocos meses con ellos y luego me abandonaron- Dije, a medida que avanzaba, iba bajando el tono de voz, y me iba sintiendo pequeña, hasta que sentí como unas pequeñas lágrimas salían de mis ojos a borbotones.
-Ah lo siento, debe de haberse metido algo en mis ojos... Que no se quiere salir- Dije mientras me frotaba contra mi pata derecha delantera, secándome las lágrimas que no dejaban de salir. -En serio, lo siento...

Entre risas, pude oír la voz de Maris. Me volví y le miré a los ojos, esbozando una dulce sonrisa. -¡Hola!-dije, trotando hacia él, dándole un suave toque con mi morro. -¿Se conocen?-pregunté, pasando mi mirada por Maris, Perseo y Ginger, hasta volver a clavarla en Marismeño. Moví mi cola de un lado a otro, mojándome a mí misma. Sacudí mi cuello, pasando mis crines de un lado a otro de éste, despidiendo así la gran cantidad de agua que tenían éstas. Intenté no mojar demasiado a los demás, aunque no supe con certeza si funcionó o, por el contrario, les había salpicado a los tres. Salpiqué de nuevo a Perseo, el cual, al sacudirse, había hecho que sus crines quedasen totalmente enredadas. Con algo de suerte, el agua haría que, como mínimo, sus crines no se secasen y se quedasen enredadas y llenas de sal, como les estaba ocurriendo a las mías a causa de la brisa que allí corría, secándolas a gran velocidad. Miré a Maris, también mojado, probablemente, idea de Ginger. Ahora miré a mi potrilla, ya no tan potrilla, esbozando una sonrisa. Ella estaba totalmente empapada, seguramente, el culpable era su padre, pero no me imaginaba cómo podía haberla mojado tanto.