La Gran Pradera

Apenas seguía el hilo de la conversación, estaba muy entretenido con la cabellera de Katy y Ethan. Pero no sabía realmente bien, por lo que me alejé soltando un relincho para pastar sólo un poco.

Me reí un poco y asentí con la cabeza, rodando los ojos de una manera casual. —No hay muchos caballos en venta y no sé que tan domados están ni nada por el estilo, pero no estará de más mostrarte alguno— me encogí de hombros, mientras observaba hacia los boxes. —¿Vamos a verlos ahora?— pregunté con una sonrisa de lado. —Además, luego de que te instales aquí podemos salir con los caballos a dar una vuelta para conocer mejor la Hípica y los alrededores, nunca está de más.

Ensanché mi sonrisa de forma automática, realmente feliz.
- ¡Claro! -dije entusiasmada, dando un pequeño salto en aquella dirección, mirando a Pampa y luego a Ethan- de hecho, ya estoy instalada -pensé un poco y luego agregué- sólo que mi casa está un poco más lejos, pero muy cerca de la cuidad -reí un poco y me di vuelta- ¿vamos? -pregunté, sin perder la sonrisa que se dibujaba constantemente en mi rostro.

Tenía una sonrisa contagiosa, por lo que sonreí también, caminando detrás de ella y observando a Pampa de vez en cuando. Se había quedado pastando, así que no me preocupé en llamarlo ni en ir a buscarlo. —En ese caso, puedo mostrarte las instalaciones de la hípica, prados y alrededores cuando quieras, mientras tanto puedes ir en Pampa y yo voy en Sombra o en Irak, caballos no faltarán —me reí, siguiéndola.

Me di al vuelta para sonreírle.
- Claro, muchas gracias Ethan -dije y volví a voltear, acelerando el paso- ¡vamos! que se acaba el día -bromeé, sin poder esperar más por llegar a los boxes. Saludé a Pampa con la mano, sabida que luego lo vería.

Los dejé irse sin problema, estaba muy tranquilo y ocupado en lo mío. Ahora mi mundo estaba 'completo', estaba feliz, pero realmente calmado. Una vez se alejaron, me dediqué a corretear por allí.

Decidí volver por mi cuenta al box ya que, no era tarde, pero había estado más de 2 días fuera y quería volver y descanzar tranquilo, por mucho que odiara mi box.

Entré junto a Sahara al prado . Nada mas soltarla salió a su mayor galope , ligero y hermoso . Era una yegua fascinante . Verla era como estar dentro de uno de mis sueños . Yo sonreí y me senté debajo de un árbol viéndola pastar .

Cuando pasó 1 hora la decidí volver a llevar a su box . La cogí y nos marchamos .

Llegamos con Hick.

Una vez que estuvimos dentro de la pradera le dejé las riendas lo más sueltas posibles, sosteniéndome de sus crines con fuerza. En cuestión de segundos comenzó a galopar rápidamente, rozando apenas el suelo con sus patas. El cielo brillaba, alto en el cielo y corría una brisa refrescante. Reí felizmente, cerrando los ojos. Volvíamos a los viejos tiempos.

Al llegar no pude evitar seguir un impulso y salí al galope tendido luego de asegurarme de que Ethan estuviera bien sujeto. Relinché, moviendo mi cabeza, sintiéndome prácticamente libre. El filete realmente era muy suave, por lo que no me molestaba, además Ethan era liviano por lo que apenas lo sentía encima de mi lomo. Alargué la zancada, estirando mi cabeza, sintiendo como mis patas volaban.

Se mantuvo al galope un buen rato, hasta que fue disminuyendo la velocidad de forma gradual hasta ir al trote, para finalizar al paso. Lo acaricié, echándome para adelante y abrazado su cuello. Pasados unos segundos en aquella posición, desmonté de un salto y le quité la brida. - Debes querer sentirte totalmente libre después de tan largo viaje -sonreí y extendí mi mano, mostrando el inmenso prado- ve, corre, haz lo que quieras. Eres libre, al menos por ahora -bromee y caminé hacia uno de los árboles cercanos al lago, sentándome debajo.

Relinché agradecido y me impulsé con mis patas traseras, saliendo nuevamente al galope tendido, estuve un rato así hasta que me voltee y volví hacia donde estaba Ethan, coceando y levantandome sobre mis posteriores varias veces, moviendo mis patas delanteras. Al final, me tumbé en la hierba, revolcándome un poco. Cuando acabé me sacudí y me acerqué a mi viejo amigo, olisqueándolo.

Estiré mi mano para que la oliera con tranquilidad y le acaricié el morro.

Busqué entre mis bolsillos alguna golosina, encontré unos cuantos terrones de azúcar, por lo que extendí mi mano y le ofrecí los terrones, dejándolos en el centro de mi palma. Sonreí levemente, era raro pensar que todo sería como antes. Raramente bueno.

Tomé los terrones con gusto y me los comí saboreandolos. Luego, me acerqué un poco más a Ethan para ponerme a jugar con su pelo. Reí un poco mientras pensaba que tal sería mi nueva vida alli. Por lo que había entendido, Ethan no sería mi dueño, cosa que me desanimaba bastante. Aunque el saber que podría estar con él seguido me alegraba.

Me reí y moví mi cabeza.

- Ten cuidado con lo que haces -advertí, mirándolo seriamente, pero en broma. Al poco rato me levanté y sacudí el pantalón, quitándome restos de hierba que habían quedado pegados. Caminé hacia Hick y volví a montar de un salto, aunque ahora me costó un poco más
- Eres muy alto -me quejé, acomodándome encima y resoplando un tanto agitado. Luego, le di un leve toque para ir a caminar por allí.

Salí al paso, moviendome de forma grácil y elegante. Luego pasé al trote y finalmente al galope, dispuesto a mostrarle algo a Ethan. Cambié de mano en el aire, saliendo perfectamente y haciéndolo con una facilidad increíble.

Comencé a reírme, no porque me causara gracia, sino más bien por nervios, felicidad y emoción combinadas. Acaricié a Hick y le pedí que parase, cosa que hizo inmediatamente sin necesidad de utilizar las riendas. Nuevamente me eché para adelante, abrazándolo.

- Sabía que lo aprenderías, tarde o temprano, es algo muy sencillo para ti Hick -sonreí, recordando cuánto habíamos estado practicando cambios de mano, realmente nunca le había salido bien, siempre trastabillaba o se tropezaba luego de cambiar de mano- Eric lo ha hecho muy bien contigo, eres un gran caballo -felicité, acariciándolo aún.

Moví mi cabeza afirmativamente, Eric había sido un gran jinete. De la nada, comencé a moverme nuevamente haciendo un piaffé de forma espectacular, con toda la fineza y gracia requeridas. Antes, al ser tan brusco y violento en mis movimientos no resultaba ser muy estético , pero ahora había logrado encontrar la manera de hacerlo bien, cosa que me había favorecido en varios concursos de doma.
Giré mi cabeza y le dí un toquecito con el morro en su pie.

- Dios... Hick, has avanzado muchísimo -comenté con asombro, dándole unas palmadas en el cuello en forma de felicitación. Cuando acabó de piaffar, sonreí y le acaricié el morro y hocico. - Eres todo un campeón.

"Te has perdido de mucho" relinché, riéndome. Ethan había comenzado a enseñarme aquellos ejercicios, sin embargo al tener que irse fue Eric quien había continuado con la tarea. Comencé a caminar, observando todo el prado.

Estuvimos un rato viendo el prado, hasta que desmonté y le quité la brida.

- Ya vuelvo amigo, tengo que ir a ocuparme de mis otros caballos, ¿sí? Vendré dentro de nada, no me tardo -le sonreí y lo acaricié, dejándolo que hiciera todo lo que quisiera mientras volvía.

Me quedé dando un par de vueltas por el prado mientras esperaba a Ethan, correteando y comiendo un poco de hierba o alguna que otra manzana de vez en cuando. Estaba bastante aburrido, sin embargo algo de libertad era agradable.

Volví al prado luego de un rato.

Me acerqué a la valla y la pasé con facilidad, me quedé allí tratando de ver donde estaba Hick, hasta que lo divisé unos metros más allá. Silbé llamándolo, esperando que me escuchara. Siempre lo llamaba así, y siempre que lo hacía venía instantáneamente, sin embargo ahora estando suelto tendría que ver si todo seguía igual. Dudaba que se acercara, teniendo cosas mejores para hacer.

Divisé a Ethan ingresando a la pradera, me lo quedé observando unos momentos hasta que sentí como se silbaba. Relinché alegre; recordaba perfectamente que ésa era la "señal" para volver. Me acerqué con un galope corto y elegante hacia él, y cuando estuve cerca le dí un toquecito amistoso con el morro. Si creía que no recordaría cosas como esas estaba loco, lo recordaba siempre.

Sonreí al verlo venir, al final sí recordaba todo aquello. Lo acaricié con cariño y me quedé observándolo unos momentos, dejando la brida en la hierba mientras estaba con él. Finalmente, la cogí y se la puse con lentitud dándole un poco de avena luego, como "premio" por dejársela poner sin problemas.

- ¿Qué te parece si vamos a dar un paseo, campeón?