La Gran Pradera

Escuché con atención como Caroline narraba. - Está bien, chico - Dije con una voz muy dulce y trataba delicadamente de posar mi mano en su cuello - No te preocupes por lo de antes - Añadí con un tono tranquilo y armonioso.
Paseé mi mirada entre Pik y Caroline dedicándole una sonrisa a estos mismos. - Pero... tu también has echo bastante - Le comenté a Carol posando al final mi mirada en la suya con una sonrisa satisfecha.

-Tú comenzaste con el trabajo- admití, mientras me acercaba a él, poniéndome en puntas de pie para llegar a darle un beso. Sonreí, observando como acariciaba al que ahora sería su caballo, mientras realmente deseaba que todo saliera bien respecto a ellos.
-¿Seguro que estás bien, verdad? Fue una caída un tanto... Peligrosa- comenté en voz baja, clavando mis ojos en los suyos.

- Si... bueno, probablemente - Admití bromeando en un tono bastante orgulloso mientras la subía a mis pies para que no tuviera que molestarse en ponerse de puntillas.
Clavé mi mirada en la suya cuando hizo la pregunta - Sí, claro que estoy bien, no tienes por que preocuparte por mi - Dije sonriente pues yo era el que tenía que protegerla a ella.

-Claro que tengo porqué preocuparme por ti- reclamé, frunciendo el ceño y cruzándome de brazos, mientras seguía observando sus ojos.
-Agradece que ya se me pasó el enojo, sino ahora te daría una buena charla sobre lo imprudente que fue subirte a un caballo así como así- dije, bromeando, riendo luego en voz baja. Me abracé a él, pasando mis brazos por su espalda y hundiendo mi cabeza en su pecho luego. -Si te pasaba algo, Edward, no sé que habría hecho- suspiré, sin querer pensar en ello, cerrando mis ojos y abrazándome a Ed.

- Lo agradezco - Bromeé mientras le acariciaba la mejilla.
Dejé que se acomodara en mi pecho pues al sentir su calor una cálida sensación recorría rápidamente mi cuerpo.
- Yo tampoco sé que habría hecho sin ti - Contesté - Una cosa, me moriría - Añadí elevando un poco su cabeza para poder mirarla fijamente pero no fríamente a sus castaños y profundos ojos con una leve sonrisa.

-No digas éso- reclamé, mientras fruncía el ceño y lo observaba. El sólo hecho de pensar que su vida pudiese acabarse por algo así, la cabeza me daba vueltas y sentía un nudo en el estómago. -No puedes compararte conmigo, Edward. El sólo hecho de pensar que algún día, podrías simplemente dejar de estar...- fruncí el ceño, mientras negaba con la cabeza.

- No pienses ahora en éso - Le pedí mientras la miraba sonriente a los ojos con una expresión divertida y amigable.
- Ahora, en este instante, y los años que tenemos por delante tenemos que disfrutarlo como nunca, juntos - Recité algo serio pero reflejando una leve sonrisa curiosa.
Junté algo mis labios a los suyos, aquella sensación al tenerla cerca aún me ponía nervioso, pero me gustaba.

Asentí con la cabeza, lentamente, mientras esbozaba una débil sonrisa. -Sí, tienes razón- me quedé en silencio, mientras besaba sus labios y luego me separaba un poco, manteniendo mis brazos por su espalda. -Gracias por todo, Ed- finalicé, mientras suspiraba feliz y tranqulamente, sonriéndole aún. Observé a Pikhasso, luego a Chip y finalmente luego a Edward, perdiéndome en sus hermosos ojos.

Esbocé una sonrisa con una expresión un tanto orgullosa al separarme un poco de ella después del beso.
- Gracias a ti, por aparecer en mi vida - Comenté satisfecho y entusiasmado ante ella.
Suspiré levemente mientras miraba a mi alrededor, quería dejar de mirarla unos momentos para no parecer un acosador pero no podía, acababa siempre mirándola expectante, ella era mi mundo.
Esbocé una mas que amistosa sonrisa y la besé en los labios después de darle un beso cariñoso en el cuello.

Me quedé quieto disfrutando las caricias de ambos humanos, al menos hasta que volviera a ser yo de nuevo. Miré a Edward con ojos lastimeros- lo siento,,, me alegra que no estés herido -dije en tono bajo, apartando la mirada.

Noté que el semental me miraba, así pues me giré hacía él con una mirada comprensiva y amistosa, parecía querer disculparse.
Asentí acercándome tranquilo a él - No te preocupes, estoy bien, todos cometemos errores pero de los errores se acaba aprendiendo - Comenté sonriente mientras le dedicaba una mirada amistosa - Pero... después de esta experiencia ya te conozco un poco mas y he pasado mas tiempo junto a ti - Dije entre risas y animado mientras le acariciaba cariñoso y lentamente el morro.
Paseé mi mirada entre Pik y la preciosa Caroline.

Miré también a la chica. Ambos eran buenas personas, y tenían un vínculo muy estrechos entre ellos y con el semental tordo, al menos la muchacha. ¿Podría llegar a tener esa relación con mi nuevo dueño? Volví a mirar a Edward y relinché, cansado, tranquilo. Di un paos hacia él y puse mi cabeza en su pecho, acurrucándola allí un rato.

Le dediqué una amplia y cariñosa sonrisa a Carol.
" Resulta que al final todos se acaban acurrucando en mi pecho " Pensé bromeando por lo que surgió una sonrisa en mi rostro. Dejé que se acurrucara en mi pecho mientras sonreía y le acariciaba por la preciosa mancha de su cabeza y su refinado y brillante cuello castaño. - Eres un buen caballo, no lo dudes - Comenté esbozando una sonrisa amistosa mientras fijaba amable mi mirada en la suya y de vez en cuando miraba hacía Caroline.

Me alejé unos pocos centímetros y me tumbé en el suelo, algo cansado por el viaje, el encuentro en el prado y la pelea. Me quedé allí tendido un buen rato, mirándo hacia el horizonte.

Dejé que se alejara unos centímetros y que hiciera lo que le plazca.
Sonreí y miré cariñoso a Carol - Y bien señorita ... - Dije cogiéndola suavemente de la mano - ¿Rechazará un paseo junto a mi por la playa al atardecer? - Pregunté bromeando invitándola a ir junto a mi a la playa.
La junté un poco mas a mi cuidadoso por la cintura - La obligaré de todas formas - Bromeé en un tono burlón tratando de ponerla nerviosa al decirle aquello y al tenerla tan pegada a mi.
Esbocé una sonrisa de pícaro sin remedio esperando su respuesta.

Comencé a hiperventilar en cuanto tuve a Edward tan cerca, por lo que tuve que retirar la cabeza hacia un lado para respirar aire de forma profunda, mientras trataba de que el mareo inminente que sentía al estar de aquella forma con Ed se disperasara al menos un poco.
-Oye- me quejé, mientras volvía a mirarlo, seria, pero algo ida todavía. Fruncí el ceño, sosteniéndome de él.
-No es justo que puedas causar éso siempre que quieras- volví a quejarme, mientra soltaba una risa, muy leve, pero risa al fin. -Sabes que no me negaré, ni siquiera tienes que pedirlo dos veces- aseguré, mientras lo observaba, algo nerviosa todavía.

Traté de ocultar una risa pícara al verla reaccionar de aquella manera.
Sonreí y la acerqué aún más - Sabes que tu también puedes hacerlo, si te esfuerzas - Comenté con un tono un tanto orgulloso mientras la miraba fijamente a los ojos al tenerla tan cerca.
- Sí, se que no te negarás y en cualquier caso... si lo hicieras, te obligaría - Comenté bromeando con una sonrisa.
Trataba de ponerla aún mas nerviosa, con mi voz, mi aspecto, y la forma de actuar en ese momento.

-¿Puedo hacerlo?- pregunté, con un tono ciertamente desafiante, acercándome a él más de lo me acercaba siempre. Pasé mis manos por su cuello, llevando mi boca hacia su cuello y apenas rozándola, haciendo lo mismo con el lóbulo de su oreja, mientras mis dedos recorrían suavemente su pelo, bajando hasta su espalda y acariciándola. -¿Algo así?- pregunté, con un deje de picardía en la voz, mientras esperaba una respuesta, inmóvil, sin detener el recorrido incesante de mis manos que subían y bajaban.
Suspiré, cerca de su cuello, asegurándome de que sintiera mi aliento tibio recorrer su nuca.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Me puse nervioso e inquieto sin embargo traté que no se notara mucho - S,ss... Sí, así mismo - Traté de vocalizar, pero apenas salían las palabras de mi boca pues estaba totalmente lelo ante lo que ella había echo.
- Bueno... sí, puedes hacerlo - Admití algo frustrado porque había conseguido sacar aquellas palabras de mi boca.
Le acaricié suavemente la mejilla y a continuación jugué con su sedoso pelo mientras olía el perfecto aroma a fresas que provenía de su pelo y me mordía el labio. La besé suavemente en el cuello - Eres perfecta - Le susurré cautivador a la oreja intentando que se pusiera un poco mas nerviosa.

Solté una risita y me alejé un poco, pues a pesar de todo lo notaba nervioso ante mis acciones y no sabía si tomarmelo como algo bueno o malo, pues la idea de que le resltara incomoda tanta cercanía no resultaba para nada descabellada, considerando que yo tampoco era Angelina Jolie y no era precisamente agraciada respecto a mi físico más bien desgarbado.
-Trataré de pensar que ese tartamudeo es por algo bueno- aclaré, mientras suspiraba levemente, esbozando una mueca torcida.
-Entonces ahora sí estamos en igualdad de condiciones, así que no te pases porque yo también puedo actuar- bromee, con un tono desafiante, intentando que no se lanzara a reírse en mi cara, cosa poco probable considerando lo mala actriz que había resultado ser. Al verlo acercarse nuevamente y sentir sus labios en mi cuello cerré los ojos, bufando. -Edward- llamé, entre risas. -Ya basta, no es justo. Tú causas mucho más en mi de lo que yo logro causar en ti, éso no es justo. Te aprovechas de mi debilidad, permanentemente.

- Claro que es por algo bueno - Anuncié mirándola permanente a los ojos.
- Sí, en este instante estamos en igualdad de condiciones - Admití soltando una risita - Pero... creo que se nota que me gustaría verte actuar - Comenté bromista y orgulloso respondiendo a su broma.
- ¿Tu debilidad? - Pregunté en un tono juguetón - Como ya te comenté antes, tu también puedes hacer aflorar mi debilidad - Anuncié esbozando una sonrisa pícara.
La cogí despacio de la mano - Y entonces... ¿Vendría usted señorita a pasear junto a mi? - Pregunté algo ansioso mientras la miraba a sus preciosos ojos y esbozaba una gran sonrisa.

-No se compara con lo que logras tú, a lo que logro yo- aclaré, mientras me quedaba callada, observando a los caballos. -Ya le he dicho que claro que iré con usted, señor Cullen- le sonreí, mientras paseaba ahora mi mirada entre Pik y Chip. -¿Lo llevarás a su box o lo dejarás aquí?- pregunté, pues a pesar de que no me gustaba dejar a Chip en su box demasiado tiempo no me iba a arriesgar a dejarlo allí sólo, suelto, sin vigilancia. Me acerqué al semental, dándole un abrazo y sosteniendo su precioso rostro entre mis manos, depositando un suave beso en su frente. -Precioso mío, te dejaré un ratito en el box, ¿sí? Sólo porque no me arriesgaré a que te pueda pasar algo aquí solo- suspiré, sonriéndole. -En cuanto vuelva saldremos a hacer lo que tú quieras- aseguré, mientras le daba unas caricias y observaba a Edward. -Iré a los boxes, ¿vienes?- pregunté, sonriente.

Reí alegre mientras observaba a los caballos.
- Creo que también lo llevaré, si él me deja - Comenté riendo.
Esbocé una sonrisa mientras cogía Pik delicadamente - Precioso, ¿te quedarías unos instantes en tu box? - Le pregunté con un tono un tanto dulce mientras le acariciaba el morro - Al igual que Carol... no me gustaría dejarte aquí solo, aún que se perfectamente que no te pasará nada porque te sabes defender, pero aún así... no me quiero arriesgar - Dije casi suplicándole con una sonrisa que me dejara llevarlo a su box.
Lo cogí por el ramal y asentí mirando hacía Carol - Sí, vamos - Dije ansioso por comenzar el paseo junto a ella.

Pude distinguir con perfecta claridad cuando el bosque pasó a ser aquella gran pradera que ya había visitado anteriormente. Sonreí ante aquel lugar limpio y despejado de recuerdos que me hicieran pensar en ella, adentrándome en el lugar. El sol le arrebataba destellos plateados y dorados al pequeño lago que estaba casi al centro de todo el claro; era una invitación abierta para acercarse a reponer las fuerzas. Decidí más prudente esperar primero a Shawna antes de ir corriendo a beber, después de todo la visita a todas las tierras de la hípica no la estaba haciendo solo.

Caminé detrás de Tornesch con paso entusiasta, sin descubrir a qué lugar iríamos hasta que llegamos allí. Una extensa pradera se abría delante de nosotros. Pasee mi mirada atenta por todo el lugar, clavando finalmente mi mirada en el lago que se situaba justamente en el medio de todo. Relinché, con entusiasmo, avanzando al trote hacia allí, como esperándolo. - ¿Vienes? -pregunté finalmente, sonriente, mientras finalmente pasaba al galope y me acercaba al lago, metiéndome y salpicando un poco, adentrándome para refrescarme y beber un poco de agua de paso. Levanté mi pata y simulé estar escarbando en la tierra, haciéndolo finalmente en el agua; salpicando.