Boxes del establo

Al esquivar ese tema, de algún modo me tranquilicé y me sentí un poco mejor. Hice mi mejor esfuerzo en mostrar que tenía más energía y pensamientos positivos. Le sonreí ante aquel cumplido.
-Gracias, pero es sólo por que lo he echo anteriormente cuando quería escaparme de los boxes- Le dije algo irónica, soltando una risita al recordar aquellos recuerdos del pasado, cuando trataba una y otra vez de salir del box.

Y dale otra vez con su pasado...tendría que haberle sucedido algo realmente fuerte como para que sus recuerdos no la dejaran en paz ni un solo momento, sin darle tregua ni descanso. Intenté encontrar algún tema que no evocara aquellas memorias de algún modo u otro, buscando preguntas fáciles de respuestas inocentes e inofensivas. –Éste lugar es enorme. Te va a encantar.

Al escuchar que el lugar era amplo observé los establos. Realmente eran enormes. Le sonreí, asintiendo con la cabeza. -No puedo esperar más a ver todo lo que hay aquí- Dije algo entusiasmada.
Observé la puerta que abría otro lugar, otro exterior. Me quedé mirando fijamente con cierta curiosidad y ganas de salir galopando por aquella puerta sin rumbo alguno, sin embargo, me contuve de hacer aquello, tal vez Lucero pensaría que soy una loca, no quería eso D:
-¿Me mostrarías el lugar?- Pregunté algo tímida, más que tímida avergonzada por tener tantas ansias de salir.

-¡Claro!- asentí con emoción. Si aquello ayudaba a hacerla olvidar, por lo menos momentáneamente, los malos ratos, para mí era más que perfecto. -No conozco todo, cuando me lo mostraron era aún un potro- reí, sacudiendo la cabeza y el cuello para acomodar mis desarregladas crines que volvieron a caer a los costados de mi cuello, su posición natural. -Pero veré qué puedo recordar- comenté, optimista. Salí a un trote hasta la puerta de los establos y una vez situado en la entrada me quedé piaffando en mi lugar para esperarla, estirando un poco mis entumidos músculos que parecían estar engarrotados después de tanto tiempo de permanecer inmóvil, fuera de las ocasionales caminatas a las que los mozos nos sacaban para que nuestras patas conservaran, por lo menos, el mínimo grado de flexibilidad.

Seguí a Lucero con un trote elegante, pero gracioso. Le sonreí nuevamente a Lucero -Siempre y cuando no nos metamos en líos todo estará bien ¿verdad?- Pregunté sin poder evitar soltar una pequeña y leve risita.
Miré hacia ambos lados y hacia adelante. Aquel lugar realmete era gigantesco, enorme.
"Supongo que cualquier nuevo podría perderse fácilmente" pensé algo irónica pero animada.
-Este lugar es realmente enorme- Dije algo sorprendida. -¿Y para dónde vamos ahora?

-El lugar que queda más cerca es el prado norte. De camino podríamos pasar por los picaderos...he visto a un tumulto de caballos dirigirse hacia ahí- indiqué con cierta indiferencia. Partí con un trote normal, natural, sin esforzarme demasiado pues si quería mostrarle toda la hípica habría de guardar fuerzas, ¿no? -Comencemos por ahí. Hay un pequeño sendero que atraviesa todo- señalé una vez que estuvimos fuera de los establos. -Podemos pasar por ahí también.

-¿Huh? ¿Un tumulto de caballos?- Pregunté. No me extrañaría en una hípica donde hay muchos caballos, ¿pero todos agrupados? Le resté importancia y comenzé a trotar siguiendo a Lucero.
Observé aquel sendero que señaló Lucero, era un sendero común y corriente como cualquiera, pero tenía curiosidad de saber que esperaba a partir de allí, pero trate de no ser demasiado ansiosa y de no separarme de Lucero, por lo que iba observando todo con curiosidad, pero viendo con el rabillo del ojo al semental para no perderle de vista.

Estaba algo asustada pues jamas había hecho algo como esto: escapar, pero al parecer era la única manera de divertirme así que salte. Ya estando afuera vi a Cam y a un caballo alejándose así que los seguí inocentemente.

Relinché nervioso en mi establo. Estaba aburrido, y harto de estar encerrado.
Miré a mis lados y ví a varios caballos pero no los conocía lo suficiente.
Relinché de nuevo intentando llamar la atención de alguno de ellos, y golpeé el suelo con mi casco derecho.

Giré sobre mi mismo inquieto, quería sair de allí ya e ir a algún sitio, pero no podía hacerlo.

Me aburría demasiado...

Llegamos a los boxes junto a Sadik. Lo dejé en el suyo, luego de llenar nuevamente su comedero y bebedero. Me quedé con él un rato antes de decidir que se estaba haciendo tarde y sería mejor despedirme. -Tengo que irme, bonito- ladee la cabeza, con cierta pena en mi voz, pues luego de lo bien que lo habíamos pasado me costaba separarme de él. Sin embargo, los dos necesitábamos descansar después de un día tan movido como el que había sido aquél. -Mañana vendré, a primera hora. Lo prometo- aseguré, sonriendo y acariciando el morro de el precioso semental árabe. Busqué alguna golosina para dejarle, encontrando una manzana. Me acerqué a su comedero y la dejé allí para que la comiese cuando quisiera. -Descansa- me acerqué a él, dándole un último abrazo y luego saliendo del box, pasando por el de Dajah que estaba justamente al lado antes de irme. -Buenas noches a ti también preciosa- le dejé también a ella una manzana y estiré mi mano hasta el interior del box, acariciando su frente antes de dirigirme a la salida de los establos y desaparecer por ahí.

De pronto vi a una yegua salir. Di una patada a la puerta del box y me di cuenta de que lo habían dejado abierto.
Salí corriendo tras ella, preguntándole que a dónde se dirigía.
Vi como más adelante había otros caballos.
Tal vez los estaba siguiendo. De todas formas seguí tras ella, pues quería saber donde iban y si los podía acompañar.

Veia entrar y salir a los demas caballos de sus boxes, mientras yo rumeaba mi ultimo puñado de hierba seca, me la acabé, estaba sediento, me acerqué al abrebadero, me pasé allí unos 2 minutos absorbiendo el agua, me heché en el lecho del box, estaba recien puesto, me relaje y me quedé allí marculleando las britutas de madera, que a veces me hacián estornudar.

Pronto oí un ruido, levante las orejas, luego se enciendirón las luzes de las cuadras, y sonidos de pasos acercandose a mí, me puse tenso y me levante, mantube las orejas erguidas y sin dejar de estar atento, pronto vi la siluetas de una persona, solo era el mozo de cuadra, el cual me hiba hechar una bala de paja en el box.-

Entro dentro del box, me ató por la cabezada de cuadra con un ramal a los barrotes de los boxes, me quede aliviado al ver que era él. Trajo paja y la desmenuzó dentro de mi box, luego un cubo rojo lleno de zanahorias troceadas, me solto, y se fué.-

Yo enpezé a comer todo, las zanahorias me dejarón un gusto dulce en la boca, que me recoria toda las garganta, bebí agua, y me volvía a tumbar, tranquilo, estaba tan tan tranquilo, que me dormi.-

Entré en mi box y me relajé, quedándome junto a Lizzie. Aquel día probablemente se haría inolvidable para mí. Tantas experiencias vividas en menos de 24 horas que jamás creí que se repetirían...Era algo que aún me costaba creer. Me despedí de ella, asomándome por la puerta del box, relinchando. Cuando dejé de ver su silueta, volví a entrar en mi box y me comí la manzana que me había dejado. Tras comerla, me tumbé y me quedé dormido profundamente. Sabía que mañana volvería.

Me desperté al oir los ruidos, me levante, y me asome por la puerta del box, relinche saludando a los caballos, me quede allí contemplando las cosas.

Me pasé a ver amis caballos, pero me llevé una sorpresa al ver que ni uno se encontraba allí. Me sobresalté y me desesperé un poco, pero conociéndolos, sabía que estaban bien. Esperaba que no se metieran en problemas, pero iría a buscarlos más tarde, si podía. Me quedé en al puerta del box de Wild, pensando en lo mucho que extrañaba pasar tiempo con ellos.

Hacía mucho que no iba a la hípica. Por varios motivos. Pero ahora estaba de paso, así que llegué y entré a los establos. Caminé por ahí un buen rato, dando vueltas hasta entrar en los boxes. Me pasé por las cuadras de cada caballo, viendo que muchos no estaban ahí. Era algo raro, porque normalmente ésa hípica tenía sus cuadras a reventar siempre. También era raro ver sólo a un humano ahí, una chica. Una chica, Nahiara. Sería imposible olvidarla, así que la reconocí al primer instante que la vi. -Cuánto tiempo ha pasado, ¿eh Nahi?- saludé, con una sonrisa en mis labios.

-La verdad, no mucho. Bueno, si consideras "olvido" como cosa que pasó y que me alejó de aquí...entra- bromeé. Bueno, no, no era broma. Era la pura verdad. Me había olvidado casi por completo de la hípica. Pero me aseguraría de que no volviera a pasar, después de todo con o si caballo había muchos equinos que eran propiedad de la hípica y eran libres de montar por quien sea. -Creo que el no tener caballo influye algo- me quejé, haciendo una mueca ligera sin dejar de sonreír.

Solté una leve risita, luego un suspiro, mirando con aire melancólico todo el lugar, pocos caballos quedaban en sus boxes, lo cual era extraño y llamativo.
- Supongo que sí... -me encogí de hombros, volviendo a mirarlo, esta vez a los ojos- de todas formas, ya te lo había dicho, pero repito por si acaso: eres libre de montar a mis caballos -comenté graciosa, recordando cuando lo conocí y le había dicho exactamente esas palabras, o algo parecido al menos. Ciertamente no había pasado tanto tiempo desde la última vez que lo había visto, que lo había conocido.

-...cuando haya alguno. ¿Sabes por qué está ésto tan vacío?- fruncí el ceño y separé mi vista de su cara por un momento para repasar puerta por puerta las cuadras de la hípica. Vacías. Sólo un par de árabes quedaban ahí. Estaban cansados así que probablemente sus dueños recién habían entrenado con ellos. Pero además de alguno que otro ocasional con varias puertas de distancia, todo estaba vacío. Hueco. -Esto parece muerto- mascullé entre dientes.

Suspiré, recordando de nuevo la preocupación que sentí al entrar en los establos, lo cual borró porcompleto mi sonrisa.
- Ni idea... -fulminé con la mirada los boxes vacíos de Wild y Tornesch, frunciendo el ceño y entrecerrando los ojos, para intentar sacar alguna hipótesis del porque tanto caballo desaparecido. volví a mirar a Kevin, bacilando con la mirada de aquí y allá.

-Seguramente formaron un complot malévolo en nuestra contra y se han marchado a otro lugar de la hípica- bromeé, riéndome con fuerza luego sacudiendo la cabeza para restarle importancia a mis tontas palabras. Bueno, todo podría ser posible. Considerando la alta inteligencia de los caballos...bueno, no, querían mucho a sus dueños y no tenían por qué huir. Sería mejor ir a buscarlos en vez de estar cavilando sobre su existencia y sus capacidades, pero poco se podía hacer. -Espero que no les pase nada- fue lo unico que dije.

Reí levemente ante su comentario, que tampoco era algo tan fuera de lo normal.
- Un complot... ¿eh?, suena convincente -puse cara de estar analizando aquella posibilidad, como para seguirle el juego a Kev. Luego me limité a dar pequeños pasos y asentir ante sus últimas palabras- no pido otro cosa más que eso... -aseguré, clavando la mirada en el suelo de los establos- creo que iré a buscarlos, ¿quieres venir? aunque sinseramente con este clima no parece la mejor idea... -recapacité mirando la nieve que caía suavemente afuera.

-Claro. Vamos- asentí lentamente con la cabeza. -Bueno, son muy listos, así que tendrían que estar en algún lugar cálido...¿la playa?- enarqué una ceja. Ciertamente la playa era un lugar bastante cálido, que seguramente no guardaba ningún recuerdo de la nevada que había azotado a toda la hípica. Podría ser posible. Además los caballos son sumamente inteligentes, apostaría a que iban a por un lugar más estable. Por lo menos de paseo. Y la playa quedaba como única opción.