La noche ya había hecho acto de presencia, por lo que lo más coherente había sido volver cuanto antes. Todavía estaba más que mojado, pero trataba de tomármelo como un detalle menor. Sonreí, ingresando a los boxes junto a Ana, Talou y Sea. Me había alegrado dar aquél paseo, ya que además de que me había divertido muchísimo, había aprovechado para probar a fondo al semental de salto, y había comprobado que sin lugar a dudas era el caballo ideal para mí. Al llegar le dí unas palmaditas en su cuello, dedicándole una sonrisa. -Te comportaste muy bien, pequeño- lo felicité, separándome de la chica y su semental para ocuparme de Taloubet. Lo primero que hice fue retirarle todo el equipo, dejándolo cerca para limpiarlo y eliminar de aquella manera los restos de sal, con el simple y sencillo objetivo de cuidar el material. Le coloqué la cabezada de cuadra al semental de salto, guiándolo hacia las duchas, ya que a pesar de que ya era de noche sería mejor quitarle todos los restos de sal. Modulé la temperatura del agua, comenzando a mojar a Talou en cuanto ésta estuvo tibia, aprovechando para pasarle un champú por todo su cuerpo y crines. Posteriormente lo enjuagué, quitando el exceso de agua y esperando un poco a que se secase antes de volver a los boxes. Al hacerlo le dí unas palmadas, ingresando al suyo, el cual tenía ya el lecho totalmente limpio, gracias a los mozos. Comencé a cepillarlo a conciencia, quitando todo rastro de suciedad que no hubiese sido arrastrado con el baño. Le desenredé las crines y limpié los cascos, comprobando de paso las herraduras. Todo en orden. Antes de salir aproveché para colocarle unas vendas de descanso, ya que sabía que el aporte térmico favorecía la circulación sanguínea y el drenaje luego de moverse tanto. Comprobé que tuviese agua fresca y comida, sonriendo al ver que efectivamente era así, dándole unas caricias. -Descansa, pequeño- le desee, antes de salir de su box y suspirar, estirándome. Me dirigí a el equipo de Taloubet, comenzando a limpiarlo mientras Ana terminaba de encargarse de Seabiscuit. Al ver salir a la chica, luego de finalizadas las tareas le dediqué una sonrisa, observando que se dirigía a el tablón donde todos los caballos a la venta aparecían. Me reí levemente, levantándome para llevar el equipo al guardarnés, volviendo y recostándome a la pared luego, observando la escena junto al semental Pura Sangre.