Sonreí al escuchar sus palabras, negando levemente con la cabeza. -¿Bromeas?-reí, bromista. -Tú me lo das todo con sólo respirar, Dajah.-Expliqué, esbozando una sonrisa torcida, perdido en sus brillantes, expresivos y oscuros ojos. Esperé su respuesta, sin duda alguna de que pudiese reírse o incluso poner en duda mis palabras, a pesar de que eran totalmente sinceras. Y no lo ponía en duda. No veía ni un solo día más de mi vida sin tenerla a mi lado, sin oír su voz, sin sentir su cariño y darle yo el mío. No. Ni siquiera me imaginaba unas horas sin ella. Parecía una locura, una locura para aquél que no ha sentido ni siente lo que yo sentía por Dajah en aquellos momentos. Lo que siempre sentiré, pasase lo que pasase, hasta el final. Le di un suave toque con mi morro en su cuello, pude gracias a la separación de los barrotes, que era la medida justa para que pudiese pasar mi morro entre ellos sin problema alguno. Reí y miré hacia el exterior de mi box, paseando mi mirada por cada cuadra, la mayoría vacía, aunque en alguna se encontraba algún que otro caballo, probablemente aburrido y cansado de estar allí, sin hacer nada. Sin que nadi le haga caso alguno. Sin un amigo a su lado que le alegre los minutos y horas, haciendo que éstos pasen más rápido.