-Me preocupo por mi seguridad, y creo que tú tendrías que hacer lo mismo- le espeté, frunciendo ligeramente el ceño para después suavizar el gesto con una sonrisa, restándole importancia a todo aquello. -Tengo un mal presentimiento, éso es todo- y era verdad. Algo me decía que nos quedáramos, que sería mucho más prudente el quedarnos en casa al amparo y cobijo de los establos y de los mozos de cuadra quienes, siempre solícitos, cuidaban bastante bien de nosotros. Éso lo decía mi lado lógico y racional, la faceta madura que se reflejaba muy de vez en cuando en mi interior, ya que normalmente terminaba haciéndole caso al lado salvaje e incontenible, quien dictaba ésta vez acudir al paseo, pasara lo que pasara.
Clup Hipico