La Manada Salvaje -APARTADO ABIERTO-

El camino cambiaba de aspecto poco a poco, la playa iba desapareciendo, dejando ver más vegetación, más pasto y menos arena. Me quedaba andando junto a Wild, siempre; no me apartaba de su lado y no lo haría a menos que ella así lo pidiera. Me puse a trotar, un trote extendido y elegante, en el que, por unos pocos instantes, mis cuatro patas quedaban elevadas, sin siquiera rozar el suelo. Estaba sumamente feliz, pero algo me abrumaba, algo me decía que tuviera cuidado, alerta.
- Wild, ¿no te resulta algo... extraño? -pregunté, sin sentido. No sabía que significaba, menos ella- me preocupa un poco... lo que pueda pasar, no es por ser pesimista -hice una mueca y reí por lo bajo- todo saldrá bien, ¿verdad? -me preocupaba ese echo, no sabía que era, pero tenía que asegurarme de que ella siempre se quedara a mi lado, a salvo.

Observé el camino, buscando algún lugar bueno donde podríamos descansar con gusto y comer la última comida que quedaba para hoy, escuché derrepente las palabras de Afri, este parecía estar preocupado al igual que Bucéfalo -Tenemos que confiar.. Afri, todos nos tenemos los unos a los otros- Le dije animándolo, acariciándole la cabeza con mi morro, mi galope pasó a ser un trote, todavía no habíamos llegado a cruzar por completo hacia el bosque pero igualmente la arena dejaba de aparecer poco a poco, los árboles abundaban en gran cantidad, el pasto de a poco se veia crecer, el aroma a pasto húmedo por la nieve derretida, parecía ser un lugar genial para descansar y tomar mucho aire, frené de a poco -Nos quedamos aquí- Aseguré y me quedé parada, observé a todos los demás -Huh..- Me recosté sobre el pasto corto que había por allí y observé a Afri, esperando a que se acostara también.

Ladeé la cabeza, frenando en seco, siguiendo sus movimiento, como si no pudiese despegarme de su lado, Mi preocupación era evidente, no pretendía ocultarla, pero tenía que hacerlo lo menos molesta posible. Intenté tranquilizarme, acosándome a su lado.
- Supongo que sí... tal vez es porque no salgo hace tiempo, no lo sé -admití, dándole unos mimos con mi morro y observando de a ratos los demás caballos- pero... en caso de que algo, lo que fuere, llegara a pasar... por favor, quédate conmigo, déjame protegerte Wild -la miré a los ojos, hablando muy en serio- asegúrame que no te pasará nada, porque te quedarás a mi lado, cariño... por favor, ¿si? -cambié mi cara a una más confianzuda, esbozando una sonrisita, y mordisqueando sus crines. Lo menos que quería era asustarla, aunque sería de lo más raro; pero ya comenzaba a sentirme un tanto paranoico.

Puse mi cabeza pegada a la de Afri cuando se recostó -Jamás me despegaré de tí.- Le aseguré sonriéndole -Afri, te adoro- Susurré devolviéndole el pequeño mordiscón de crines, observé el cielo, era azul marino, lleno de estrellas y una luna enorme, que parecía ser una luz, la luz del establo, que raro.. Seguramente esta sería la primera vez que dormiría afuera.. En estado "salvaje". Volteé mi cabeza hacia los demás caballos, esperando a que llegaran para descansar.

Suspiré y, aliviado, me dejé descansar un poco, apoyando mi cuello sobre su lomo.
- Te amo... -lo único que me importaba era tenerla cerca, sana y salva- y mucho -aseguré, felizmente. Miré de reojo a los demás, buscando con la mirada a mis hijos, aunque la oscuridad nocturna lo hacía algo complicado, la luna ofrecía mucha de su preciosa luz... suspiré nuevamente- realmente a esto s ele puede llamar paz -bromeé, apenas había ruidos, los cascos de los demás caballos, la brisa, algunos insectos y relinchos. Pero la noche era calma, a la vez que eso la hacía hermosa, también aparentaba cierta sospecha.

Por fin habíamos llegado llegado a la playa , me puse a corretear por allí y vi a Wild con Afri...no quise interrumpir ese momento entre ellos y me fui al mar para meter mis patas.
Hace un buen rato que no sentía el agua del mar en mis patas...mire a todos lados haber que podía hacer mientras estaba aquí, me resigne y me puse a caminar por la orilla de la playa.

La playa ya iba quedando atrás y el bosque comenzaba a hacer acto de presencia. La arena se entremezclaba con la fina hierba y cada vez se hacía menos notoria. Observé toda la abundante vegetación del lugar, quedándome al lado de Tormenta y Ginger, velando más por su seguridad que por otra cosa. Seguía seguro de que no era una buena idea del todo, pero aún así hice caso omiso a ello y me tragué mis propias preocupaciones para no invadir de pesimismo el paseo en el que supuestamente teníamos que disfrutar. Observé que los caballos poco a poco se iban acomodando y yo hice lo mismo, deteniéndome y observando a Ginger y a Tormenta. No podía pretender que se encadenaran a mí, pero ellas tampoco podían pretender que no estuviese preocupado. Claro que les daría la suficiente libertad de movimiento como para que hiciesen lo que quisiesen, en especial a Ginger, que siendo tan joven no tenía porque cargar con su padre. Esbocé una sonrisa y sacudí la cabeza. -Creo que éste es un buen lugar para dormir- avisé. Parecía un buen lugar, había bastante hierba, lo que resultaría cómodo para dormir. También había unos cuántos árboles altos que nos protegerían el sol matinal al otro día.

No había hablado con nadie en todo el viaje, tampoco es que me interesara mucho. También había pasado un largo tiempo sin tener mucho contacto con los humanos, mi querido dueño: Ethan; y también con los mismos caballos. En fin, me puse a trotar hasta donde comenzaba a asomar un poco de hierba, me tumbé allí y mordisqueé algo de pasto.

Alcance a los demás y observe la noche, hermosa, pero...no lo se, no estaba segura, había algo extraño...
Mire a Afri y a Wild, Afri también parecía intranquilo, pero supuse que solo era mi imaginación, seguro estaba exagerando, esta noche no podía ser diferente a las demás, trate de convencerme a mi misma de ello... respire hondo y luego me distraje observando el cielo nocturno y disfrutando de la brisa fresca...
Luego me recosté en el pasto para descansar, estaba muy cansada para dormir parada y poco a poco me fui durmiendo

me acerque a un pequeño trozo de hierva bastante mullido y me recosté, disfrutando de las estrellas.Me sentí triste al pensar en Tormenta,ahora que estaba Maris no podía estar con ella, no quería meterme en problemas;solo quería a alguien con quien estar pero, en fin, no encuentro a nadie.
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espero haber puesto bien las comas es que no puedo ponerlas mejor xD

Tras caminar unos pocos metros, la arena de la playa iba desapareciendo poco a poco, dejándole el lugar ahora a una gran cantidad de vegetación de intensos tonos verdosos y en la que se podía respirar una gran cantidad de humedad. La tierra estaba húmeda y de vez en cuando, algunas enormes raíces de los árboles asomaban de ella, haciendo que el camino fuese algo irregular. No me separé de Maris ni de Ginger en todo el camino. No dejaba de orientas mis orejas a todas partes, atenta a cualquier movimiento o ruido extraño proveniente de los alrededores. Llegamos a un lugar en el que la tierra estaba totalmente cubierta por una espesa capa de verdosa hierba. -Sí, parece un buen lugar para descansar, además de que tendremos alimento de sobra.-dije, riendo por lo bajo. Me tumbé despacio sobre aquel manto y me revolqué un poco, eliminando los restos más superficiales de sal que se habían acumulado en mi pelaje y crines. A continuación, comencé a mordisquear un poco la hierba que había a mi alrededor, mientras también esperaba que Ginger y Maris se tumbasen allí.

Sonreí al ver revolcarse a Tormenta, soltando una risita posteriormente. Antes de tumbarme también aproveché para comer un poco, buscando la hierba más fresca y verde y dejando la más seca de lado. Tenía un poco de sed, pero nada que no pudiese controlar por el momento. Además, el comer algo tan fresco como lo era aquello había calmado la necesidad de beber un poco de agua fresca. Finalmente volví junto a Tormenta, pese a que no me había alejado demasiado, cuánto más cerca mejor. Me tumbé a su lado, descansando finalmente mis entumecidas patas, en parte gracias al largo camino que habíamos tenido que recorrer. Acerqué mi morro a Tormenta, dándole algunos pequeños mordisquitos en las crines y en su cruz, a modo del acicalamiento tan común que practicábamos los caballos unos con otros. -Te amo- le susurré, esbozando una sincera sonrisa y luego acomodándome mejor, apoyando mi morro en la fina hierba, comiendo un poco de vez en cuando. Levanté la mirada al cielo, observando la cantidad inmensa de estrellas, la única luz totalmente natural que teníamos en el bosque. A pesar de todo, estaba alerta, preparado para levantarme en cualquier momento de ser necesario.

Observé cada movimiento de Maris, esbozando una dulce sonrisa. Cuando éste se tumbó a mi lado le dí un suave toque con mi morro. Noté sus suaves mordiscos, más parecidos a cosquillas que a lo que eran. Sonreí y repetí la acción de Maris, de forma que el acicalamiento fuese mutuo. Al escuchar sus palabras, sentí cómo si un centenar de mariposas comenzasen a volar libres por mi pecho, algo que sentía cada vez que veía a Maris, cada vez que escuchaba su melódica voz, sintiéndome cada vez más enamorada de él. -Yo más.-le susurré al oído, a la vez que acariciaba con mi morro su cuello y crines, cerrando los ojos. Hacía mucho que no estaba tan cerca de él, que no volvía a disfrutar tanto. -No sabes cuánto he echado de menos todo ésto. Poder estar a tu lado, sintiendo tu calor, tu respiración.-hice una leve pausa antes de seguir. -Sin poder decirte lo mucho que te quiero. Que te amo, y que no quiero que ésto termine nunca.-finalicé, esbozando una dulce y tierna sonrisa, mirándole a los ojos. Me abracé a su cuello, tratando de disfrutar al máximo aquel momento junto a él. Por un momento, me olvidé de todo, me sentí como si estuviese sobre una nube, pero unos sonidos, quizá del viento, me hicieron volver de aquellos pensamientos, pero sin dejar de mirar a Maris, aunque orientando las orejas hacia todas partes, lista para levantarme en caso de que ocurriese algo.

Llegué junto a mis padres. La arena de la playa había sido sustituida por verdosa hierba. Cuando paramos, no dudé en comer un poco de hierba fresca, sin alejarme demasiado de mis padres. Había oído su conversación sobre la idea de venir aquí de noche, con los peligros que éso conllevaría. Busqué un lugar en el que tumbarme para descansar, no muy lejos de donde iban a dormir mis padres pero tampoco pegada a ellos como si fuese una lapa. Podía ser aún una potranca, pero no era cuestión de mantenerme pegada a mi madre como cuando apenas tenía un par de meses. Por otro lado, sabía el tiempo que mis padres habían estado sin apenas verse, por lo que no quise interrumpir su posible reencuentro. Me dediqué a observar todo el lugar con detenimiento, atenta a cada detalle, cada sombra, cada movimiento. Tras pasar un rato así, terminé apoyando mi cabeza en el suelo, cansada después de aquel día. A los pocos minutos, me quedé dormida, intentado estar atenta a cualquier cosa, pero a la vez descansando.

Alcancé a los demás.No me gustaba ese lugar,notaba algo raro en él,pero seguí adelante,observando todos los lugares oscuros y escuchando atentamente cada sonido extraño o inquietante.Me acerqué a Totilas,ya que al igual que yo,estaba solo-Hola Toti-Dije sonriendo-Te lo estás pasando bien?-Le pregunté poniéndome a su lado.

Me sorprendió la pregunta de Totilas-Claro que si-Dije con una sonrisa-No tienes por qué dudarlo-Me apenaba verlo así,debía de estar pasandolo mal-Y...Por qué no estas disfrutando del paseo?-Le pregunté.

alba, mientras tu estabas con Kenia, yo anduve con tormenta pero aparecio marismeño ,y me sentí rechazado. Después estuve con Cammeron y Ankira ,pero como a lucero no le agradaba mi presencia ,me fui y ahora estoy solo.-Dije con una voz triste y apenado.

Lo miré apenada-No te preocupes por eso,lo de Marismeño y Tormenta es normal,llevan mucho tiempo sin verse y es normal que quieran estar juntos y hablar de sus cosas-Me daba pena-Pero mira,ahora ya no estas solo,ves?Ahora estás conmigo.

Comencé a caminar siguiendo al grupo para no perderles de vista. Le hice señas a Lucero y luego a Ankira para que comenzaran ellos también a caminar.
-Vamos o se quedarán atrás- Dije riéndome.

Tienes razón Alba ya no estoy solo estoy contigo.¿Te apetece ir a dar una vuelta por la playa un rato?-Doje con una voz alegre.Espero que te guste la idea porque a mi me apetece mucho.dije esperando ansioso su respuesta

Fui a trote siguiendo a Cammeron, estaba algo lejos así que empece a ir algo mas rápido para no perderla de vista, la alcance y no me separe de ella pues habían muchos caballos desconocidos y temía perderme entre entre la multitud.

Me apetecía de verdad,pero no debíamos alejarnos,la playa había quedado ya atrás,y si volvíamos,quizá ya no pudiesemos seguir otra vez a la multitud de caballos.Se lo expliqué a Totilas y esperaba que lo entendiese.

Troté a un lado de Shawna, yendo con ella todo el tiempo; sin pensar siquiera alejarme a menos que ella lo quisiera. Un silencio reinaba, pero no uno incómodo como se suponía fuera normal: uno algo agradable, que permitía disfrutar del panorama tan bello que nos rodeaba, pese a que ahora comenzaba a cambiar. La arena se volvía tierra firme donde mis cascos ya no se hundían y el suave olor salino de la playa pasaba a ser uno de bosque, con una mezcla de quietud de la noche. Tardé poco en darme cuenta que de hecho nos dirigíamos al mismo lugar donde el lindo puma hambriento había saltado sobre nosotros, lo que me puso por lo menos un pelín nervioso; aunque me tranquilicé en seguida al darme cuenta que en realidad no entraríamos, sólo nos quedaríamos afuera. Me tumbé en el suelo, incapaz de poder dar un paso más, mirando a Shaw. -Me niego a avanzar un solo paso más- me quejé, sonriendo de cierto modo.