Farouk:
El sonido de sus cascos al pisotear la hierba era más imponente de lo normal, como queriendo acabar con cualquier rastro de vida habitante en aquél bosque. Iba medianamente alejado de el resto de la manada, él se movía por su cuenta y únicamente recibía órdenes de sí mismo, así que prefería evitar situaciones conflictivas, a pesar de que eran las que más disfrutaba. Bufó y de sus ollares salió una nube de vapor debido al frío que hacía aquella noche, él sonrió con verdadera petulancia mientras se abría paso con un galope potente y fuerte, abarcando más terreno que normalmente. Habían captado el rastro de otros caballos en sus territorios. Únicamente caballos, no humanos, a los cuales sí prefería no enfrentarse. Siendo apenas unos pocos caballos pertenecientes a unos mugrosos establos, ¿por qué no acudir a el lugar en el que estaban para divertirse un poco? Con la opción de que salieran favorecidos en caso de que hubiese algo de lo que apropiarse, las ganas de ir en busca de aquellos pobres caballos lo invadía de forma cada vez más intensa. Volvió a reunirse con los líderes únicamente para escuchar cuál era el plan que tenían, sin poder evitar pensar que en aquél plan había alguna que otra falla, pero rodando los ojos posteriormente, dejándose llevar por la emoción del momento. Se dejó ver, también; observando la gran cantidad de yeguas que se encontraban en aquél lugar, totalmente desprotegidas salvo por algún que otro semental que creía que podría cambiar algo respecto a su propósito. Soltó una risa, clavando luego su mirada en una yegua que le llamó especialmente la atención, una hannoveriana castaña. Esbozó una sonrisa, situándose en un punto estratégico, escondido entre las sombras, detrás de la yegua y el semental que la acompañaba. Luego, lentamente fue avanzando, sonriendo en cuanto la yegua clavó su mirada en la suya.
Shawna:
Me había abandonado a merced del sueño hacía ya unos largos minutos, sin embargo no había llegado a dormirme totalmente, estaba cabeceando, manteniéndome en el punto medio entre la lucidez y el sueño profundo. El ruido que se apropió de aquél calmo lugar terminó de despertarme, haciendo que cualquier atisbo de cansancio que pudiese haber sentido fuese sustituido por la chispa de la adrenalina y nervios del momento. ¿Qué sucedía? Le dirigí una mirada inquisitiva a Tornesch, viendo luego como lentamente unos caballos desconocidos se dejaban ver. No, ellos no eran parte del paseo y más allá de no haberlos visto, percibía que eran diferentes, que tenían propósitos realmente... ¿malos? para con nosotros. Y no, no encontraba razón aparente. Me levanté con dificultad, observando como lentamente más y más caballos comenzaban a surgir de entre las sombras, teniendo la sensación de que comenzaban a rodearnos.
-Tornesch- lo llamé, presa del pánico, volteándome y encontrándome con un caballo que prácticamente nos acechaba desde cerca. El corazón me dio un vuelco, cayendo también en la desesperación del momento, sin saber exactamente como reaccionar o defendernos.