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Para los amantes de los caballos o ponis, que pueden ser desde amazonas o ginetes hasta caballos y ponis


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Reencuentro [Caballos-Humanos] -ABIERTO-

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1Reencuentro [Caballos-Humanos] -ABIERTO- Empty Reencuentro [Caballos-Humanos] -ABIERTO- Lun Abr 16, 2012 11:38 pm

Wild

Wild

Los caballos machos lograron llegar gracias a un fantasma, Ares.
Ahora el nuevo problema será cómo avisarles a los humanos que las yeguas están allí y cómo conducirlos hacia allí.

Por favor, les pido que sean realista, los caballos no hablan con los humanos, y creo que lo tienen claro. Así que lo único que pueden hacer serán gestos hacia ellos y queremos que al menos dure una o dos páginas. Gracias.

Otra cosa, por falta de humanos que puedan ir a buscar a los caballos las vacantes están libres para todos los humanos que quieran.

Bevanlee

Bevanlee

Ya habíamos llegado a la hípica, y aunque sí sabía qué tenía que hacer no tenía ni idea de cómo hacerlo. Ir por un humano y llevarlo a las yeguas, éso era claro. ¿Pero por quién? No conocía a nadie mas que a la chica del otro día y a su novio, y estaba muy poco seguro de que estuvieran ahí. Si estaban lo consideraría como un milagro del cielo o algo parecido al ser el único modo que teníamos de salvar a las yeguas, al menos por ahora. Entré al pasillo de los establos y vi a un chico rubio que me recordaba mucho al que me había presentado Montse, pero para asegurarme me acerqué todavía más. Sí, era él. Estaba preparando, al parecer, a otro caballo para salir, pero se estaban tomando su tiempo. Perfecto. Me acerqué a él y le toqué el hombro, jalando ligeramente la playera que llevaba con el hocico. ¿Qué cara pondría al verme? El cuello magullado, con una herida recién cerrada, las patas llenas de mordiscos que aunque limpios daban la impresión de que mis patas se romperían de cualquier momento a otro, aunque por fortuna mi lomo estaba intacto. Llevarlo a él no sería mucha molestia, estaba acostumbrado a llevar gente más pesada de todos modos. Bueno, lo hacía en mi antigua hípica, y desde entonces nadie me había montado. Sería cosa de probar suerte...y de que comprendiera mi bendito mensaje también. Relinché, nervioso, para darle a entender que tenía que venir conmigo.

Tornesch

Tornesch

Las palabras de Ares me habían golpeado muy duro, demasiado duro para mi gusto. El dato que él se divertía con todo éso también era algo sumamente doloroso, al menos para mí, pero la cosa ahora era buscar un humano para llevarlo y que pudieran sacar a las yeguas de una vez por todas. Sacar a Shaw. Imité el ejemplo del sufrido poni negro de entrar a los establos, queriendo encontrar a alguien conocido. Nahiara no estaba ahí, ni nadie que conociera, pero sí vi a una chica rubia que me inspiró algo de confianza. Se le veía algo apurada por alguna cosa, pero yo no sabía por qué y poco me importaba en comparación con salvar el pellejo de Shawna, así que me acerqué y le di un empujón con la cabeza por detrás. No, no la conocía, ni ella a mí, pero esperaba que viera reflejado en mis ojos la preocupación y la angustia que me invadían como para que accediera a montarme a través del bosque para rescatar a las yeguas. Resoplé ligeramente y le di otro empujón, suave, pero lo suficientemente apresurado como para darle a entender que yo también tenía prisa, y mucha.

eimy

eimy

Estaba desesperada,no encontraba a cammeron,ella era una de las yeguas desaparecidas,la había buscado por todos lados,pero no la había encontrado.
Luego se me acerco un caballo,había escuchado hablar de el,por las descripciones fisicas se trataba,de tornesch,
Me empujó suavemente con el morro,parecía algo preocupado,me habían dicho ya muchas veces que,yo tenía algo especial con los caballos,yo también lo sentía,sentía que podía comprender a estos animales y sin duda tornesch estaba nervioso y algo preocupado,se veía en su mirada en la posición de sus orejas..Luego recordé que el era uno de los caballos,que se había perdido con las yeguas.Quizás el sabría donde estaban cammeron y los demas caballos perdidos..
No tuve mas alternativa que confiar en tor -tranquilo chico,vamos a encontrar a tus amigas-le dije suavemente mientras me subía a su lomo..

Marismeño

Marismeño

Agradecí que Ares se ahorrase los posibles comentarios hirientes que seguro se le ocurrirían respecto a mí, pues gracias a ello había llegado con las ganas y fuerzas suficientes al club. Las heridas producto del encuentro con los sementales de la manada habían cerrado casi del todo, sin embargo todavía dolían un poco. Observé los establos en cuento llegamos, la mayoría de los sementales habían encontrado alguien al cuál acercarse a primeras, sin embargo yo no veía a Anita por ningún lado. Ni a ella, ni a ningún otro humano que pudiese inspirarme confianza y que al menos, lograse comprender que era lo que pretendía. La única capaz de comprender mi prisa y urgencia sería mi dueña, la única persona que realmente conocía todos los detalles de mí en aquél club, y no estaba. Solté un relincho de pura desesperación, ya que tampoco había ningún otro humano al cuál me pudiese acercar para pedir ayuda. Al menos los otros dos sementales sí habían encontrado a algún humano que pudiese ayudarnos. Esperé, nervioso y sumamente desesperado, guardando esperanzas de que Anita apareciese en cualquier momento, y que por sobre todas las cosas, accediese a seguirme, si es que me entendía.

Ethan (Ukyo)

Ethan (Ukyo)

Desde que mis caballos habían desaparecido apenas y me pasaba por el club, ya que no tenía motivos reales para hacerlo. Únicamente lograba preocuparme más con cada una de las visitas en las que comprobaba que mis fieles amigos y compañeros seguían ausentes. Aquél día había sido diferente, tenía ganas de montar un poco y afortunadamente me habían cedido uno de los caballos que usaban para las clases, un precioso semental bayo que parecía tener buen carácter. Bien, hacía bastante que no montaba, así que era bueno saber que no arriesgaría ni mi integridad física ni la del equino. Comencé a tararear una canción despreocupadamente mientras terminaba de ajustar la cincha, sintiendo que algo, o más bien alguien me tocaba el hombro. Me voltee, encontrándome con nada más y nada menos que Bevanlee, el amigo de Montse, que también había estado ausente aquellos días. -¿Bev?- pregunté con gesto desconcertado, saliendo del box del semental y acercándome al poni, observando sus heridas, claramente confundido. -¿Qué te ha pasado?- pregunta sin respuesta, pero que igualmente tenía que formular. Me acerqué a él un poco más, dándole algunas caricias y observando de cerca aquella herida del cuello. Parecía un corte, y estaba en una zona claramente peligrosa. -¿Qué pasa?- aquél relincho me había desconcertado más si es que era posible. ¿Qué pretendía? De por sí era extraño que se acercase a mí, y el no poder entenderlo dificultaba mucho más el asunto.

Bevanlee

Bevanlee

Sí, chico, soy Bev. Un gusto conocerte, sin duda. ¿Qué no ves? Me ha mordido un salvaje, un fantasma me arañó y después me estrelló contra un árbol, por eso estoy como estoy. ¿Mis heridas no te dicen qué demonios está pasando? No poder hablar con él era desquiciante, pero me abstuve a no tirarlo al suelo para obligarlo a que me montara, podría después marcharse. Además no me creía tan capaz. Relinché otra vez, más calmado, tirando de nuevo de su playera. Señalé con el morro a la silla con la que iba a preparar al otro caballo, como queriéndole dar a entender que me la pusiera o algo así. ¿Ponérmela? No estaba seguro de resistirla, no con éstas patas, sería mejor que fuera a pelo. Tiré la silla al suelo, del lado del pasillo, pateando el suelo impacientemente con mi casco en un punto cercano al lugar de caída del aparatito que a los humanos les parecía tan cómodo para montar a los equinos. Lo empujé con suavidad, desesperándome más a cada momento que pasaba, intentando guardar la calma lo más que me fuera posible en aquellas circunstancias trágicas.

Anita

Anita

Jake y yo llegamos rápidamente a los establos; íbamos de paso, sólo para coger las cabezadas de Sea y Talou. Pero cuál fue nuestra sorpresa que allí habían varios caballos sueltos, envueltos en un coro de relinchos y bufidos de nerviosismo y tensión. Observé las características de cada animal, distinguiendo entre ellos a Maris. Una inmensa alegría me recorrió de arriba a abajo. -¡Maris!-exclamé y sin pensarlo dos veces, salí corriendo hacia el lugar en el que el semental se encontraba. Aún casi ni lo creía. Maris estaba de nuevo aquí, conmigo. Todo el temor de que algo malo le hubiese sucedido había desaparecido, dejando lugar ahora a una gran alegría. Me abracé a su cuello, sin poder dejar de sonreir. Me separé de él posteriormente y le observé. Tenía varias heridas, ya casi cicatrizadas. La que menos me gustó fue la de su pata, aunque tampoco parecía cojear. Me agaché para observar mejor la herida y posteriormente, miré a los ojos al semental. -¿Qué te ha pasado? ¿Qué te han hecho? ¿Dónde estabas?-pregunté, sabiendo que de alguna u otra forma, Maris me respondería a todas y cada una de las preguntas. Allí no estaban ni la mitad de caballos que habían desaparecido, por lo que supuse que algo nos querían comunicar aquellos equinos. Miré a Maris a los ojos y ladeé ligeramente la cabeza, como si le estuviese preguntando con la mirada qué había pasado.

Ethan (Ukyo)

Ethan (Ukyo)

Notaba con claridad que pretendía algo, que tenía intenciones de que comprendiese algo. ¿Pero qué? ¿Cómo se suponía que me enteraría de qué era lo que quería? Suspiré, ceñudo y claramente desconcertado, ladeando la cabeza al ver que el semental tiraba la silla de montar al suelo. Bueno, al menos comprendía que tenía algo que ver con que lo montase, algo que me parecía mínimamente ilógico considerando el estado en el que se encontraba el pobre Bevanlee. Le observé las patas, haciendo una mueca casi imperceptible. De por sí el montarlo ya era algo complicado debido a su tamaño, el hacerlo en aquél estado me parecía poco adecuado. -A ver, ven- lo llamé, yendo hacia el guardarnés a toda prisa a buscar una brida que le quedase bien, volviendo con él con rapidez. Se la enseñé, esperando una reacción que me indicase que efectivamente era eso lo que quería. ¿Por qué? Ni idea, siquiera yo lograba hacerme una remota idea de adonde quería ir o qué pretendía hacer. Se la coloqué con cuidado, ajustándosela y esperando pacientemente. -No entiendo qué quieres, muchacho. ¿Adónde me quieres llevar?- le pregunté, guiándolo hacia la salida de los establos, ya luego me encargaría de desensillar al semental bayo si es que ninguno de los mozos se me adelantaba antes, sin embargo, el tema del poni me importaba más en aquellos momentos.

Marismeño

Marismeño

¡Oh, Anita! Por primera vez en todos aquellos días comenzaba a pensar que realmente la suerte sí se estaba poniendo de nuestro lado, pues la chica había llegado justo en el momento en el que más la necesitaba. Solté un relincho y corrí a su encuentro, correspondiendo a su abrazo con rapidez para luego separarme y escuchar las preguntas de mi dueña. No podía responderle ninguna, no en aquellos momentos, donde la seguridad de Tormenta y Ginger todavía corría peligro. Le tiré con mis dientes suavemente de la ropa, dándole posteriormente un empujoncito. Ella lograría entenderme. Tenía que entenderme, realmente no me imaginaba qué haría si ella no lograba hacerlo, pues consideraba que era una de las pocas capaces, sino la única. Solté nuevamente un relincho de pura desesperación, intentando que comprendiese que no podíamos perder tiempo, siquiera un segundo más. Le di otro pequeño mordisco en la ropa con mi boca, esperando pacientemente a recibir una respuesta de su parte. En aquellos momentos mi corazón latía desbocado, preso de la desesperación de toda la situación. Sobre todo me preocupaba que no llegáramos a tiempo, que alguno de los fantasmas dañase a las yeguas ya fuese física o emocionalmente, pues tenía bien clarito que ambas cosas dolían casi por igual.

Anita

Anita

-Maris, ¿qué es lo que está pasando?-inquirí, asombrada por lo nervioso que estaba y por los tirones que me daba en la ropa. Quería que lo montase, estaba segura. Traté de recordar los caballos que habían desaparecido. Tormenta. Ginger. No estaban allí. Sólo habían cuatro sementales de los muchos más que habían desaparecido. -¿Dónde están Tormenta y Ginger?-inquirí, esta vez ya más preocupada que antes. Mucho más. Podía estar casi segura de que Maris quería decirme dónde podían estar, pero no entendía por qué tanta prisa. ¿Qué estaba pasando? ¿Dónde estaban los demás? A saber. -Maris, mírate, tienes muchas heridas. No quiero que te pase nada, lo sabes.-le dije, mostrando la poca gracia que me hacía montarle estando en las condiciones en las que él estaba. Me acomodé la ropa que Maris se había encargado de mover, pidiéndome que hiciese algo. Algo que supuse sería montarlo. Me mordí el labio, sin saber qué hacer. Posteriormente, solté un suspiro, preocupada por el nerviosismo que presentaba mi caballo. Miré a mi alrededor; todos los caballos estaban igual, nerviosos, preocupados y muy, muy heridos y magullados.

Marismeño

Marismeño

¡No podía explicarle qué pasaba! No podía, no había forma de que entendiese claramente qué era lo que yo quería decirle, menos aún considerando que no teníamos tiempo qué perder. Bufé y observé hacia ambos lados, buscando algo que me sirviese para indicarle qué era lo que pretendía. Nada. Al escuchar los nombres de ambas yeguas solté un relincho e hice una pequeña levada, dándole a entender que justamente se trataba de ellas, que justamente aquello era lo que pretendía, llevarla hacia donde estaban. Anita era astuta y no dudaba que lograse comprender lo que pretendía si le daba tiempo y le indicaba correctamente el porqué de mis acciones. -¡No importo yo ahora! ¡No podemos perder tiempo!- me quejé, bufando. Agradecía que se preocupase por mí, quizás en otro momento le hubiese hecho caso y hubiese cedido sumisamente, pero no ahora. No ahora que tenía tanta urgencia por llevarla hacia donde estaba la manada. Le di un empujón, señalando mi lomo repetidas veces y ofreciéndoselo. Ni siquiera hacía falta la silla ni la brida, pese a que sabía que posiblemente Anita optase por colocármela, por pura seguridad. La observé atentamente, esperando que decidiese montarme finalmente.

Bevanlee

Bevanlee

Asentí con la cabeza al ver la brida, incluso mordiendo el bocado en señal de aprobación. Arghh. El metal. Ni en mi antiguo club me había acostumbrado a su sabor, pero bueno, qué se le iba a hacer. Casi lo saqué arrastrando hacia el claro sendero que marcaba el camino al bosque, a través del cual se divisaba un pequeño camino que habían abierto nuestros pisotones en la carrera contra el tiempo para salvar a las yeguas. A Montse. Pensar en la poni blanca me recordó por qué estaba acarreando tanto al pobre hombre. ¿Ethan? Sí, creía recordar su nombre, de un modo muy lejano y borroso. Cuando preguntó a dónde lo quería llevar, además del tonto comentario de que no me entendía, señalé hacia el bosque salvaje, esperando que no le diera un ataque o algo por el estilo. Le di un empujón con el costado, haciendo un pequeño piaffe impaciente, indicándole que montara ya para dirigirnos al bosque de una buena vez por todas. Bufé, impaciente, dándole un toque con mi morro en el hombro otra vez, señalándole mi urgencia y mis prisas.

Tornesch

Tornesch

Resoplé de alivio al ver que la humana se prestaba tan prontamente a montarme, lo cual ya era de por sí una ventaja. Le toqué la pierna con el morro a manera de agradecimiento y anduve al paso mientras me acostumbraba a sentir el peso de un humano sobre mi lomo otra vez, para después trotar y dejar que se acostumbrara a mi ritmo hasta llegar al lindero del bosque. Ahí estaba Bev forcejeando con un humano, y más atrás estaban el andaluz y el silla argentino buscando a sus respectivos dueño. Como yo apenas me había fijado en el bosque y a duras pena lograba distinguir el pequeño sendero que habían dejado nuestros cascos apurados al pasar decidí esperarlos, si habíamos llegado los cuatro partiríamos también los cuatro. Me paré a un par de metros del poni negro, intentando darle a entender a la chica que me montaba que no partiría sin ellos como compañía. No podía, sencillamente.

Ethan (Ukyo)

Ethan (Ukyo)

-Bien, tranquilo- le pedí a Bev, comenzando a sospechar qué era lo que pretendía. No era el único semental que había echo acto de presencia allí y los demás estaban igualmente heridos y nerviosos, lo que me daba una buena pista de qué era lo que pasaba. Todos justamente habían desaparecido el mismo día, y ahora volvían juntos, lo que me llevaba a saber que posiblemente quisieran llevarnos con los demás caballos que habían desaparecido. Tornesch, uno de los sementales del club se situó justamente a nuestro lado con una chica sobre su lomo, por lo que ahí todo encajó. Querían ayuda. Bien, de mi parte al menos era seguro que la tendrían. Me quedé al lado de Bevanlee al saber que no partirían hasta que estuviesen todos los sementales juntos con sus respectivos dueños o al menos alguna persona a la cual conocieran, a sabiendas de que mi peso en una situación así, en la cual el poni estaba tan herido sólo lograrían empeorar las cosas. Le dí unas caricias al equino en cuestión, revisando la herida de su cuello de cerca, un corte bastante complicado y sin lugar a dudas realizado por alguien que conocía cuales eran los puntos débiles, pues justamente se notaba que había perdido bastante sangre. Y agradecía que fuese así, porque si la herida avanzaba unos pocos centímetros habría perdido mucha pero mucha más sangre. Luego de esperar unos pocos momentos finalmente monté, con cuidado de no tocar ninguna de sus heridas. Me preguntaba si Layla ya estaría en la ciudad, porque al ver a Afri allí me había quedado más que claro que la necesitaba, y cuánto antes, mejor.

Bevanlee

Bevanlee

Bien, ya había comprendido mi mensaje. Vi que Tor no se iría sin mí ni sin Marismeño o Afri, así que yo tampoco lo hice, aunque estaba claramente impaciente por ir a rescatar a Montse. ¿Ethan sabría por qué tenía tanta prisa? ¿Recordaría el día aquel donde me encontré con Montse, y el comentario que él mismo había hecho respecto a mí y a mi amiga? Ojalá que sí, quizás así comprendiera mis ansias. Tanto como las había entendido Ares. ¿Le diría a Montse sobre él cuando la viera? ¿O sería mejor callármelo? Después de todo lo que me había hecho el dichoso fantasma parecía medianamente justo que lo dejara completamente a un lado, aún si sabía todas las ganas que tenía de ver a la poni, pero si aquello no hacía más que incrementar su rencor contra todo ser viviente, bueno, no iba a tener yo la culpa. Mejor decírselo discretamente, si es que Ares tenía la paciencia de seguirnos a través del bosque ahora que traíamos a los humanos. Ya le pediría que se quedara para mencionárselo a Montse, que lo extrañaba tanto como él a ella. ¿Me creerían? ¿Alguno de los dos? Esperaba que sí. Aquello de ser lechuza mensajera no era una cosa muy agradable que digamos, pero bueno, todo fuera por aquel par que tanto se extrañaban el uno al otro.

Layla (epi)

Layla (epi)

Tras haber regresado de la ciudad, sacado a Nav de paseo y haber ido con el médico por el pequeño problemita que ahora sabía crecía en mi interior, lo primero que hice fue ir a la hípica, obviamente. Quería, quería, quería de verdad montar a Afri, aunque fuera por última vez antes de estar incapacitada por toda la parafernalia del embarazo, pero cuál no fue mi sorpresa al verlo ahí, amoratado y magullado, con alguno que otro par de rasguños. Me acerqué a él, lo abracé y le dije cuánto lo había extrañado, viendo entonces por el rabillo del ojo a Tornesch con una amazona que no era Nahi, a Eth sobre un caballo que no era Pampa sino aquel poni tan amigo de Montse y al andaluz de Ani con su dueña montándolo. ¿Qué demonios estaba pasando ahí? Ninguno de los cuatro equinos estaba en condiciones óptimas, aunque se podía recalcar con sinceridad que el más deteriorado de todos era el pobre Bevanlee. Sí, lograba recordar su nombre aún. Dejé a Afri con un cubo con agua junto a su box antes de montarlo para ir a preguntarle a Ethan qué pasaba.. -Ethan- saludé, con una voz cantarina y alegre, tan feliz como sólo el sabía ponerme. Si iba a ser nuestro reencuentro después de tantas semanas tendría que ser más bonito, pero en éstas circunstancias era casi imposible. -¿Sabes qué rayos está pasando aquí?- pregunté, acercándome con una mano en el vientre, cosa inevitable ahora que mi mente era consciente del tesoro tan preciado que cargaba en mi seno. -Afri, Bev, Tor, Maris...- fruncí el ceño, esperando una respuesta por su parte, aunque el gesto contrariado en su faz me decía que sabía poco o nada sobre aquel lío colosal.

Ethan (Ukyo)

Ethan (Ukyo)

Al escuchar aquella voz tan conocida para mí me voltee, observando a Lay y esbozando una enorme sonrisa pese a la situación tan rara que estábamos viviendo. Desmonté, aparentemente ninguno estaba dispuesto a partir sin sus compañeros y todavía faltaban Afri y Maris, el semental español. -Oh, bueno, no sé mucho más que tú. Al parecer nos quieren llevar a algún lado, supongo que será donde están los demás caballos desaparecidos, a juzgar por la urgencia que tienen los cuatro- junto con los sementales, también habían desaparecido aquellas yeguas que tan importantes eran para ellos, por lo que sí, entendía en parte su desesperación. Imaginaba que algo similar me pasase respecto a Layla y se me ponían los pelos de punta, por lo que lo comprendía. El verla de nuevo reavivaba todas aquellas emociones propias de los momentos en los que estábamos juntos, y todavía recordaba con una extraña claridad el momento en el que le había pedido casamiento justamente en mi casa. Estábamos comprometidos, ni más ni menos que eso. -Lo que no sé es cómo se lastimaron tanto- mascullé por lo bajo, el sendero parecía llevar al bosque y allí había peligros de sobra, sin embargo no tenía idea de cuál sería el motivo real del estado de los sementales. ¿Lobos? No, lo veía poco posible, sin embargo eran pocas las otras alternativas que se me ocurrían. ¿Estarían todos bien? Rezaba porque así fuese, porque Pampa y Sombra se encontraran bien, no queriendo siquiera imaginar lo contrario. No me hacía una idea de qué sería de mí sin ellos, considerando el tiempo que llevábamos juntos y cuánto los quería.

Layla (epi)

Layla (epi)

Sí, él no sabía tanto como esperaba, pero por lo menos tenía una mínima pista del por qué estaban sólo esos cuatro ahí, reunidos. Marismeño parecía intacto, robusto y fuerte como siempre, aunque no lo mismo se podría decir ni de Tornesch ni de Bevanlee. Afri estaba en un punto medio entre el andaluz y el poni, lo que me alivió: no era nada de demasiada gravedad como para llevarlo con el vet ahora mismo. El que sí me preocupaba un poco era el más herido de todos, pero parecía terco en querer llevar a alguien hacia la espesura del bosque. ¿Y quién podría importarle más como para sacrificar casi la vida que...Montse? Ups. Ahora veía el verdadero problema. -Montse- susurré. No estaba perdida, ella y Bev eran prácticamente inseparables a juzgar por las pocas veces que los había visto juntos, ambos habían estado en el mismo lugar y los habían separado o algo por el estilo. -¿Por qué no vino ninguna yegua?- algo les había impedido venir, al igual que el resto de los machos. La pregunta era, ¿qué? Sin esperar su respuesta giré sobre mí y troté, bueno, aunque después tuve que caminar hacia donde había dejado a Afri. Habíamos montado a pelo antes, y considerando su estado medianamente debilitado sería lo mejor ir sin silla. Monté y le pedí ir al paso, no podía arriesgarme a mucho traqueteo. ¿Iríamos demasiado rápido como para pedirle trote a mi semental? Esperaba que no, aunque no podía pedir que fuéramos tranquilamente sin arruinarle la sorpresa a Ethan. Oh, la sorpresa. Me mordí el labio y bajé la mirada, situándome a un lado de Bev y Eth. -¿Nos vamos?- sugerí, sonriéndole con cierto nerviosismo ahora. El andaluz y su dueña estaban ya a su lado, listos para partir, lo mismo que el hannover y la chica: no faltaba nadie.

Ethan (Ukyo)

Ethan (Ukyo)

Bueno, al menos podía comprobar que efectivamente había llegado a una conclusión acertada al pensar que toda aquella desesperación era por las yeguas. Montse, en caso de Bev. Le dirigí una mirada compasiva al pobre poni que tan mal la había pasado intentando proteger a su compañera de quien sabe qué cosa. Observé luego a Lay, después de todo Montse era su yegua y debía estar pasándola tan mal como Bevanlee, el cual claramente le tenía un cariño especial. Llegaba hasta puntos que podían resultar...curioso, mínimamente. Todavía recordaba el primer día en el que había aparecido, lo juntitos que estaban con la yegua blanca y cuánto cariño se demostraban a cada momento, lo que despejaba todas mis dudas respecto al tipo de cariño de Bev. -No tengo idea- me quejé por lo bajo, al menos parecía que estaban bien, ya que por algo querían llevarnos a buscarlas. Sería para eso, ¿no? Esperaba que sí, pues fuese lo que las hubiese llevado hasta el bosque parecía lo suficientemente fuerte como para mantenerlas cautivas. Todo aquello era muy extraño. Al ver a Lay ir a por Afri aproveché para montar en Bev, dándole una caricias. -Tranquilo, muchacho- le susurré, sonriendo quedamente. Deseaba decirle alguna que otra palabra de aliento, sin embargo en el momento no me salía nada y posiblemente sirviese de poco. -Vamos- le respondí a Lay en cuanto llegó a mi lado, sin tener que tocar siquiera a Bev, pues tenía bien clarito que el poni estaba esperando ansiosamente que la dueña de su amiga y su caballo se sumasen para poder partir finalmente.

Bevanlee

Bevanlee

Oh, la novia y el novio del otro dia estaban ahi. Que bonitos. Cuando senti al chico montarme y viendo a todos listos para partir no espere ni un momento y anduve a buen paso por el trecho dañado de bosque que nos indicaba el camino a seguir, al menos hasta que llegaramos al claro donde estaban los machos para hacer una pausa, seguro de que me cansaría aun sin las agresiones fisicas o verbales de Ares. Todo era silencio excepto por el traqueteo de los cascos de nuestras patas y los jadeos de una chica. ¿Se habia cansado? Ya querria verla llevando a alguien sobre ella a ver si no se cansaba como yo. Esperaba que tuviera alguna razon, no queria pensar que estaba al borde de un ataque o algo similar, pero por si las moscas reduje el trote a un paso considerable, comodo y facil para todos los caballos y jinetes. Llegamos al claro e hice una pausa, esperando a ver si alguien se detenia o la chica descansaba.

Ethan (Ukyo)

Ethan (Ukyo)

Cada vez nos internábamos más y más en el bosque, un detalle que llegaba a inquietarme. No es porque no confiase en el sentido de la orientación de los equinos, sino porque no sabía realmente a qué tendríamos que enfrentarnos. Todavía aquella pregunta de cómo estarían los demás caballos desaparecidos recorría mi mente, y lo peor era que no lograba encontrar una respuesta. Todavía seguía observando la herida que yacía en el cuello de Bev, y todavía la pregunta de quién se la habría hecho. El camino parecía eterno, pues permanentemente había árboles y vegetación en abundancia frente a nosotros: el bosque no tenía fin. Luego de un periodo de tiempo considerable en el que el más inquieto de los silencios se apoderó del lugar, llegamos a un claro. Allí estaban los demás sementales que faltaban en el club. Uf, al fin sentía que podía inhalar y exhalar correctamente el aire que llegaba hasta mis pulmones. Al menos teníamos la seguridad de que ellos estaban bien, igualmente heridos, pero bien al fin y al cabo. Observé a Bev, dándole unas palmaditas amistosas en su cuello. -¿Quieres descansar un poco?- sí, posiblemente la respuesta fuese un no, únicamente por Montse. Viendo el estado del semental, era más que obvio que si fuese por él se quedaría allí tumbado un buen rato recobrando energías, pero saber que la poni blanca lo necesitaba lo alteraría lo suficiente, o al menos eso suponía yo. Desvié mi mirada hacia Lay, dedicándole una pobre y casi minúscula sonrisa, paseando mi mirada posteriormente entre los demás sementales. El más entero era Maris, pues pese a las heridas que adornaban se le notaba medianamente animado, con bastante ánimo todavía pese a todo. No imaginaba qué tan mal se sentirían Bev, Maris, Tor y Afri respecto a lo que había sucedido. Sobre todo por el tema de las yeguas, los cuatro habían perdido a alguien importante y eso no era un detalle menor.

Ares

Ares

Había estado supervisando a los sementales en el camino de vuelta al claro, para ir posteriormente a la zona en la que se encontraba la manada salvaje, o lo que quedaba de ella. Escondido en la espesura del bosque podía asegurar que ni caballos ni humanos habían sentido mi presencia, cosa que me complacía. Se notaba que les fallaban las fuerzas, pues aquél trote con el qué iban no era ni la mitad de animado de lo que esperaba. Todo lo contrario, era bastante lento si nos poníamos a pensar en la situación, aunque bueno, no los culpaba realmente. Una vez que llegamos al claro me quedé aún resguardado en mi escondite natural. ¿Pararían a descansar o directamente seguirían? Observé principalmente a Bevanlee, dudando sobre qué tan bien llegaría junto a mis colegas. Más allá de las heridas, el ser montado de por sí seguro le hacía realizar un mayor esfuerzo. Suspiré y esperé, haciendo acopio de la última cuota de paciencia que me quedaba, observando atentamente también las reacciones de los que se habían quedado en el claro esperando.

eimy

eimy

Una vez que estuvimos todos listos para partir,lo hicimos.Nos adentramos en el bosque,se podía sentir el olor o aroma, por así decirlo a plantas ,a vegetación,ese olor me agradaba.por mi parte estaba muy relajada,lo que era raro en mi ya que en estas situaciones suelo ponerme histerica.Pensaba en cammeron y en las de mas yeguas ¿como estarían? ¿dónde estarían? y muchas preguntas mas que se cruzaban por mi mente,ese pensamiento fue interrumpido cuando sentí un dolor en mi brazo izquierdo -ahhg- grité levemente,me había enganchado el brazo con una de las ramas punzantes que sobresalían de la espesura del bosque,mi brazo sangraba,no mucho,-solo es un corte-dije por lo bajo.
Luego mire a tor era un caballo esplendido pensaba,mientras observaba algunas de sus heridas.
-pobrecillo- le dije susurrandole al oído,mientras le acariciaba el cuello ,suavemente.
Levante mi mirada,veía a no muchos metros un claro y en el caballos,forcé mi vista y divisé que eran los sementales perdidos o los que faltaban.Emboce una sonrisa al verlos.luego vino esa pregunta a mi,que era bastante lógica ¿las yeguas,donde estaban?.Quizás en otra parte...No lo sabía,pero lo que no dudaba es que tor y los de mas caballos nos llevarían a ellas.

Bevanlee

Bevanlee

No, no quería descansar, quería seguir andando y sacar de una buena vez por todas a Montse de ahí, pero si de por sí caminar por mi cuenta era ya un esfuerzo caminar con alguien sobre mi lomo era todavía el doble de doloroso, así que sí, descansé aunque no quisiera, simplemente no podía seguir ya. Asentí con la cabeza ante su comentario, teniendo buen cuidado en ver que desmontara antes de tirarme al suelo y caer redondo en el pasto, sintiendo cómo el sol calentaba mi pelaje, arrullándome de cierto modo. Al estar seguro de que no sería el único que se detendría a descansar estuve un ratito con los ojos cerrados, esperando que cualquier movimiento por parte del resto de los sementales me despertara, pero no, estuve así un buen rato, levantándome poco después para beber agua, muchísima, y después ponerme a pastar la hierba que por tanto tiempo había estado extrañando. Moví mis orejas hacia atrás, alerta todavía, por si algo se ofrecía por ahí.

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