Clup Hipico
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Para los amantes de los caballos o ponis, que pueden ser desde amazonas o ginetes hasta caballos y ponis


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Reencuentro [Caballos-Humanos] -ABIERTO-

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Marismeño

Marismeño

-No tienes que agradecerme nada. Nada, ni ahora, ni nunca- el único que debía agradecer algo en aquella situación era yo. Agradecerle a ella por acercarse a mí, por aceptarme con todos mis defectos; los cuales no eran pocos. Por brindarme a Ginger, aquella potranca que había logrado cambiar mi vida aún más, que había conseguido brindar la cuota extra de felicidad que hacía falta en mi vida. -Y en estas situaciones, ustedes son las que de verdad importan. Mi vida sin ustedes no sería nada- le dediqué una sonrisa a Torm, acercando mi morro hacia ella y dándole una suave caricia en su cuello, observando luego a Ging. Todavía recordaba sus primeros pasos guiados por aquella curiosidad que todavía seguía presente en ella, pero mucho más controlada o al menos apaciguada por el momento. El confirmar que evidentemente estaban bien me arrancó una enorme y brillante sonrisa, por lo que finalmente pude disfrutar al menos un poco de la situación, de volver a verlas. Todavía recordaba el momento en el que nos habíamos encaminado al bosque, aquél en el que los malos pensamientos me invadían con mucha fuerza, temiendo quizás por el ataque de algún animal salvaje, algún depredador...ahora incluso eso sonaba sumamente minúsculo comparado a lo que nos habíamos tenido que enfrentar. Caballos salvajes, fantasmas, todo aquello me seguía pareciendo una película. -Nunca- concluí, con seguridad y determinación, pues sabía que así sería. Nunca más nadie me las arrebataría, nunca. Si tenía que arriesgar mi vida para mantenerlas a ellas a salvo estaba claro lo que elegiría, por lo que no fue necesario decir nada más. Suspiré, paseando mi mirada entre ambas, mis preciadas Ginger y Tormenta. -Pronto volveremos al club y no tendremos nada más de lo que preocuparnos- susurré, nuevamente seguro de mis palabras. Algo me lo decía, algo me indicaba que finalmente ahora sí seguiríamos sin demasiados inconvenientes. De la mano de Anita no podía negar que mi vida tenía un muy buen futuro por delante, al igual que las de ellas, pues mi dueña velaba por mi bienestar y también por el de ambas.

Ares

Ares

-Es verdad. No tendrías que haberte quedado conmigo, teniendo un futuro mucho más prometedor, muchos amiguitos en el club e incluso una dueña que te quiere, ¿por qué quedarte a mi lado?- eso, ¿por qué? El iluso había sido yo por haber pensado que ella preferiría hacerme compañía, que al menos intentaría ayudarme en vez de quedarse con su antigua vida. No había razones, después de todo yo era un fantasma, un pobre fantasma que vagaba por el mundo buscando la paz que se me había arrebatado. Hice silencio, observando a los humanos y reconociendo a una, a la dueña de Montse. Ceñudo y malhumorado como estaba la fulminé con la mirada, pese a que ella no la percibió, pues en parte había contribuido a que la poni se hubiese alejado a primeras de mi lado. Maldita sea. El pánico me embargó, pues realmente no podía permitirme caer tan bajo nuevamente. No podía permitirme ser débil. -¿Querías ayudarme?- pregunté, esbozando una sonrisa más bien irónica. Basta. No me servía de nada herirla a ella, después de todo, seguía teniendo un lugar guardado para ella en mi interior, donde todo el cariño que creía haber borrado para con Montserrat seguía bien presente, empeorando las cosas si es que era posible. -Lo mejor que podrías hacer es irte. Marcharte nuevamente antes de que las cosas vayan a mayores, antes de lograr cautivarme de nuevo como lo hiciste antes. Si no conociese tu buen corazón, si no estuviese al tanto de que de verdad eres...buena, pensaría que lo haces a propósito. Que haces todo esto para volver a lastimarme- la observé fijamente, dejando a entrever toda la pena que mis ojos podían transmitir. Diablos, yo no quería volver a encariñarme con ella, después de todo tenía a Bevanlee, tenía al club...yo sobraba en toda aquella historia. -Vete, Montse- le pedí, pese a que en realidad lo que menos quería era volver a apartarme de ella, las cosas debían ser así. El seguir escuchándola solamente ponía cada vez más a prueba mi autocontrol, por lo que antes de sucumbir nuevamente ante aquellas ideas que rondaban mi mente, prefería sufrir. Sufrir por apartarme, pese a que era lo mejor para ella.

Tormenta

Tormenta

Negué levemente con la cabeza, esbozando una sonrisa ladina. Claro que tenía mucho que agradecerle. Todo. Él me lo había dado todo, y me lo seguía dando. Pero estaba claro que por mucho que insistiera en ello, él insistiría aún más en todo lo contrario y acabaríamos formando una discusión sin fin. -Tú también importas. No te olvides. Eres mi todo; mi principio y mi fin. Aquello por lo que pienso qu merece la pena vivir. Eres la fuerza que me mantiene en este mundo y no deja que me suelte.-aseguré, dándole también a él un toquecito con mi morro. -Y sabes que me podría pasar las horas y las horas diciéndote todo lo que eres para mí.-añadí, ahora con cierto tono bromista, soltando luego una risita por lo bajinis. Y tanto que podía pasarme así las horas, pues él era tanto que a veces se me hacía difícil incluso recordarlo todo. Aunque lo bueno era que podía resumirlo en que lo era todo, pues no era mentira en absoluto. Y aún me parecía un sueño el tenerlo a mi lado de nuevo, sano y salvo, y saber que nunca se irá. Un sueño hecho realidad. Toda preocupación ahora no existía. Ya no. Se acabó. -Por supuesto. Sólo tendremos que preocuparnos de ser felices, y con sólo tenerte a mi lado ya lo soy, así que...-prácticamente, era totalmente cierto que ya no tendríamos que preocuparnos por nada. Aunque, eso sí, quizá para Ginger todo fuese a comenzar ahora; cuando lleguemos a los establos seguramente nos separen, a ella la lleven a un box y a mí en otro. Y también muy pronto comenzarían a domarla. Todo iba a comenzar ahora. Su vida de potranca había llegado a su fin. Quizá algo triste, pero cierto.
Miré ahora a mi alrededor. El haber visto a Maris después de tanto tiempo había hecho que me olvidase por completo del mundo y de lo que ocurría a mi alrededor. Fantasmas, sementales salvajes, reencuentros entre parejas e hijos... Todo era un laberinto de idas y venidas de caballos, abrazos, sonrisas y algún que otro rostro de preocupación. Quién iba a decir que este bosque ocultase todo esto... Parecía irreal. Una fantasía. Un sueño.

Montserrat

Montserrat

¿Por qué? parecía una pregunta realmente complicada, cuya respuesta no era una razón válida; pero para mí era muy simple y sencilla.
- ¿Por qué quedarme a tu lado? porque eres mi amigo, porque te quiero... -sabía que palabras como esas podrían carecer de sentido para él, así como podían herirlo en lo más profundo, pero no podía mentirle, menos en aquella situación, tenía que decirle todo. Apreté los dientes, queriendo no haber oído su respuesta- no puedo... no puedo irme, no quiero hacerlo -susurré, aún con la cabeza bien gacha. Después de todo lo único que deseaba eran arreglar las cosas, pero parecía ser algo imposible- realmente, Ares... ¿realmente eso ayudará? -pregunté, queriendo que su respuesta fuera un rotundo no- no quiero ser persistente, no quiero volver a lastimarte -pero lo seguía haciendo y aquello me dolían tanto y más que sus palabras pidiéndome que me alejase de él- pero tampoco quiero perderte... -si había algo que odiaba, era perder a un amigo, más sabiendo que era la culpa era totalmente mía. Si podía remediarlo, entonces lo haría, de alguna forma u otra- sólo necesito saber si en verdad es lo que quieres, si en verdad me necesitas lejos... pero si tengo la manera de solucionar este asunto, si hay una posibilidad de no volver a alejarme y no volver a herirte, entonces quiero descubrir cuál es -la voz sonaba menos quebradiza y lastimera, había más bien determinación en ella. Miré al fantasma con el rabillo de mis ojos humedecidos.

Ares

Ares

Ah, así que pese a todo Montse seguía considerándome su amigo, seguía queriéndome. No sabía si todo aquello se debía a que la pobre poni pecaba de inocente o sencillamente le costaba procesar las cosas que sucedían. Había estado a punto de matar a su compañerito Bev, por lo tanto, dudaba que su cariño llegase tan lejos. Esbocé una sonrisa más bien burlona y la observé, notando claramente como la rabia comenzaba a carcomerme por dentro nuevamente. -Hum, ¿me dejas plantearte una situación? Verás, querida Montse...hoy estuve a punto de encargarme de acabar con la vida de tu querido Bevanlee. Créeme, a punto. Si no lo hice fue porque deduje que no valía la pena gastar mis energías en alguien como él, y fue la decisión acertada- mantuve aquella sonrisita altiva y algo petulante, pese a que aquél no era el carácter con el que quería manejarme enfrente a ella, necesitaba saber más. Necesitaba indagar en aquella relación que teníamos antes de decir otra cosa o sacar conclusiones tempranamente. Necesitaba respuestas. -Dime, cariño, ¿qué habría pasado si realmente me hubiese encargado de él? Supongo que estarías muy, muy, muy lejos de quererme. ¿Por qué lo haces, sabiendo le quité la vida a mucho como él? ¿Acaso el hecho de que todos los demás no fueron Bevanlee ya le quita importancia?- no tenía claro si ella entendería adónde quería ir, pero confiaba en que sí. Si no, no me importaría volver a formular mi pregunta mientras ella respondiese. Al oír su avalancha de preguntas me di cuenta de que no, nunca había entendido el porqué de mi distanciamiento. Negué suavemente con la cabeza, dirigiendo luego mi mirada hacia el bosque. -Montse, Montse...- susurré, suspirando. Bueno, si me iba a alejar de ella, prefería que fuese siendo sincero. Al menos así entendería mis razones, comprendería que tenía mis motivos. -Nada me gustaría más que poder quedarme a tu lado, nada. Pero vamos, ¿cuánto demorarán Bevanlee y tú hacerse noviecitos? De verdad no quiero presenciarlo, además, conociendo mi carácter explosivo sé que podría acabar con él en lo que canta un gallo- le dediqué una sonrisa sincera, pese a que mis palabras no la ameritaban. Después de todo, estábamos tratando un tema complicado. -Además, soy muy celoso, el pobre poni lo comprobó hoy por las malas. Sumando eso a un rechazo inminente, creo que las cosas no acabarían bien, ¿no crees? Supongo que ya habrás notado el porqué de todo esto, pero por si acaso, no quiero ser tu amigo. No puedo, de hecho, no sabiendo que te quiero como mucho más que eso- sí, pero de nada servía. Ahora lo tenía a él, así que sólo restaba alejarme, seguir mi camino. -No necesito lástima, siquiera compasión, conozco perfectamente tus sentimientos y prometo no molestarlos más- aseguré, no tenía idea de cuánto se mantendría en pie aquella promesa, pero al menos lo intentaría.

Marismeño

Marismeño

-Bueno, creo que es un hecho que te amo y confío ciegamente en tus palabras, por lo que, esto será un ir y venir constante si no le ponemos un freno- me reí, pues conocía ese tipo de charlas. Hasta que alguno no cediera no podríamos dejar de discutir sobre quién quería más al otro o quién era más importante para quién. Bah, en aquellos momentos, eso era lo que menos me importaba. Había logrado dejar de lado mi terquedad, únicamente para lograr concentrarme en ellas, mi vida, ni más ni menos. Hice una pausa, observando a los demás caballos, siempre atento a la orden de marcharnos, pues no podía controlar mi ansiedad para irme de aquél sitio que tantos malos recuerdos me traía. -Bueno, cuéntenme: ¿disfrutaron al menos un tantito de toda esta experiencia?- bromee, riéndome suave y melódicamente. Lo único bueno que podía sacar de todo aquello era que previo al secuestro habíamos logrado pasar un buen tiempo en familia, pese a las preocupaciones que nos invadían, estábamos disfrutando. Además, el conocer nuevos lugares resultaba igualmente interesante, y la idea de volver en un futuro sonaba bastante bien considerando que seguramente los caballos salvajes ya se habrían marchado. No les convenía mantenerse en esas tierras ahora que los humanos sabían de su existencia, pues más de uno seguramente acabaría tentándose, embarcándose en una peligrosa expedición en busca de un equino que le sirviese. Sí, habría pagado por ver la doma de cualquiera de ellos, habría pagado por verlos acercarse a los humanos y comprobar que no eran tan malos como seguramente pensaban. Ilusos. -Quiero irme ya- me quejé, frunciendo el ceño con visible exasperación. Diablos, ¿era necesario seguir exponiéndonos a los peligros del bosque? No, claro que no, cuanto antes llegásemos al club mejor. Mis patas pedían un poco de agua tibia, pues pese a lo saludable y cómodo que me veía, sentía un dolor punzante en las cuatro. En especial en mis manos, las cuales habían sufrido coces y mordidas a motones de parte de los salvajes. Argh, siquiera quería pensar en ellos, pues la rabia me invadía. Me mantuve sumamente alerta y despierto, captando cada movimiento y sonido que proviniese de los alrededores, por ahora no corríamos peligro alguno, afortunadamente. Sin embargo, mejor prevenir, sin mencionar que me negaba rotundamente a separarme de Torm y Ginger nuevamente.

Dark Night

Dark Night

Y de un momento a otro, todo había dado un giro de 180º. Nuestros líderes habían muerto a manos de los fantasmas y estos se habían puesto de parte de las yeguas, guiando a los sementales hasta ellas para que así pudiesen rescatarlas. Aquello parecía de película. Incluso sonaba gracioso. Pero los sementales no venían solos; unos humanos venían sobre ellos. Humanos. Puaj. Busqué a Cam con la mirada, aquella yegua apaloosa con la que había pasado prácticamente todo el tiempo desde que habíamos secuestrado a las yeguas hasta ahora. Una humana se le había acercado. A ella no pareció gustarle demasiado. ¿Era una yegua de cuadra a la que no le gustaba el contacto con humanos? Qué locura. Esbocé una sonrisa divertida, sin perder de vista la escena en la que la humana trataba de ganarse la confianza de la yegua. En aquellos momentos no me pareció buena idea en absoluto el acercarme a despedirme de ella. No pensaba acercarme sin que antes la humana se hubiese retirado lejos, bastante lejos. Pero tampoco iba a quedarme allí estático, viendo cómo se llevaban a Cam sin que antes me hubiese despedido de ella. Al fin y al cabo, era mi amiga, y no iba a desaparecer así como así por arte de magia. Di unos pasos acercándome a la apaloosa, colocándome tras ella, a una distancia bastante prudente como para que la humana ni se me acercase. -Eh, Cammeron.-la llamé, obligándome a esbozar una sonrisa simpática. Una vez que ella se giró, me acerqué un par de pasos más. -Bueno, creo que todo esto se ha terminado. Enhorabuena, volverá a tu hogar, con tus queridos humanos y tu amiguito.-comenté, desviando mi mirada hacia el semental blanco que estaba con ella antes de que la capturase. -Espero que podamos volver a vernos... Algún día.-proseguí, clavando ahora mi mirada en los vidriosos ojos de Cammeron. -Adiós, un placer haberte conocido.-concluí, retrocediendo lentamente hasta separarme unos metros de ella y dando media vuelta para volver junto a mis colegas de la manada, que ahora de manada no tenía nada. Esto parecía no tener ni pies ni cabeza. Ahora, las peleas entre mis colegas por saber quién sería el líder sucederían a cada momento, sin mencionar que nos tendríamos que marchar de allí, lejos. Y todo gracias a la brillante idea de Anwar de capturar a las yeguas y llevarlas hasta nuestro territorio. Genial. No paró de dar problemas hasta su muerte. Lo bueno, es que todo había acabado. Adiós Anwar; adiós sus ideas. Ya otros problemas llegarían, pero por ahora unos se habían acabado. Lo único que me daba bastante pena era dejar mi hogar; el bosque, el lugar en el que había nacido y en el que me había criado. No conocía otro lugar que no fuese este. ¿Qué pasaría ahora? Esa pregunta era toda una aventura por descubrir. Todo dependía de lo que decidiese hacer a partir de ahora.

Wild

Wild

-Está bien- Le susurré con una pequeña sonrisa incómoda. Me limité a sacudir un poco la cabeza luego de esto -Este... Afri, quiero ir a ver como está Ghali- Y sí, en verdad me preocupaba eso, Ghali estaba en muy mal estado emocional. Moví de lado a lado mi cola -Nos vamos luego ¿Sí?- Y luego de ella buscar a Perseo y Bucefalo. Le dirigí una última mirada a Afri intentando sonreír y luego me volteé para buscarla a ella.

Totilas

Totilas

Volvimos y empece a buscar a Alba pero no la encontraba esperava poder reencontrarme con mi gran amiga pera poder ver siestava bien-Pense llorando como una madalena pera desayunar

85Reencuentro [Caballos-Humanos] -ABIERTO- - Página 4 Empty Re: Reencuentro [Caballos-Humanos] -ABIERTO- Miér Abr 25, 2012 12:15 am

Montserrat

Montserrat

Me invadió cierto temor al comprobar que, efectivamente, muchas de las heridas de Bev habían sido causa del fantasma. Pero no sentía miedo de Ares, sino por lo que podría haber sucedido, lo que podría suceder y que todo aquello era mi culpa en todos los sentidos. No sentía que la culpa fuese de él, sino que la responsabilidad de aquello recaía sobre mí y mis estúpidas acciones- Sí, lo suponía... pero no podría culparte -sólo un poco, pero no lo suficiente, hiciera lo que hiciera, lo más probable es que no guardase rencor alguno hacia él, ni nadie, por el simple hecho de que no podía y punto. Escuché atenta, para poder responder a todas sus preguntas- Probablemente no lograría perdonarte, pero eso no significaría que dejara de quererte... -admití, mi rencor era tan pobre como el lado amable que Ares mostraba hacia la mayoría- Fuese o no Bev, todos son importantes... todos los fueron, pero no puedo simplemente no quererte por lo que has echo -no sabía como expresarlo bien, aunque de hecho la cosa era bastante simple: lo quería y ya- Lo sé, pero... -estaba a punto de malinterpretar las cosas hasta que terminó de hablar y comprendí que estaba equivocada.No logré especular palabra alguna luego de lo que dijo, mi cabeza se volvió un mejunje de pensamientos amontonados y sin sentido. Intenté vaciar mi mente unos instantes para lograr responderle, pero el tema había dado un giro inesperado para mí. No lograba verlo como algo más que un amigo, y sabía que esa podía ser razón suficiente para tener que alejarme de él, pero pese a todo no quería, no quería y no quería- ni lástima, ni compasión... es sólo cariño -susurré. A esas alturas ya no sabía que hacer o decir, después de todo, sentía que lo único que lograría sería herirlo más y más. Él ya sabía que al único que no podía ver como amigo era a Bev, aunque no estaba segura de como, no era lo importante. Apreté los dientes, bajando el cuello hasta el punto que mi hocico rozara el suelo- no quiero, no quiero, no quiero... -me sentía impotente, estaba completamente anonadada ante la situación y no sabía como enfrentarla, no quería causarle más dolor y sufrimiento a Ares, pero tampoco quería perderlo.

86Reencuentro [Caballos-Humanos] -ABIERTO- - Página 4 Empty Re: Reencuentro [Caballos-Humanos] -ABIERTO- Miér Abr 25, 2012 2:48 am

Ares

Ares

Le dediqué una sonrisa casi invisible, suspirando y alejando mi mirada hacia Bevanlee. No podía negar que los celos me carcomían, después de todo, había admitido delante de ella cuánto quería a Montserrat, y más importante aún: de qué manera. No necesitaba siquiera una respuesta, pues al ver su reacción ya había entendido que yo sobraba en toda aquella historia. -Espero que seas feliz- le dije, desviando finalmente mi mirada hacia ella, clavándola en sus centelleantes ojos celestes. Me quedé callado por unos momentos, tratando de hacer de aquella despedida algo no tan desagradable, intentando modular mis palabras para no herirla. Me resultaba difícil, después de todo, nada me habría gustado más que verla bien lejos de Bevanlee. Odioso poni. -Realmente es lo que más me gustaría- continué, algo confundido, pues no tenía claro qué hacer o qué decir. Volví a darle una mirada a todo aquél sitio, esperando, esperando a que aquellas palabras que debían salir de mi boca se decidieran. Despedirme de ella era incluso tan doloroso como la primera vez. -Creo que será mejor que me aleje. Para todos- menos para mí, pero mi felicidad no era nada que pudiese considerar. Lo importante era ella, quería que ella fuese feliz, más allá de todo. Evité el contacto, pues había considerado la idea de darle un abrazo, el último abrazo y no. Siquiera me podía permitir eso. -Quizás nos volvamos a ver- quizás, no pensaba descartar nada. Nunca digas nunca. -Cuídate mucho, Montse, y gracias por todo...en el fondo te lo agradezco- asentí levemente con la cabeza, alejándome finalmente unos pasos y comenzando a caminar hacia el lago que había adoptado como hogar, el cual se encontraba a varios kilómetros de aquella zona. Comencé a trotar, alejándome con bastante rapidez de aquél lugar. Deseaba que se fuesen pronto, pues no podría hilvanar dos pensamientos coherentes teniéndolos tan cerca, teniéndola a ella tan cerca. En el club al menos me aseguraba que no podría hacerle daño, ni con palabras, ni de ninguna otra manera. Al final, luego de avanzar unos metros desaparecí, dejando una ligera capa de niebla en el lugar, la cual fue dispersándose con la suave brisa que corría en el bosque.

87Reencuentro [Caballos-Humanos] -ABIERTO- - Página 4 Empty Re: Reencuentro [Caballos-Humanos] -ABIERTO- Miér Abr 25, 2012 3:06 am

Montserrat

Montserrat

Me paralicé, no me respondían las patas, ni ninguna otra parte de mi cuerpo. Podía oír con claridad cada palabra que salía de la boca de mi querido amigo Ares, sin embargo, no podría responderle, siquiera podía mirarlo. Me dolía en los más profundo el saber que probablemente tenía razón, y que sería conveniente alejarnos, pero no creía que fuese lo mejor para todos. Quizás si para él, quizás no; sabía que, al menos, no para mí, pero ya no podía detenerlo, las cosas habían quedado bien claras. Quizás, quizás, quizás... volvernos a ver. Ah, no podía pedir nada más que eso, por lo menos en ese momento. Sus últimas palabras me sacaron de aquél "trance", justo cuando logré elevar la cabeza para verlo marchar. Quedé inmóvil unos instantes, con los ojos llenos de lágrimas, mirándolo fijamente.
- Es... espera... ¡Ares! -corrí hacia él torpemente, dando tropezones, en un intento sin sentido por detenerlo- ¡¡Ares!! -él ya se había alejado mucho, por lo que me forcé a gritar desde lo más profundo de mi garganta, al punto de quedarme casi sin voz- ¡promételo! -le exigí, sin detener mi marcha- ¡prométeme que volverás! -no importa cuándo ni dónde, sólo promételo- dime que volverás, por favor... -mis últimas palabras salieron ya sin fuerzas. Dudaba que las hubiese escuchado.
Caí rendida al piso, reteniendo el peso de mi cuerpo sobre mis rodillas, con el corazón dolido, temblando y llorando, ya con el fantasma muy lejos de allí.

88Reencuentro [Caballos-Humanos] -ABIERTO- - Página 4 Empty Re: Reencuentro [Caballos-Humanos] -ABIERTO- Miér Abr 25, 2012 11:10 pm

Cammeron

Cammeron

Seguí tratando de comer el pelo de la amazona, jugetonamente. Noté que un caballo se acercó por detrás, me volví hacia este y observé que era Dark. -¡Dark! No te paso nada con Circe- Dije, saludándolo. Escuché en silencio sus palabras mientras vigilaba con el rabillo del ojo a la amazona que aún seguía sentada en el suelo. Me reí y esbozé una sonrisa pícara.
-¿Amiguito?- Pregunté divertida. Oh, claro, se refería a... ¿Lucero? Ahora que lo pensaba hace un laaargo rato que no lo veía. Sí, un laaargo rato. Demasiado tiempo, tal vez. -Es sólo un amigo. Sólo eso- Dije mientras me forzaba a sonreir. Una sornisita nerviosa en mi rostro se dibujaba. -¿Ah? ¿Que nos volveremos a ver?- Pregunté, con una cara algo extrañada. -Sería interesante si te vienes con nosotros- Dije con una sonrisita pícara en mi rostro. -Oh... Serán frías y heladas noches solo... En el bosque... Temiendo por tu vida... Sin que nadie te ayude... Ohh... -Dije con una voz actuada, de bromista, obviamente, bromeando. No iba a detenerlo sólo porque era mi amigo. Sería como... Sí, interponerme en la vida de los demás, por lo que no detuve su marcha.
-¿Algún día? ¡Nos veremos más pronto de lo que crees!- Dije con una voz simpática.

Marismeño

Marismeño

Creo que la mayoría estamos deseando que el evento termine, por lo tanto...¿les parece si vuelven al club? e_e

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Me quedé estático en mi lugar, observando todo el panorama, viendo las acciones de todos los que nos rodeaban. La mayoría había aprovechado a encontrarse con sus seres queridos, ya fuesen caballos o mismamente humanos. Esbocé una sonrisa, mucho más tranquilo al tener a Tormenta y a Ginger a mi lado, sin embargo, tenía la necesidad de volver al club lo antes posible. Las observé, ensanchando un tanto más mi sonrisa, moviendo mi cola de un lado a otro. -Creo que deberíamos irnos ya- me quejé en voz baja, observando al poni que se había encargado de guiarnos. No parecía tener intenciones de partir ya, por lo que fruncí levemente el ceño. No quería estar ni un minuto más en aquél lugar, de verdad que no...pese a que tenía intenciones de esperar a que él nos guiase, no quería seguir allí, por lo que acabé tomando yo la iniciativa. Conocía el camino, el que me quisiese seguir bien, y el que no, ya podría volver luego cuando los humanos se decidiesen a volver. -¿Qué dicen? ¿Volvemos?- pasee mi mirada entre ambas yeguas, aguardando su respuesta. Por mi parte ya sabrían que intenciones tenía, por lo tanto, sólo esperaba su aprobación. Observé a Anita, pues después de todo pese a mis intenciones de volver era ella la que tenía la última palabra. Pasee mi mirada entre los demás caballos, como tratando de deducir quienes se quedarían en caso de que algunos partiéramos rumbo al club.

eimy

eimy

cammeron seguía jugando con mi pelo.No eran tirones muy fuertes.
-ya chica,tranquila-le dije mientras largué una leve risita.Luego vi que un caballo,hermoso,negro se acerco a camm, mi sonrisa se desdibujo en ese mismo momento.tenia miedo que le haga algo a la yegua,aunque era poco probable.Me quede paralizada,esperando a ver que pasaba y si en todo caso era necesario hacer algo.
-cammeron- fue lo único que dije con una voz bastante temerosa.

Bevanlee

Bevanlee

Me había alejado un par de pasos, distrayéndome o intentando distraerme con la existencia de las moscas, mientras Montse y Ares hablaban. No sería nada bonito que yo estuviera ahí de mal tercio, así que me alejé, considerándolo lo más prudente. Cambié de idea en cuanto escuché a la poni gritar su nombre, pasado un buen rato ya, desde más allá del claro. ¿En el bosque? Parecía. Reaccioné lo más rápido que pude y me lancé a la carrera en pos de encontrar a mi amiga, pues seguramente el fantasma ya la habría dejado. Lo veía perfectamente capaz, claro, tanto a él como de abandonarla como a mí de caerme de cualquier momento a otro, pero haciendo lo que pude logré llegar al punto donde se había medio desvanecido. -¡Montse!- exclamé, de puro susto de verla tumbada ahí. -Montse- repetí, en voz más baja, pero sin dejar por ello de tener una clarísima nota de preocupación por ella. Ignoraba las palabras que se habían cruzado ella y el fantasma, pero seguramente algo le habría dicho de mí, lo suficiente como para no saber, por mi parte, cuál sería su reacción exacta al verme otra vez ahí, a su lado. ¿Qué importaba ya? Lo que quería ahora era volver al claro, y más habiendo escuchado al semental andaluz sugerir la idea de volver. ¿Y si se iban? Quedarme ahí con Montse, a la espera de la vuelta de los salvajes, era una idea que no terminaba de agradarme. Le di un toquecito con mi morro en su cuello, alentándola a incorporarse y manteniéndome a su lado para servirle de apoyo en caso de ser necesario, aunque siendo realistas poca ayuda podría ofrecerle. No dije nada más, las palabras sobraban, y dudaba poder encontrar algo que sonara bien sin herirla, algo que no le recordara al fantasma en estos momentos. ¿Por qué la habría dejado? Eso era algo que no me lograba explicar, en especial viendo cuánto la quería. Las marcas de mi cuello, ya cerradas aunque no del todo y algo sucias, servían de fieles testigos para asegurar los celos que marcaban su amor por Montse. Suspiré de cansancio, esperando cualquier reacción por parte de la poni blanca.

Tornesch

Tornesch

Tornesch.. Tan seco como el desierto y tan directo como una bala. Cuánto, cuánto, cuánto me hubiera gustado que Ares se hubiese equivocado en decir que Shawna de verdad estaba enfadada conmigo, pero no, había estado en la más certera de las verdades al decir que de veras no estaba contenta por lo que le había ocultado. Si no lo decía su voz podría ser fácilmente leído por la rabia en su mirada. -Bien. Estoy bien. Sólo algo amoratado- murmuré, sin dejar de mirarla. Si estaba herido, era por ella, y ambos lo sabíamos. Pero sobraba decirlo. -Shaw, yo...- sí, yo aún seguiría diciéndole Shaw, aún si ella me llamaba HM Tornesch. La frase, empero, quedó en el aire, sin poder formar una disculpa con mis palabras. ¿Cómo se suponía que yo lo iba a saber? Aunque, bueno, ella tampoco podía saberlo. Ah, no, espera, se lo había dicho uno de esos malditos fantasmas, al igual que a mí. Aunque ahora sí tenía motivos para disculparme, o al menos unos argumentos muy bien justificados, no podía. No, sencillamente no podía, me sentía tan cobarde como aquella primera vez cuando nuestras miradas se habían cruzado en el linde del bosque. Y, al igual que en aquel entonces, no podía verla de frente, no podía sostenerle la mirada: era demasiado cobarde. Tragué saliva con fuerza, esperando a que ella hiciera el próximo movimiento, bien fuera reprocharme todo de frente o sencillamente ignorar todo lo que había pasado. ¿Sería capaz? Lo dudaba mucho, aunque también dudaba que fuera a reclamármelo. ¿Y por qué no habría de serlo? A saber cuánta más mentira el habría mezclado el fantasma para hacerla enfurecer de verdad, aunque hasta ahora todo lo que sabía que le habían dicho era verdad. Una cruel, dura, y muy bien escondida verdad.

Shawna

Shawna

Ahora que tenía la seguridad de que estaba bien podía dedicarme a reclamarle todo lo que quisiera. Poder descargar la cantidad de preguntas que rondaban por mi mente de forma insistente, torturándome más aún si es que era posible. Me quedé en silencio, observándolo casi fijamente. No dudaba que mis ojos traslucieran todo el dolor propio de aquella situación. -No digas que lo sientes- le exigí, cortando el comienzo de aquella patética frase que estuvo a punto de soltarme. No. No tenía intenciones de conformarme con un lo siento en aquellos momentos, siendo que me sentía verdaderamente mal. -¿Qué necesidad tenías de mentirme? ¿De ocultármelo?- le reproché, poniéndome un freno ya que no dudaba que al comenzar posiblemente acabase soltándole todo aquello que me irritaba. Sin embargo, no, despacio. En todo caso, no tenía ninguna razón para habérmelo ocultado, pues en aquellas instancias siquiera éramos verdaderos amigos. Apenas conocidos, quizás sí estábamos bien encaminados para formar una amistad y eso se notaba, sin embargo...seguía sin encontrar siquiera una razón coherente. -Necesito un porqué, al menos eso- mi voz dejó de sonar tan dura y lo percibí, más bien bajó un poco la intensidad convirtiéndose en un susurro lastimero. Me habría encantado no parecer tan débil, teñir mi semblante de uno sencillamente indiferente respecto a toda aquella situación, pero me era imposible. Todo aquello me afectaba muchísimo, justamente porque tenía que ver con él, con mi querido Tornesch, lo más importante que tenía en mi vida actualmente.

Tornesch

Tornesch

-¿Mentirte?- exclamé. -Bueno, sí que te lo oculté, pero, ¿mentirte? Te dije que es una buena amiga, sin faltar a la verdad. ¡Mentirte! ¡Vaya!- ¿mentirle?. Mi antigua tensión había pasado a convertirse en una desesperación tangible, muy cerca de convertirse en enojo. ¿Enojo? Sí, sí, ¡enojo! -No tenía ningún motivo para decírtelo en aquellos momentos. Ni siquiera te conocía- una inusitada frialdad se apoderó de mí, gracias a un torrente de emociones tan cambiantes que no sabía por cuál de todas hablaba mi boca: culpa, exasperación, dolor, enfado y nerviosismo, todas revueltas, todas actuando al mismo tiempo sobre mi ya nublada razón. Estos nervios últimos acabaron prevaleciendo sobre el resto, dominando hasta el miedo que tenía al enojo de Shaw. Mi voz redujo su intensidad al ver que ella lo hacía, pero no dejó de reflejar toda la tensión y desesperación que sentía en el momento. -No podía decírtelo, además. ¿Cómo querías que sacara todo tan pronto? Tres días habían pasado de su muerte, ¿y querías que hablara del tema? Después, sí, no tuve el valor de aclarártelo. Aunque sinceramente no le vi ninguna utilidad- me puse ceñudo, sorprendiéndome yo mismo ante la firmeza de mis palabras. Ya no tenía miedo, ¿por qué habría de tenerlo? Si en un principio había sido por su posible reacción, ahora ya la tenía clara, y había actuado quizás sobrellevando un poco las cosas. Si, quizás, su reproche había sido ligero, yo me había encargado personalmente de convertirlo en un embrollo. Ah, lo que podía hacer la desesperación.

Shawna

Shawna

-¿Sin faltarme a la verdad? ¡No era una amiga, Tornesch, era tu pareja!- me quejé en un tono mucho más elevado que antes. Aquello ya era el colmo. Además de tener que soportar que me ocultase cosas, tenía que lidiar con que el semental se enojase por algo que él mismo había ocasionado. ¡Él mismo! ¡Había sido él quién se había callado cosas que no tenía que callarse! El profundo dolor que sentía se quedó de lado, haciendo que la rabia aumentase considerablemente. -No, en ese momento no lo tenías. ¿Pero luego?- con todas las cosas que habíamos vivido no podía entender porqué sencillamente no había aclarado las cosas. Era un hecho que nos habríamos ahorrado toda aquella discusión. En aquél momento, una de las pocas cosas que sacaba en claro era cuánto me iba a costar perdonarlo, si es que lograba hacerlo. Si antes de hablar había considerado la idea, ahora lentamente dejaba de hacerlo, pues la verdad fuese dicha, esa reacción de su parte me sacaba de quicio. Muy poco derecho a enfadarse tenía en todo aquello. -¡No te pido que me lo dijeses cuando nos conocimos! Sin embargo, me habría encantado haberme enterado la razón por la cual me desviví para levantarte el ánimo. Y la verdadera, no esa historia que te inventaste- le escupí aquellas palabras con toda la rabia que tenía acumulada dentro. En aquellos momentos siquiera tenía ganas de volver a verlo. -¿Sabes por qué no me lo dijiste? Porque eres un cobarde, Tornesch...creo que al menos me merecía sinceridad de tu parte- bueno, me estaba pasando unos pueblos con todo aquello, sin embargo, me era inevitable. De alguna forma tenía que descargar toda la frustración que tenía encima luego de enterarme por un fantasma que Indiana había sido su pareja. Me arrepentí de haber sido tan dura, sin embargo, no me podía permitir el ceder en toda aquella situación. Desvié la mirada, con los ojos vidriosos y el corazón latiendo desesperado. ¿Qué sucedería después de eso? Ni idea, ni siquiera quería pensarlo.

Montserrat

Montserrat

Apenas logré percatarme cuando Bev se acercó. En su tono de voz podía distinguir sin problemas la preocupación presente, lo cual me produjo una especie de escalofrío y una puntada en el pecho. ¿Por qué terminaba lastimando a los que más quería? solté un suspiro quejoso, dolorido. Me sentía débil a pesar de que estaba en perfectas condiciones, al menos físicamente.
- Estoy bien Bev, no tiene que preocuparte... -le pedí, incorporándome lentamente, ocultando mi rostro hasta que las lágrimas dejaran de salir- tenemos que volver lo más rápido posible para curar tus heridas, no hay que dejar que se infecten -comenté, haciendo una mueca al ver todo su cuerpo lastimado.
Mi cabeza no dejaba de darle vuelta a todo, cada palabra de Ares, lo que sentía por mí él... lo que sentía Bev, según lo que pude deducir ¿sería cierto? Aclararía mis dudas más tarde, la prioridad ahora era regresar al club tan rápido como fuera posible. Miré al poni de reojo, devolviéndole el toquecito cariñosamente, como intentando convencerlo de que todo estaba bien...

Tornesch

Tornesch

-¿Querías que te lo dijera de un tirón? "Oh, disculpa si me veo tan triste, pero acaba de fallecer mi pareja". Bueno, ahora sí me vas a disculpar, porque yo no soy así- no, jamás me había sentido capaz de revelarle mis problemas a un desconocido, y aunque Shawna mucho tiempo atrás había dejado de serlo, no había visto nunca la necesidad de contárselo todo. Además no me imaginaría si realmente habría llegado a quererme a sabiendas que ya había tenido a alguien más, razón para callar cuando quizás podría habérselo aclarado. Aunque claro, aquel supuesto temor de que no me quisiera al saber que era la segunda ahora se veía bien aclarado: no le enojaba eso, sino habérselo ocultado. Suspiré, intentando tranquilizarme, pues realmente no tenía sentido que estuviera yo tan enfadado. -No me inventé ninguna historia- gruñí entre dientes, escuchando su creciente enojo hacia mí. -¡Sí! ¡Soy un cobarde! Pero he tenido mis motivos, ¡y como en aquel entonces, no tengo motivo para explicártelos!- resoplé, girando después hacia donde el escenario que se desarrollaba era más alegre: reencuentros, alegrías y felicidad por doquier. Troté hacia ahí, sin decir ni adiós a la hanover, sin estar tampoco muy consciente de lo que había dicho mi boca. Alcancé a escuchar las palabras del español tordo, que indicaba la partida. -Vámonos- gruñí, intentando ocultar como fuera mi mal humor. Di un par de pasos más hacia delante, dejando atrás a todo el feliz grupo de caballos dizque domesticados y miré con fijeza el bosque, observando el sendero que se abría frente a nosotros. Ignoraba por completo lo que había sido del poni negro que había servido de guía, quizás había por fin encontrado el motivo de su apuro y estaba gozando, igual que el resto, de su compañía. Suspiré, bloqueando inconscientemente los últimos segundos ahí, intentando distraerme y ocupar mi mente con otras cosas. Estaba embotado y aturdido, sin saber qué o por qué había hecho qué cosas.

Shawna

Shawna

-Sigues sin entender nada. ¡No te estoy reprochando que no me lo hubieses dicho al comienzo!- más bien le reprochaba que nunca hubiese tenido siquiera intención de explicar cómo habían sido las cosas. Todo aquello habría quedado como una anécdota más, pasajera, pues Indi había quedado en el pasado...pero ahora, definitivamente las cosas estaban mal, muy mal. Tenía una sarta de blasfemias para soltarle, sin embargo me obligué a tragármelas, por mi propio bien. No quería, realmente no quería que las cosas terminaran tan mal. Por el momento sabía que no tendría intenciones de arreglar nada, pues la mala sangre que me había hecho por toda aquella situación no tenía nombre. Ahora sí que había metido la pata bien hasta el fondo. -¿Ah, no? Claro, había olvidado que nunca me dijiste que Indiana era tu amiga- gruñí por lo bajo, si eso no era inventarse algo, ¿alguien podría decirme qué era? Aquella situación no daba para más, sin embargo, me obligué a permanecer allí estática, oyendo los comentarios tan estúpidos de su parte. Eran eso, ni más ni menos que estúpidos, pues no tenían fundamento alguno. Siquiera tenía derecho a enfadarse. -¿Motivos? No me hagas reír, por favor. Ahora, entenderás que yo sí tengo mis motivos para decirte que no quiero volver a verte- la decisión hizo acto de presencia al fin en mis palabras, por lo que en cuanto se fue, me limité a voltearme y caminar lejos de allí. Me detuve, pues no quería acabar perdida en el bosque. Me acerqué al resto de las yeguas, las cuáles gozaban de los reencuentros con sus seres queridos. Yo, por mi parte, no tenía la misma suerte. Después de haber estado con aquellos salvajes, momentos en los cuales mis pensamientos estaban reducidos únicamente a velar por su bienestar, ahora me encontraba allí, sola, totalmente destruida por dentro, sin el ser al cual había considerado más importante para mí. ¿Y ahora? ¿Cómo terminarían las cosas? Mal, seguramente mal, mi positivismo se había quedado lejos. Las ganas de llegar al club me carcomían, en especial porque deseaba volver a mi box, tumbarme allí y a ser posible, no levantarme más. Observé a Mishi, no me esforcé por aparentar alegría, siquiera esbocé una pobre sonrisa, sin embargo sí me digné a observarla unos cortos instantes. Me habría acercado para sugerir que volviéramos juntas, sin embargo, mi falta de entusiasmo sólo acabaría empeorando las cosas. Lo que menos quería era otro distanciamiento con alguien importante para mí. Comencé a caminar, situándome unos metros por detrás del andaluz, el cual ya había partido rumbo al club, cabizbaja y con el corazón en un puño.

Dark Night

Dark Night

Puse los ojos en blanco al oír su aclaración. -Sí, claro, amigo...-eso no se lo creía ni ella. Me reí por lo bajo y negué levemente con la cabeza, soltando un largo suspiro después. Por lo poco que los había visto juntos, ni siquiera a mí se me escapaba aquello. Sus miradas, la forma en la que el semental luchó por que no se la llevaran... Estaba casi seguro de que ahí había algo. Aunque no supiera qué era estar enamorado de alguien, estaba claro que me hacía una idea de ello, así que estaba muy seguro de que sería algo muy similar a la relación entre la apaloosa y el semental. Volví a prestar atención a lo siguiente que dijo, esbozando una sonrisa algo pícara. -Quizá nos volvamos a ver. Me apetece dar un paseito por los alrededores de la hípica esa en la que vives.-le comenté. Sí, el haber conocido a Cammeron había hecho que se me pasase por la cabeza el ver cómo era aquel lugar, ver cómo trataban los humanos a los caballos. Y más aún si en mi manada ahora las cosas iban a estar bastante mal. Seguro que más de una vez me iría de allí en busca de tranquilidad y algo con lo que entretenerme. Así que más de una vez me pasaría por allí. -No pienso irme con vosotros. Paso de estar cerca de esos seres de dos patas.- Hice una mueca, observando a los humanos que habían hecho acto de presencia hacía un rato, buscando a sus respectivos caballos para llevarlos nuevamente a casa. Volví a observar a Cam cuando esta habló. Solté una carcajada al oír lo que dijo, negando ligeramente con la cabeza. -Llevo toda mi vida viviendo aquí, solo y pasando frío. No creo que un día más así vaya a matarme.-bromee, sin dejar de reír. Aunque, ¿Cammeron estaba tratando de convencerme para que vaya con ella al club? ¿Por qué? Si yo había sido el que la había separado de su hogar... No entendía por qué quería que fuese con ella. Lo que esperaba era que se alegrara de librarse de mí; no que intentara que la siguiera.
-Claro, ya verás.-concluí, esbozando una sonrisa divertida. Observé al semental andaluz que había avisado de que se iban, y miré por última vez a Cammeron. -Hasta pronto.-me despedí, obligándome a no borrar aquella sonrisa de mi rostro. Me di media vuelta, alejándome de allí, mirando de vez en cuando de soslayo a Cammeron y a los caballos que ya marchaban.

100Reencuentro [Caballos-Humanos] -ABIERTO- - Página 4 Empty Re: Reencuentro [Caballos-Humanos] -ABIERTO- Sáb Abr 28, 2012 4:23 pm

Bevanlee

Bevanlee

-Si no se infectaron hace rato dudo que lo hagan ahora- murmuré con cierta ironía mientras se incorporaba. -Ya ni duelen- o ya ni siento el dolor, otra cosa muy probable. En fin, había que seguir adelante pese a todo. La conduje en silencio a través de la espesura del bosque, guiándome por el caminito que ella misma había marcado al salir en su desesperada carrera en pos de Ares. No hice ninguna pregunta al respecto, procurando no meter el dedo en la llaga recién hecha por el fantasma. Oh, cuánto mal había causado hoy. Aunque, al parecer, todo había tenido su motivo, uno más justificado que otro, pero razones suyas eran: sacar todo su odio interior. Tan simple y sencillo como eso. ¿Y a dónde se habría ido él? A su hogar en el corazón del bosque, seguramente, y también seguramente Montse había tratado de seguirlo. Qué se le iba a hacer. Pasados unos pocos minutos de marcha silenciosa se logró ver el claro, donde los caballos y sus jinetes ya se agrupaban para salir de ahí, a través de la brecha abierta por nosotros mismos. Una brecha que el bosque, con sus árboles y su musgo, se encargaría de borrar, con el tiempo. Igual que todo. Sanaría con el tiempo. Suspiré de nuevo, deteniéndome para darle tiempo a la poni de ponerse a mi lado, pues al parecer se había quedado un poco atrás.

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