Transcurrieron varios minutos en los que tanto Mishaal como yo nos dejamos llevar por el silencio del lugar, el cuál fue interrumpido por el sonido de los cascos de otros caballos y voces humanas. ¡Voces humanas! Qué alivio el saber que toda aquella pesadilla acabaría, vaya que sí. Observé al tumulto de caballos, incapaz de pensar en nada que no fuese Tornesch. ¿Cómo se suponía que debía reaccionar? Me maldije internamente por no haber dedicado algunos minutos a planear cuáles serían mis palabras, pues ahora me encontraba increíblemente perdida. No tenía idea de qué decir. Siquiera tenía claro cómo actuar: ¿dejar de lado la tristeza y el enfado debido a aquella mentira de Tornesch? ¿Simplemente hacer de cuenta que nada había pasado? Me habría encantado poder hacerlo, pero cegada por la rabia del momento apenas y podía concentrarme en las ganas que tenía de verlo. Ahora necesitaba respuestas, necesitaba un porqué antes de decidir si realmente podía hacer de cuenta que nada había pasado e ignorar lo herida que me sentía. Suspiré, buscándolo con la mirada con todo el disimulo que me fue posible, sin saber si me correspondía acercarme a mí o sencillamente debería esperar. Lo que sí sabía era que pese a todo las ganas de saber que estaba bien me mataban, las ganas de comprobar que nadie se había atrevido a herirlo de ninguna forma. Me quedé en silencio, expectante, observando a la misma vez el reencuentro de algún que otro caballo con su dueño, mientras que trataba de averiguar dónde se había metido el semental Hannover. Sí, no tardé en darme cuenta dónde se había metido, pues su voz me sorprendió justamente a mis espaldas. Un tono de voz que nunca habría creído que era propio del semental, un tono cargado de...¿miedo? ¿Realmente era eso? Entrecerré los ojos, tratando de modular el latido desesperado de mi corazón, conteniendo las ganas de saltar a abrazarlo, pues tenía bien claro que mi amor por él seguía intacto. Lo que sí tenía claro era que mi confianza respecto a él había disminuido bastante luego de que me había enterado de su mentira. Me voltee con suavidad, suspirando en cuanto lo tuve de frente. Tan magullado, herido y sumamente asustado que tuve que hacer un esfuerzo por no anteponer mis sentimientos a mis ideas.
-Hola, Tornesch- no, ya no era "Tor", aquél apodo cariñoso con el que solía dirigirme al semental. No tuve que simular nada, pues el tono de voz dejó bien en claro que estaba enojada, y sobre todo, muy herida y triste por toda aquella situación. -¿Te encuentras bien?- las palabas salieron casi en un susurro, pues las ganas de ir directamente al grano y preguntar sobre la tal Indi me carcomían. Realmente tenía intenciones de asegurarme de que estuviese bien, sin embargo, también tenía la necesidad de saber porqué me había mentido.
-Hola, Tornesch- no, ya no era "Tor", aquél apodo cariñoso con el que solía dirigirme al semental. No tuve que simular nada, pues el tono de voz dejó bien en claro que estaba enojada, y sobre todo, muy herida y triste por toda aquella situación. -¿Te encuentras bien?- las palabas salieron casi en un susurro, pues las ganas de ir directamente al grano y preguntar sobre la tal Indi me carcomían. Realmente tenía intenciones de asegurarme de que estuviese bien, sin embargo, también tenía la necesidad de saber porqué me había mentido.