Llegar al bendito claro fue una bendición, las piernas me dolían por la falta de costumbre de montar y aún más por la falta de silla, además de que los mareos habían hecho acto de presencia otra vez. El doctor había dicho que eran una cosa completamente normal en una etapa tan temprana, pero para mí jamás sería normal tener náuseas tan seguido. Desmonté de Afri y lo dejé descansar un par de minutos al ver que Bev también se detenía un poco a reposar, pero no lo culpaba por nada. Se le veía tan cansado y magullado que seguramente llevar a Ethan acabaría dañándole al doble. Suspiré y estiré un poco las piernas antes de buscar a mi prometido con la mirada, encontrándolo y sonriendo como acto involuntario. Fui caminando despacio, esperando que los árboles dejaran de bailar entre sí de un momento a otro, pero cuando estaba ya cerca de Eth el suelo seguía terco en querer moverse. Lo abracé de lado, disimulando todo hasta que por fin pude ver las cosas derechas antes de hablar. -¿Por qué crees que estén así?- ¿había caminado derecha? Esperaba que sí. En cualquier caso podría decir que no había desayunado y ya: estar en ayunas a mediodía y montar seguramente marearía a cualquiera. Claro que me daría una tunda, pero peor sería si le decía que estaba embarazada. Y aún quería guardarle la sorpresa. -Quiero decir, Maris se ve tan bien, pero Bev...- parecía que alguien o algo se había aprovechado del más pequeño, que aunque no débil, de todos. Los ponis eran conocidos y reconocidos por su resistencia ante todo, pero aún así era el más dañado de los cuatro y no lograba encontrarle una explicación medianamente coherente. Esperaba que todas las dudas se resolvieran más adelante, cuando por fin llegáramos a donde los sementales nos conducían, pero con todo, tenía miedo. ¿Qué nos esperaba?
Clup Hipico