Picadero de salto .Exterior

Me sorprendió en parte la calidad de movimientos y ligereza de Tornesch. Los saltos eran de ppor sí, bajos para él. De todas forma sno pensaba completar el recorrido, sino quedarnos en la 6º o 7º vaya. Tal vez, de otra forma, sería mucho para mi caballo.
Dirigí a Tornesch al siguiente obstáculo, con duficiente contacto de piernas y riendas, dándole impulso con ellas para sobrepasar el oxer.

Se aproximaba una combinación de ría y vertical, teniendo ésta al último. La ría la salté como pude, recogiendo mis patas al aire y extendiéndome para poder llegar al extremo debido. Mi alegría era mucha cuando me ví a mí mismo saltándola correctamente, por lo que el vertical no supuso problema alguno.
Alcé mis patas en cada salto que daba, saltando elegantemente y sin rozar ninguna valla.

Amaba cómo saltaba ese caballo en verdad. Lo conduje hacia un oxer, el siguiente en turno, para ver que tal. Sabía que no opondría problema alguno, pero ya llevábamos algo de tiempo sin saltarlos, por lo que mantuve el contacto con manos y piernas para animarlo a saltar.

Era más que obvio que había mejorado mucho respecto a las rías. Por debajo mío lo sentía cómod y seguro, y yo lo seguía con aquella misma confianza. Doblamos, algo cerrados hacia el último corral, uno triple.

Acorté mi zancada para el triple, basándome más en la potencia que en el vuelo por velocidad. Al ser consecutivos eran algo complicados, al menos para mí, pero me las arreglé para saltarlos bien, impulsándome con fuerza con las patas traseras, sin perder la ligereza de mis movimientos. Terminé el corral rozando solamente la última vara, lo cual era todo un logro en mi caso.

"Galope, galope, galope... 'Salto!" me decía a mi mismo, luego lo dejé pasar. Haciendo todo con total naturalidad. Aumenté la zancada para el oxer, sin acortar demasiado la velocidad. Llegué con buen impulso, sobrado, pero sin exagerar, jamás podría olvidar como hacerlo, lo llevaba dentro de mí y adoraba hacerlo. Volamos por el obstáculo como si no estuviera allí, y ya con la mirada fija en el próximo obstáculo, doblé con agilidad y elegancia hacia este.

Le di unas palmaditas al corcel, felicitándolo entre palabras entrecortadas.
- Bien echo, descansemos un poco -sugerí. El recorrido completo sería todo un desafío, por lo que pensé en hacer la otra mitad faltante luego de un breve descanso.

El saltar con Afri era como volar sin alas, lo cual me llenó de alegría. Lo estuve acompañando en todos y cada uno de los saltos, manteniendo las riendas flojas pues era de boca suave.
Pensaba cortar el recorrido después de ése salto, para subir la altura y después retomarlo, por lo que me mantuve bien atenta a sus movimientos.

Seguí las instrucciones de Lay, manteniendome firme en cada paso que daba, pero ligero en todos mis movimientos, al terminar aquel salto miré de reojo al siguiente, esperando a que Layla me indicara la dirección.

Disfruté de sus caricias con el hocico entreabierto. El entrenamiento me había cansado un poco, pero no lo suficiente como para querer descansar largo rato. Me mantuve quieto, dando una que otra vuelta alrededor de la pista para no enfriarme de nuevo.

Lo frené delicadamente con las riendas, dispuesta a descansar. Me dio un poco de risa el ver la coincidencia con Nahiara, pero pasé por alto aquel detalle.
Desmonté y subí el recorrido a 1.20, la altura definitiva del concurso. Le aflojé la cincha y subí los estribos a la silla, para frenar un momento mientras le daba un poco de avena a Afri.

Cuando terminamos de dar una vuelta, pedí algo de trote, un círculo al galope, bastante grande y lo dirigí al 7º obstáculo, donde nos habíamos quedado, era una vertical simple, no creí que supusiera problema alguno.

Comí la avena con alegría y me dediqué a no quedarme quieto ni un momento, aún me quedaba mucha energía, después de tood el recorrido era simple y bajo.

Vertical...pan comido. Mis patas se habían enfriado solo un poco, pero al retomar el galope ignoré aquel detalle. Salté, bien elegante y suave, con el cuello ligeramente arqueado y mis patas recogidas, aterrizando con ligereza en la recepción.

Seguí aquellos hermosos movimientos, disfrutando cada momento, cada vuelo. Le sedí suficiente rienda como para no incomodarlo, pero no tanta como para dejarlo sin contacto. Lo dirigí, luego de dar una vuelta bastante grande, hacia un corral doble, con buena distancia netre cada obstáculo, como para tener tiempo a pensar.

Cuando nos dimos un descanso, monté de nuevo en el, ajustando de nuevo los estribos y la cincha sin que calara.
Le pedí galope con un toque del talón, conduciéndolo al corral del que habíamos partido, esta vez a 1.20

El corral parecía insignificante ya, pero intenté no pasarme con el orgullo y concentrarme en el entrenamiento.
Aumenté la velocidad pero acorté la zancada, puesto que había poco espacio entre salto y salto. Llegué bien, sobrado y prolijo a ambos. Estaba un poco frío al primero, pero me las arreglé para pasar desapercibido.

Antes de continuar me desvié y le pedí un par de vueltas al trote, para retomar el calentamiento pues lo noté algo entumido y cortante en el salto.

Hice lo que pidió, que nada mal me vino. Me sentí mucho más cómodo y retomé un galope con buen ritmo, constante para seguir saltando.

Cuando lo noté más fluido y relajado en sus movimientos lo conduje de nuevo al circuito, retomándolo desde el punto que lo habíamos dejado.

Se nos veía una ría, por lo que alargué la zancada, con un ritmo movido, constante y seguro. Salté con agilidad, ligero, como si fuera otro obstáculo más, después de todo así era. Me sentí algo más orgulloso de mí mismo y me animé a seguir con aún más ganas.

Continué con movimientos fluidos y naturales, al mismo tiempo elegante y fuertes. Me impulsaba en cada salto con las patas posteriores, juntando las anteriores casi a mi vientre, con la cabeza alta y cuello inmóvil, casi, flexionándolo apenas.
Seguía un corral triple, vertical, vertical, oxer. Bastante juntos.
Salte con una zancada corta pero bastante velocidad la primera, llegando bien y aterrizando justo. Hice una zancada algo más larga hacia la segunda, puesto que sólo alcanzaba para un galope y salté el oxer apneas volviendo a tocar el suelo, impulsándome poderosa y ágil mente, algo ajustado, pero bien.

Acorté un poco mi zancada, pero apenas, lo suficente como para saltar el corral sin tener que cortar violentamente.
Terminamos el recorrido suavamente, sin rozar ninguna vara, conmigo siendo el semental más feliz del mundo.

Felicité a mi caballo con muchas caricias y bellas palaras, luego me bajé y le desajusté la cincha, subí los estribos y le quité un rato el cabezal para que pudiese comer tranquilo la golosina que le ofrecí.

Lo felicité con un par de caricias en su lustroso cuello, hasta que decidí que ya era suficiente por hoy.
-Seguiremos mañana-prometí. Le retiré la silla y lo conduje a los establos.