-¡Dios Santo! ¡Me dolió, ay!- vociferé como en una mala comedia, donde fingen darse de estocadas y el actor es tan pésimo que rebuzna en vez de gemir. -No seas patético, por favor. ¿Crees que me vas a lastimar con eso? Das pena, perro- gruñí, riéndome después. Al escuchar las palabras de la acompañante de Wild, no pude evitar enojarme de verdad. -¡Cállate!- le grité, girándome de improviso y llegando justo a su lado en un santiamén. -Eres lo suficientemente estúpida por haber venido aquí como para que te mate a ti también- mascullé entre dientes. No me importaba cuánto la quisiera la purasangre torda por la cual estaba enfrentando al tonto líder: con que desafiara mi voluntad me cayó mal, muy mal. No le dije nada a Wild: no hacía falta. Me giré otra vez con la misma rapidez hacia donde había dejado a Anwar y de un solo impacto con mi flanco derecho lo tiré al suelo, inclinando ligeramente el cuello para mirarlo con ojos helados. -¿Disculpa? ¿Novia?- dicho esto, alcé mi casco en el aire, y tomando vuelo le di justo en el punto de la quijada donde estaba la yugular, haciendo estragos en sus tejidos internos. Por fuera se veía bien, pero el dolor y las múltiples hemorragias internas lo mantendrían inmovilizado un buen rato, el suficiente para lidiar con el segundo imbécil en jefe. -A ver si así aprendes, chucho- susurré en dirección al lider, buscando con la mirada al dichoso Negro. -Tú, diablo. Ya has visto a tu colega. O te largas o te las ves igual que él, ¿te quedó claro, bastardo?- le espeté, yendo directamente de frente en su dirección.
Clup Hipico