(Gale):
Desvió la mirada. El decirle dónde estaban no había sido un error, había sido una metida de pata monumental. Diablos, qué error acababa de cometer. Entrecerró lo ojos, bajando la mirada y clavándola en la fría hierba en cuanto Shawna comenzó a hablar. Tenía razón. Habían llegado a un punto en el que Gale sentía que siquiera podían mantener su palabra, la palabra que supuestamente valía oro, no valía nada en aquellos momentos. Habían usado aquella pantomima de que estarían a salvo en el club, siendo que ahora estaban en el bosque, seguramente perdidos, tratando de volver. Suspiró y se levantó de forma súbita, alejándose un par de pasos. Ni siquiera podía mirarla a los ojos, la culpa lo carcomía de una manera insoportable. - Damos asco -murmuró para sí mismo. Y él se daba asco a sí mismo. Más que todos los demás, más que el líder y su mano derecha, más que Farouk con su constante malhumor o cualquiera de los demás caballos que se hubiesen prestado para esa horrible tarea. Él se daba asco a sí mismo, porque era como si se traicionase. Sí, era eso, ni más ni menos que una traición propia, a su naturaleza, a su manera de ser y de ver las cosas- lo siento, Shaw, perdóname -se volteó y en sus ojos se logró percibir una desesperación incluso mayor a la de ella. Estaba perdido, desconcertado. Se odiaba, odiaba aquella vida, odiaba todo lo que tenía que hacer diariamente y lo peor, era que odiaba no tener el valor de simplemente irse, al club por ejemplo. Le parecía imposible. Temía, ciertamente, a lo que pudiese sucederle en cuanto pisase el club. Con humanos, con otros caballos... No. Se quejó por lo bajo, bajando su mirada y clavándola en la húmeda tierra- de verdad lo siento, yo... no quería... -¿de qué servía disculparse ahora? Las cosas estaban hechas, no había vuelta atrás. Se le escapó un sollozo, mientras negaba suavemente con la cabeza. No podía creer hasta que punto había llegado. Como si fuese poco, demostraba lo decepcionado de sí mismo que estaba frente a ella. Había llegado ya al límite y sentía que no podía más. Tenía que buscar una salida lo antes posible.
Desvió la mirada. El decirle dónde estaban no había sido un error, había sido una metida de pata monumental. Diablos, qué error acababa de cometer. Entrecerró lo ojos, bajando la mirada y clavándola en la fría hierba en cuanto Shawna comenzó a hablar. Tenía razón. Habían llegado a un punto en el que Gale sentía que siquiera podían mantener su palabra, la palabra que supuestamente valía oro, no valía nada en aquellos momentos. Habían usado aquella pantomima de que estarían a salvo en el club, siendo que ahora estaban en el bosque, seguramente perdidos, tratando de volver. Suspiró y se levantó de forma súbita, alejándose un par de pasos. Ni siquiera podía mirarla a los ojos, la culpa lo carcomía de una manera insoportable. - Damos asco -murmuró para sí mismo. Y él se daba asco a sí mismo. Más que todos los demás, más que el líder y su mano derecha, más que Farouk con su constante malhumor o cualquiera de los demás caballos que se hubiesen prestado para esa horrible tarea. Él se daba asco a sí mismo, porque era como si se traicionase. Sí, era eso, ni más ni menos que una traición propia, a su naturaleza, a su manera de ser y de ver las cosas- lo siento, Shaw, perdóname -se volteó y en sus ojos se logró percibir una desesperación incluso mayor a la de ella. Estaba perdido, desconcertado. Se odiaba, odiaba aquella vida, odiaba todo lo que tenía que hacer diariamente y lo peor, era que odiaba no tener el valor de simplemente irse, al club por ejemplo. Le parecía imposible. Temía, ciertamente, a lo que pudiese sucederle en cuanto pisase el club. Con humanos, con otros caballos... No. Se quejó por lo bajo, bajando su mirada y clavándola en la húmeda tierra- de verdad lo siento, yo... no quería... -¿de qué servía disculparse ahora? Las cosas estaban hechas, no había vuelta atrás. Se le escapó un sollozo, mientras negaba suavemente con la cabeza. No podía creer hasta que punto había llegado. Como si fuese poco, demostraba lo decepcionado de sí mismo que estaba frente a ella. Había llegado ya al límite y sentía que no podía más. Tenía que buscar una salida lo antes posible.