Clup Hipico
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Para los amantes de los caballos o ponis, que pueden ser desde amazonas o ginetes hasta caballos y ponis


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De paso en el paseo -EVENTO : POST CERRADO-

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Tormenta

Tormenta

Observé a los caballos galopar y trotar hacia la playa. Sonreí y volví a mirar a Sombra, la cual parecía estar pensando en algo que la incomodaba o que le hacía sentir extraña. No quise entrometerme, así que continué en silencio. Cuando ella habló, asentí con la cabeza. -En acontecimientos como éstos siempre ocurre algo. Esperemos que éste sea diferente-dije, tragando algo de saliva, con un mal presentimiento sobre lo que podía pasar. En la playa era casi seguro que no ocurriese nada pero en el bosque...El bosque era muy grande. Pocos lo conocían y muchos menos lo conocían al completo. Deseé que no les ocurriese nada a mis dos estrellas, Maris y Ginger, pero también deseé que no sucediese nada que perjudicase a alguien de los caballos que allí nos encontrábamos.

Sombra

Sombra

-A mi hermano ésto le dio mala espina desde un principio- hice una mueca al recordar el nerviosismo que había mostrado Bucéfalo cuando recién lo vi, galopando metros detrás de mi madre, con un semblante de preocupación y angustia que sólo significaban mal augurio para aquel paseo. -Me pregunto por qué habrá venido después de todo- murmuré, más para mis adentros que para ella. No, no quería que nada malo le pasara a ninguno de los que íbamos ahí, pero el destino era tan variable y tenía ante sí tantas posibilidades diversas que era difícil enfocarse en una sola y confiar en que fuera la mejor.

Tormenta

Tormenta

Escuché con atención las palabras de Sombra. -Vaya, varios caballos coinciden en lo mismo. De todas formas, espero que sólo sea un simple pensamiento.-dije, haciendo una mueca, algo preocupada. -Quizás tu hermano acabó viniendo por pura curiosidad o para no quedarse solo o, incluso, porque sentía que así os protegería...quién sabe lo que pasó por su mente en aquel momento...-añadí, algo pensativa, a pesar de que no quería ser demasiado entrometida ni tampoco quería arruinar con aquellos penzamientos la alegría de poder volver a estar junto a Maris, lejos de la rutina, despejándo un poco mi mente tras tanto tiempo viviendo en la monotonía.

Sombra

Sombra

Bueno, sí. Bucéfalo solía ser bastante protector sobre nosotros, aunque en realidad casi nunca lo manifestaba expresamente: más bien se limitaba a hacerse mosca alrededor, quizás vigilándonos o cuidando que nada nos pasara, de pequeños. Y hoy en día, al parecer, seguía haciéndolos, como si intentara protegernos del mal que nos acechaba. ¿Mal? No, espera. Aún no pasaba nada, no tenía por qué pasar nada, y mucho menos algo que fuera tan malo como para ponerle los pelos de punta a cualquiera. No. No ha pasado nada. Me concentré en éso mientras vigilaba el movimiento de mis patas, sólo para tener un punto de vista fijo a mis ojos mientras mi mente divagaba entre la ola de pensamientos que iba acrecentándose dentro de mi cabeza. -Sí...suele ser así.

Tormenta

Tormenta

No quise seguir pensando en aquello, sólo quería pasarlo bien junto a Maris y a Ginger, los dos seres más importantes de mi vida. Negué con la cabeza, para dejar de pensar en aquel mal presentimiento. -Bueno, dejemos de pensar en lo que pueda pasar y centrémonos en disfrutar de ahora. Es lo mejor que podemos hacer.-dije, sonriendo, tratando de no ser pesimista.
Decidí preguntarle algo sobre cómo era, para conocerla mejor, dispuesta también por mi parte a responder cualquier pregunta sobre mí que ella quisera hacerme. -¿Has venido sola o has venido junto a tus hermanos?-pregunté, sacando algo de conversación. Sabía que, como había explicado antes, sus hermanos también venían pero no sabía si ella iba con ellos o venía sola.

Mishaal

Mishaal

¿Contarle? ¿De mí? Ay, lindura. -...no sé por dónde empezar- comencé, soltando una leve risilla. Quizás fuera bueno comenzar por lo primero, desde el principio: mi infancia, o lo que lograba recordar de ella. -Lo único que logro recordar de pequeña es que, de potra, llegaron un par de hombres a mi pradera. Éramos salvajes, y ellos al parecer nos temían o nos ignoraban por completo. Por lo menos, en un principio- y fue bueno mientras duró, recordé para mis adentros. -Cuando comenzaron a asentarse y hacer sus casas por ahí, a nosotros tampoco nos importó. Pero en poco tiempo necesitaron alguien que acarreara sus materiales, y, ¿quién más iba a ser? Nosotros ahí estábamos, vulnerables y aunque salvajes, débiles ante sus armas- sacudí la cabeza con melancolía. -Al que se oponía no lo volvíamos a ver. Tuvimos que someternos si aún queríamos el pellejo pegado al hueso. Nos agruparon en establos, si bien grandes y limpios, olvidados y con olor a humedad. Fuimos enfermando de poco a poco y cuando no pudimos cubrir la cuota del trabajo, nos soltaron otra vez. Fue cosa de meses antes de que nos recuperáramos y nos volvieran a capturar hasta que ya no les fuimos de utilidad y nos vendieron al primero hombre dispuesto a comprarnos. Después de éso, vine aquí, creo. Mi memoria no es muy brillante- me reí con una risilla burlona, de humor negro. Mi historia no era para reírse, a fin de cuentas. -Digo, sé que no me haz pedido mi historia, pero es por eso principalmente que soy como soy...así que viene a cuento explicártelo- sonreí a medias, mirando el suelo pasar debajo de mis patas conforme cubríamos tierra al avanzar. -Y también por qué me decanto por lo rebelde casi siempre- bufé, mirándola a ella. -Tu turno- indiqué canturreando.

Sombra

Sombra

Sí, vivir al máximo y olvidarnos de lo malo probablemente sería lo mejor, al menos por el momento. -Vine aquí por mi propio pie al ver a mi madre encabezando ésto. Claro está, me sentí un poco rara...después de todo no todos los días ves a tu propia mamá marchando al frente de una multitud de caballos, dirigiéndola, con su mejor amiga de su juventud acompañándola, ¿o sí?- me reí ante la comparación, pero era cierta. Ghali y Wild habían estado juntas desde que tenía memoria, incluso mi madre me la presentaba como "tía". -Mis hermanos están aquí, al menos los gemelos. Creo que falta el mayor...y sí, somos muchos- me reí, ladeando la cabeza. -Pero bueno, es la familia que tengo- añadí, sonriendo.

Bucéfalo

Bucéfalo

-¡No me ganarás por mucho!- exclamé, riéndome con alegría. Pegué un salto hacia el frente, tomando así el impulso necesario para ganar un puñado de metros frente a mi hermano, coordinando después el movimiento de mis patas delanteras con las traseras para mantenerme equilibrado y a una velocidad estable sin caer o resbalar cada dos por tres. -A ver cuánto tenemos que durar así antes de llegar- me quejé, haciendo una mueca. No podía faltar mucho, no ya que habíamos cubierto tanto terreno en un solo día. Y hasta donde podía recordar, la playa no quedaba exageradamente tan lejos. -Venga- animé, manteniendo mi ritmo constante con mi galope extendido, alzando las patas y echándolas hacia el frente para que la inercia me diera un empujón extra en velocidad.

Tormenta

Tormenta

Al escuchar lo que dijo Sombra, no pude evitar reírme. -Sí, creo que no todos los días verás a tu madre al frente de toda esta cantidad de caballos..-reí, sin poder evitarlo. Eran una familia muy numerosa, cuatro hermanos, según había calculado al escuchar a Sombra nombrarlo. Teniendo aquella familia, me pareció un tanto extraño el que ella viniese sola, aunque por otro lado, el estar todo el tiempo con tus hermanos podía terminar siendo bochornoso. -Pues sí, sois una gran familia..-dije, pensativa. Sabía que conocía a uno de los cuatro hermanos, desde hace ya tiempo. Ahora conocía a otra hermana, sólo me quedaban dos. Sonreí y miré hacia abajo, marcando un ritmo en mi mente para galopar de firma regular, aunque prácticamente lo hacía por gusto, ya que el ritmo me venía solo.

Sombra

Sombra

-Mira, allá va uno- suspiré con resignación mientras veía a Bucéfalo pasar como bólido frente a mis narices. -Creo que va correteando al otro. Son Bucéfalo y Perseo- los nombré a cada uno mientras corrían en zig-zag el uno frente al otro, persiguiéndose entre sí. Sonreí al verlos así, especialmente al ver a Buce tan despreocupado siendo que se había mostrado sumamente angustiado al comenzar el paseo. Quizás la alegría que Perseo irradiaba por naturaleza había terminado por contagiarlo y alegrarlo a él también, cosa que significaba bien para todos. -Yo soy la menor, ¿sabías?- reí. Por mi comportamiento fácilmente se podría decir que era la mayor de los cuatro: siempre los vigilaba, y aunque mi preocupación por ellos no era tan evidente como la de Bucéfalo por nosotros, era algo natural estarnos cuidándonos las espaldas los unos a los otros. Además, yo era la que solía mantener la cabeza fría, pues aunque Lucero era igual de serio solía ser más atrevido. Sí, noble era la principal palabra para definirlo, pero travieso era una que le quedaba igual de bien.

Tormenta

Tormenta

Sonreí y seguí con la mirada el trayecto que recorrieron los dos hermanos, persiguiéndose el uno al otro. Reí por lo bajo y miré el final del camino. -¿De verdad eres la pequeña? Quién lo diría...Aparentas ser la más responsable, la más mayor..-dije, algo asombrada, riendo por lo bajo. No conocía entonces al mayor de todos, ni siquiera de vista. No quise preguntar dónde estaba, ya que quizás ni Sombra lo sabía. Miré ahora a Ginger, la cual no había tenido mucha oportunidad de jugar con otros potros, aunque aquello no la había hecho ser menos graciosa y divertida. Sonreí y miré a Sombra de nuevo, buscando algún tema del que seguir charlando o quizá, esperando a que ella encontrase alguno.

Sombra

Sombra

-Las apariencias suelen engañar- comenté con una sonrisa brillante. Supuse que se estaría preguntando por el mayor, Lucero, así que no dudé en darle la información que sabía. -Al mayor lo vi hace un instante por aquí. Es Lucero, y mi padre dice que su capa se parece a la de nuestra abuela paterna- añadí. Papá solía contarnos de vez en cuando acerca de sus padres, ambos campeones de salto y cross. Sin duda la sangre corría, ya que él mismo solía ser un excelente caballo de salto. Mamá nunca conoció a los padres de papá, pero él nos contaba que de su padre había heredado la fuerza y la capa y de su madre, en parte, carácter. Y como ella era blanca...seguramente de ahí Lucero habría sacado el color, ¿no? Porque mamá era torda y papá siendo negro no tenía más relación con el blanco que con su propia madre. Y dale con la genética, Sombra, me quejé para mis adentros, sonriéndome.

Tormenta

Tormenta

-Creo que eres un uen ejemplo para ese dicho.-aclaré entre risas. Como si de una adivina se tratara, Sombra habló de lo que estaba pensando en aquel preciso momento; el mayor, Lucero. No lo conocía. Tampoco conocía al padre de los potros. No conocía a casi nadie. Negué con la cabeza y reí por lo bajo, observando a Sombra. Pensé que ya era hora de que hablase algo de mí, aunque no sabía tampoco de qué.
-No conozco a muchos caballos del club. Adoro conocer caballos nuevos, pero no todos los días se logra conocer a alguno.-dije, bromista, riebdo un poco, a pesar de que tenía algo de razón. -A los que mejor conozco es a Ginger, mi potrilla, y a Maris, su padre. Después...algún que otro caballo conozco...pero no muchos.-añadí, riendo.

Sombra

Sombra

-Yo tampoco conozco a muchos- admití, suspirando. Conocía a algún par de por ahí, pero nada más. Al ver que comenzaba a hablar de ella callé, dejándola hablar largo y tendido pues yo ya había dicho de mí lo suficiente como para que nos conociéramos mutuamente un poco más. Poco, sí, pero era mejor que nada. Además, mi mente ahora divagaba sobre el posible paradero de Lucero. ¿Dónde rayos podría estar ahora? Sí, lo había visto en el paseo, pero ni siquiera lo había oído hablar ni una sola vez, ni cuando le pasé a escasos centímetros a su lado. Bueno, ahora no era el mejor momento para buscarlo, por lo que decidí dejar que Tormenta hablara mientras que discretamente me preocupaba por la localización de mi hermano.

Perseo

Perseo

Sacudí mi cabeza ¿Cuánto más podría aguantar corriendo? No era exactamente de los que recorrían gran distancia sin cansarse, fuí desacelerando el paso hasta volver al trote, en ese instante pasé por alado de mi hermana, aún me encontraba un poco agitado -Hoola Hermanita- Dije mordiéndole la oreja suavemente, luego observé a otra yegua que al parecer estaba charlando con ella -Hola señorita- Saludé a esa yegua, de la misma capa de mi hermana -¿Interrumpo alguna charla importante?- Pregunté, agachando minimamente las orejas, sacudí un poco mi cuerpo y observé un segundo a Bucéfalo, que seguía correteando sin cansarse, suspiré, trotando alado de mi hermana.

Wild

Wild

¿Wild? ¿Ser rebelde? Ja ja já, que buena broma .
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Tomé una gran bocanada de aire, seguí galopando durante varios minutos, en un momento llegé a encontrar a Bucéfalo también galopando -Ehh ehh! ¿Cómo estás, hijo?- Pregunté, acercándome a el y galopando a su lado suavemente, el había crecido mucho, tal vez demasiado para mi gusto, ahora ya no era ese pequeño potrillo débil, era un caballo enorme, con unas patas estupéndas y muy, muy rápido, me alegré por eso, todos mis hijos habían crecido sanos y estaban disfrutando de su vida, Afri también, el estaba en buenas condiciones, aunque por ahora estaba medianamente desaparecido para mí, ya que no vino a la caminata.
Suspiré, extrañaba mucho a Afri, extrañaba pasear con el, extrañaba todo de él.
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Oigaan D:! Quedó todavía una bacante libre para ser el caballo que conduce a los jinetes y amazonas hacia la manada, quien quiera presentarse porfavor valla a el post del evento en Anuncios.

Albacora(Cato)

Albacora(Cato)

Me puse a caminar al lado de Kenia y de el resto de los caballos del grupo.Había un bonito día,y la nieve crujía debajo de nuestros cascos,blanca y fría-Y tu tienes dueño?-Le pregunté a Kenia,por sacar tema,ya que como no hablábamos,me aburría un poco,y eso,en un paseo como este,no debería pasar.

Ghali(lunicc)

Ghali(lunicc)

Contenta de haber llegado a la playa corri todo lo que pude para alcansar a wild, que, por supuesto, iba a la velocidad del rayo, con esfuerzo, no se podia negar, la alcanze y suavise un poco mi galope, quedando ella adelantada por una cabeza. Sonriendo mire a Bucefalo y Perseo correr- Es maravilloso ver como han crecido, auqnue me sienta vieja- Dije a Wild contenta, pero en el fondo pensaba en mi familia, los extrañaba, a Tharkky y a Amîr, extrañaba estar con ellos, pasar tiempo con Amîr, pasear con Tharkky en el prado florido, nuestro claro secreto...todo.

Tormenta

Tormenta

Dejé de hablar y miré al caballo que se había apuntado a la conversación, suponiendo que era uno de los hermanos de Sombra. Al fijarme mejor, me di cuenta que aquél caballo era Perseo. Ya lo conocía de hace tiempo. En un día de esos aburridos que solían repetirse con frecuencia en el club. Sonreí y escuché todo lo que dijo. -Hola Perseo, ¿Te acuerdas de mí?-dije bromista, entre risas. -No, no interrumpes nada, no te preocupes.-respondí a la pregunta que acababa de formular. Miré ahora a Sombra, la cual parecía preocupada por algo. No quise entrometerme en sus pensamientos, por lo que seguí mirando a Perseo, recordando aquel día que lo conocí por pura casualidad. Quiénme iba a decir que era hermano de Sombra. Bueno, al fin y al cabo, no tenía por qué ser algo extraño...

Sombra

Sombra

-Tonto- bufé, quejándome y resoplando. -Sí, es demasiado importante, por cierto- mascullé casi al mismo tiempo que Tormenta, por lo que mis palabras cobraron poco valor después de decirlas. Sacudí la cabeza sonriendo mientras aminoraba el trote viendo que Perseo había estado corriendo, así que sería justo darle por lo menos un respiro. Al parecer se conocían, así que dirigí mi vista hacia otro lado, manteniendo el ritmo con mi estampa natural, con movimientos rítmicos y acompasados. Miré que Bucéfalo tomaba la delantera y conversaba a entablar charla con mi madre, así que tampoco me preocupé por él.

Perseo

Perseo

Me reí al ver la negación de mi hermana, pero sin ofenderme. Al fin y al cabo, solía ser así con la gente. -Sí, sí que te recuerdo- respondí sonriente, mirando a la yegua negra andaluza que ahora conversaba conmigo. También miré con el rabillo del ojo a Marismeño, su pareja, y a Ginger su potrilla, que ya reconocía al menos de vista. -No fue hace mucho que nos conocimos, después de todo- añadí, como inventándome una excusa para recordarla. Siempre buscando excusas. Noté que Sombra nos dejaba platicar a nuestras anchas, así que intenté sacarme algún tema de la manga. -Eres Tormenta- añadí, puesto que ella había mencionado mi nombre.

Tormenta

Tormenta

Reí y miré nuevamente a Sombra, para después volver a dirigir mi mirada hacia Perseo. -Sí, no hace mucho. Lo recuerdo muy bien.-dije, entre risas. Me alegró que Perseo me recordara, al igual que yo a él. Cuando pronunció mi nombre, sonreí. -Sí, lo soy.-Reí, bromista. Parecía que había estado galopando por lo cansado que estaba. Probablemente iba con Bucéfalo. Miré ahora hacia el camino. No quedaba mucho para la playa. Sonreí y volví a mirar a Perseo. -¿Cómo estás?-pregunté, sacando algo que sirviese de conversación.

Perseo

Perseo

-Estoy muy bien- el correr me había dado renovadas dosis de adrenalina y alegría, por lo que en esos mismos momentos mi ánimo estaba por el cielo. Estaba bastante feliz, en parte por el paseo y en parte por que era Démeter quien me acompañaba. O por lo menos lo hacía desde escasos instantes atrás. -¿Y tú?- ¿cuánto quedaría para la playa? Necesitaba un descanso, ya de ya. Sí, era fuerte, pero no era ni por asomo la mar de resistente como para aguantar una caminata tan larga sumada a una carrera a galope lleno, lo que comenzaba a cansarme de verdad ahora.

Bucéfalo

Bucéfalo

-Hola mamá- saludé alegremente. Vi que Perseo se alejaba tranquilamente a platicar con otra yegua, que a su vez charlaba con mi hermana Sombra. Les dediqué una sonrisa a ambos antes de girar mi cabeza de nuevo hacia el frente, mirando a Wild. -Bien. Aunque sigo preocupado- suspiré con desdén. Sí, aquella preocupación que tenía desde que el paseo había comenzado seguía latente en cada neurona de mi cerebro, pero, ¿qué mas daba ya? Ya estábamos justo a la mitad, y hasta ahora nada malo había pasado. Hasta ahora. -Supongo que tenemos suerte que hasta ahora todo va bien- bufé con sorna, sacudiendo negativamente la cabeza.

Shawna

Shawna

Escuché atentamente toda la historia que Mishaal contó; guardándome para mí misma cualquier pregunta o pensamiento que pudiese surcar mi mente en aquellos instantes. No la interrumpí, ni siquiera moví un músculo de la cara: me limité a escuchar y a mantener el ritmo para no quedarme atrás ni adelantarme a la yegua árabe que me acompañaba. A cada momento sentía como una sensación de nerviosismo me recorría el estómago. Nerviosismo, mezclado con cierta rabia contenida hacia los humanos. Su historia me resultaba demasiado impresionante como para lograr digerirla enseguida, por lo que repetí las palabras de Mishaal en mi mente. Me recordaba a alguno de los libros que había escuchado leer a mi antiguo dueño, con la única diferencia de que ésta historia era cierta, para desgracia de Mishaal. -Es una suerte que las cosas hayan terminado bien para ti después de todo. No imagino que tan difícil debe haber resultado pasar por todo lo que tuviste que pasar- dije ésas palabras y luego guardé silencio. No iba conmigo el lamentarme por las cosas que había pasado, pues a pesar de todo, ahora el futuro de la yegua era bueno, muy bueno, como el de todos los que estábamos en el club. -Sí, ya, te entiendo- mascullé soltando una leve risa en cuanto aclaró que gracias a su historia era como era. Me perdí en una nube de pensamientos; ideas e imágenes inconexas, de la que salí en cuanto escuché las palabras de ella. Mi turno. -Oh, mi historia no es nada del otro mundo. Supongo que fui una de las pocas afortunadas a las que le tocó un buen dueño que siempre estuvo presente en la buenas y en las malas. Es de esas personas que realmente valen la pena, que sacrifican su felicidad por la tuya... Pasé con él prácticamente toda mi vida. Fue quién me domó, con quién fui al primer concurso... En fin, fue la persona a la que logré realmente acercarme- hice una pausa, soltando un suspiro melancólico. -No tengo claro porque acabé aquí, pero tampoco quiero saberlo... Siendo un simple caballo de poco me va a servir- argumenté, prefiriendo quedarme con la imagen de los momentos felices, sin querer pensar en la razón por la cual él me había vendido. Al final me obligué a esbozar una sonrisa y volver a poner mi mejor cara, evitando malos recuerdos.

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