¿Lo saludaba...normal? ¿Bien? Sí, normal. Sí, sus ojos brillaban, pero en sí era normal. ¿Entonces? Definitivamente, su relación era algo bastante complejo para mi mente acostumbrada al típico estereotipo de los enamorados: él la ve, ella lo ve, todo el mundo parece desaparecer alrededor y después se dedicaban únicamente el uno al otro, hablando como si tras su última charla hubiesen pasado milenios. No, no actuaban así, para nada. Bueno, a ser sinceros, tampoco era que yo tuviera algo que ver en el asunto. En el sentido tan poco desarrollado de mostrar sentimientos profundos a terceros, en verdad me parecía a mi dueña. Ambas estábamos más acostumbradas a lo nuestro, sin fijarnos en los demás, bien fueran hombres o mujeres, machos o hembras. Para nada: me enfocaba simplemente en lo que me importaba, que solía ser todo lo que ocurría a mi alrededor, excepto en fijarme en alguien lo suficiente como para que me gustase en el sentido estricto del enamoramiento. -El gusto es mío- repuse, ladeando la cabeza con una sonrisa. -Sí. Yo también te he visto- repliqué, riéndome.