Clup Hipico
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Para los amantes de los caballos o ponis, que pueden ser desde amazonas o ginetes hasta caballos y ponis


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De paso en el paseo -EVENTO : POST CERRADO-

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Tormenta

Tormenta

Vi que un caballo de capa torda se acercaba a donde estábamos Ginger y yo. No lo conocía o, al menos, no recordaba haberlo conocido anteriormente. -¡Claro! Ven. Así nos haremos compañía mutuamente.-respondí con cierto tono bromista. Cogí con mi boca la manzana que me habían dado y me la comí, saboreándola con una expresión de gusto en el rostro. Continué con la zanahoria, que había dejado para el final, ya que me encantaban. -Ummm..que rico estaba todo...-dije sonriendo "de oreja a oreja".

Totilas

Totilas

muchas gracias-Dije comiéndome la zanahoria
-¡pero que descortés he sido!Me llamo totilas pero me puedes llamar toto o toti ¿Y cómo se llama la bella dama negra que tengo enfrente?-dije haciendo una pequeña reverencia.
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de repente toto se ha puesto muy cortes xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

Tormenta

Tormenta

Mm..ya veoo, ya veeoo...MUY cortés xD
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No pude evitar soltar una leve carcajada al oir sus palabras. -Encantada, Totilas, yo soy Tormenta.-dije entre risas, bajando el cuello levemente y asintiendo, para no realizar también una reverencia. -Es usted muy cortés.-dije bromista, riendo, observando sus vidriosos ojos con una dulce mirada. Acababa de conocer a otro caballo en la hípica. Parecía amable y simpático. Adoraba conocer caballos nuevos. Observé ahora a Ginger, que, casi sin darme cuenta, había crecido de una manera algo sorprendente. Sus crines ya eran lo suficientemente largas como para que pudieran caer por su cuello y dejar que la brisa las agitara. Había ganado altura y sus movimientos cada vez se parecían más a los de su padre, algo que me alegraba, ya que, su padre tenía unos perfectos y maravillosos movimientos, carácterísticos de nuestra raza.

Totilas

Totilas

-Encantado tormenta me acuerdo de que cuando era mas joven vivia en una yeguada d alta escuela me encantaba correr saltar y jugar pero mi madre se abergonzava de mi así que decidí comportarme como mi madre quiso que me comportara pero ya me gustaría poder volver a jogar y ponerme fino de barro algun dia de estos.-Dije co una sonrrísa de oreja a oreja

Tormenta

Tormenta

Reí por lo bajo y asentí. -No eres el único que adora ponerse perdido de barro...-dije con un tono bromista. -Aunque, a mí, cuando era aún una potrilla, sí me dejaban jugar, galopar y saltar a mis anchas, aunque, por otro lado, también me separaron de mi madre a la temprana edad de 6 meses..-dije, recordando aquellos momentos en los que jugaba con mis otras hermanas, antes de que me trajeran aquí. -Bueno, supongo que ahora ya puedes hacer lo que te plazca, no hace falta que seas tan cortés.-añadí simpática, sonriendo dulcemente.

Totilas

Totilas

es verdad pero me lo incucáron desde tan peque... Mi madre siempre me decía eres un caballo de alta escuela así que compórtate como tal-dije con una voz nostalgica

Tormenta

Tormenta

Reí al escuchar sus palabras. En cierto modo, le entendía y, más o menos, sabía lo que se sentía. -No te preocupes, ella sólo te lo decía para que te convirtieses en un hermoso caballo, hermoso y educado, y lo ha conseguido.-dije, sonriendo y observándolo, soltando una leve risita.

Totilas

Totilas

muchas gracias si te digo la verdad eres la yegua mas amable que conocí en mi vida y como no la mas bella que he visto en toda mi vida y esa pequeña de allí¿Es tu potrilla o no tan potrilla?-me reí disimuladamente

Tormenta

Tormenta

Sonreí al oír sus halagos. -Vaya, gracias, vas a conseguir que me termine ruborizando con tanto halago..-dije con cierto tono bromista, a pesar de que lo decía con toda sinceridad. -Tú también eres muy hermoso y bastante simpático y halagador-añadí, riendo por lo bajo. Observé que Totilas miraba a Ginger con cierta curiosidad, por lo que no dudé en que acabaría preguntando quién era. -Sí, es mi potrilla, Ginger, aunque hay que reconocer que creció bastante...-comenté entre risas.

Totilas

Totilas

-hola pequeña -dije con un tono de voz amigable
¿Cómo te llamas?¿Me podrias decir tu nombre?-dije amigablemente

Ginger

Ginger

Sonreí todo el tiempo que mi madre estuvo hablando con Totilas. Los observaba, atenta, escuchando todo lo que hablaban. Erguí mis orejas al notar que se dirigía a mí. -Hola, soy Ginger, encantada.-dije, bajando la cabeza, a modo de saludo. Volví a levantarla y me sacudí un poco, eliminando algunos copos de nieve que habían quedado atrapados entre mis final y suaves crines. Volví a sonreír, sin eliminar la simpatía de mi rostro en ningún momento.

Mishaal

Mishaal

Hora de comer. Perfecto. -Traigo manzanas- marqué en voz alta, girando levemente la cabeza hacia atrás para echar el fardo fuera de mi lomo, colocándolo cuidadosamente, como pude, en el suelo. Ninguna manzana estaba agrietada, con cambios de color o golpeada, por lo que pese al traqueteo de la caminata eran perfectamente comestibles. Genial. Aparté con mi hocico un pedazo de tela, revelando por debajo una docena de las veinte y tantas manzanas que había traído. -Aye- tomé una y la mastiqué tranquilamente, sin las más leves intenciones de racionarla. Si necesitaba energía, la conseguiría ahora y no intentaría guardarla para después. Tomé otra, masticándola; y a ésa manzana otra le siguió, comiéndome tres.

Bevanlee

Bevanlee

Qué ocurría. Por un momento, mi mente se perdió en su voz y comenzó a preguntarse de verdad qué era lo que pasaba, qué podría ir mal si ella estaba ahí. Pero pronto, como una iluminación, el motivo de mi vieja preocupación acudió pronta a mi mente. -Sabes que dejé una vieja manada para venirme a la hípica- no era una pregunta, era una afirmación, puesto que sabía que ella estaba enterada del asunto mejor que todos los que había conocido hasta ahora. -Se asientan en éstos rumbos, y créeme que con los nuevos no son nada amables- mascullé a toda prisa. "Y quizá conmigo tampoco, ahora que los he dejado", pienso, pero no lo digo en voz alta. No es necesario, realmente. -Si llegamos a encontrárnoslos...- sacudí la cabeza y suspiré con angustia -no sé lo que nos espera, de verdad. Prométeme que te cuidarás, que no dejarás que te hagan nada malo si yo no puedo evitarlo- pedí con fervor, mirándola con preocupación real y palpable a los ojos. Si yo no podía evitarlo, si acaso algo realmente les llegaba a suceder y yo no estaba ahí para protegerlas, específicamente cuidar a Montse. ¿Por qué sólo divagaba sobre ella? No lo sabía, no había tiempo para pensarlo a fondo y reflexionar el por qué de mis reacciones, simplemente me ocupé más en dejarlas a un lado que a verlas de frente; como queriendo dejar todo para el último.

Shawna

Shawna

Sonreí, tomando la ración de comida que me correspondía. Degusté tanto la manzana como la zanahoria, sacudiéndome luego. Por un momento dudé si aquello nos dejaría satisfechos por un buen tiempo, pues pocas veces me había faltado mi ración de comida completa, más allá de algunas manzanas o zanahorias. Aún así no dije nada, comí gustosamente todo y luego observé a los demás caballos. Todos iban bastante entretenidos y parecía que el paseo iba a seguir de aquella manera; aportando la cuota justa de diversión que todos necesitábamos. Había varios hablando entre ellos, y a pesar de que tenía ganas de conocer a nuevos equinos, éso podría esperar. El paseo sería lo suficientemente largo como para conocer a varios caballos, por lo que no me preocupé ni en lo más mínimo por eso.

Mishaal

Mishaal

Miré a Shawna comer, mientras mi mente cavilaba sobre las alas de las moscas; preguntándome dónde terminaría todo aquel paseo. Si íbamos a la mitad, ¿sería la mitad de ida y regreso o apenas una cuarta parte del viaje en total? Decidí que romperme la cabeza no era nada bueno, quizá provechoso pero no interesante, por lo que me limité a girar la cabeza y mirar por detrás el bello paisaje que nos rodeaba: los árboles creciendo frondosos, con una suave brisa ondeando entre sus verdes hojas que permanecían unidas al tallo pasase lo que pasase. El aire que se paseaba entre los troncos olía a libertad, a vida sin tener que estar sometida a nadie, ningún humano o cualquier otro ser vivo. Justo lo que añoraba, lo que necesitaba, lo que era capaz de moverme hasta la fibra más íntima de mi ser; lo que me haría hacer cualquier cosa por respirar aquel aire tan fresco y puro.

Ghali(lunicc)

Ghali(lunicc)

Lo dije por que tu querias partir una manzana en 16 pedazos pretendiendo que todos comamos solo eso- Dije más extrañada aun, pero luego me encogi de hombros y fui hacia Wild y los demás- ¿Estan disfrutando el paseo? - Pregunte sonriendo- No se preocupen si aun no nos divertimos demaciado, cuando lleguemos la pasaremos muy bien- Dije animada

Wild

Wild

Asentí mientras aún masticaba mi segunda manzana, cuando terminé sonreí a Ghali -Claro, nos divertiremos mucho, y quizá allí si podamos jugar carreras- Las ultimas palabras las dije en un susurro como si estubiera contando un secreto con ojos de curiosidad, reí nuevamente -Oigan, ¿Todos terminaron de almorzar?- Sí, almorzar, eran la 12 de la mañana.
Observé el largo camino que nos seguía hacia la playa, y, de la playa, a El bosque viejo.
Moví mi cola de lado a lado nuevamente y estiré mis patas hacia delante un poco -¿Vamos?- Pregunté.

Ghali(lunicc)

Ghali(lunicc)

Termine mi comida y le sonrei a Wild- Unas carreras vendrian muy bien - Dije divertida, y luego agregue- Si todos estan listos, vamos nomás -Dije alegre por continuar explorando y me estire tambien, el cuello y las patas, me sacudi un poco y me pare bien, lista para salir al trote hacia la playa

Marismeño

Marismeño

Llevaba alojado allí ya bastante tiempo; yendo de los prados al bosque, pero evitando a toda costa volver a los boxes. Últimamente había pasado demasiado tiempo allí y ya consideraba que no podía pasar i un momento más encerrado. El hecho de no haber visto a Tormenta, Ginger y a Anita en tanto tiempo me afligía, pues estaba seguro de que estarían preocupadas por mí. Antes de poder decidir qué hacer con exactitud, si volver o quedarme allí, vi pasar a una gran cantidad de caballos agrupados. Como una manada. Entrecerré los ojos, reconociendo a varios equinos de la hípica, por lo que seguramente los demás también serían de allí. Me acerqué al trote, con curiosidad. Antes de poder preguntar a dónde se dirigían, vi a Tormenta y a Ginger. Una alegría creció en mi pecho, tan inmensa que me abrí paso entre los caballos; yendo hacia ellas al galope. Al llegar me coloqué a su lado, siguiendo su ritmo. -¡Tormenta!- exclame con alegría, relinchando, observando luego a nuestra preciosa potra. -Mi pequeña- me acerqué a ella, abrazándola con mi cuello sin siquiera reparar en el hecho de que un semental andaba rondando por allí. Luego de pasar la euforia del momento, de saber que ellas estaban bien, de volver a verlas, dirigí mi mirada hacia él. Al principio inquisitiva, curiosa, preguntándome si quería algo en especial. Lo reconocí, era el otro caballo de Anita. Totilas. -Hola, Totilas- lo saludé, con un dejo de desconfianza en la voz pues lo conocía realmente poco. Volví la mirada a Torm y Ginger, dedicándoles una amplia sonrisa. -¿Cómo están?- pregunte. Ya tendría tiempo de explicar el motivo de mi ausencia.

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¿Maris se podría unir a la manada? Sé que es algo tarde, pero no tenía pensado seguir usando ésta cuenta hasta ahora. :_

Tormenta

Tormenta

Seguí el paso de los demás caballos, con un trote hermoso, recogiendo mi cuello y elevando bien mis patas. A mi lado iban Ginger y Totilas. Al poco tiempo, noté que otro caballo se acercaba y se colocaba a mi lado. No miré. Pero su olor hizo que mi corazón latiera tan rápido que parecía querer salirse de mi pecho y escapar galopando. Erguí mis orejas y mi cuello y miré hacia él. -¿Maris?-pregunté, sin creerme aún que era él. Le miré a los ojos, con una mirada cargada de ilusión. -¡Maris! ¡Eres tú!-dije, impresionada. Sin esperar ni un segundo más, le abracé con el cuello, sonriendo. Dejé que se acercara ahora a Ginger, sonriendo dulcemente. Después le preguntaría la causa de su ausencia. Por ahora sólo me limitaría a mirarlo a los ojos, a sonreír, a volver a sentir ése sentimiento que hacía tanto tiempo que no sentía al ver a algún caballo; el amor.

Marismeño

Marismeño

-Lo siento... Siento mucho el haberme ido- exclamé, trabándome con mis propias palabras hasta el punto que me costó horrores terminar aquella sencilla frase. Las observé, aquellas dos yeguas que ahora mismo, eran todo para mí. Tormenta, la primera a la que había amado realmente, con tal intensidad que me costaba creer que fuera cierto. Y Ginger... La pequeña Ginger, estaba tan grande que me costaba creerlo. El tiempo había pasado demasiado rápido y éso llegaba a ser hasta injusto, pues consideraba que no había sido suficiente el tiempo que había pasado a su lado, al lado de Tormenta. -¿Adónde nos dirigimos?- pregunté, después de todo yo también estaba yendo con ellos adónde quiera que fueran. -Las extrañé muchísimo. ¿Anita está bien?- pregunté, sin poder dejar de lado a mi compañera humana. La extrañaba también muchísimo, demasiado, y ahora me daba cuenta del error que había cometido al marcharme.

Tormenta

Tormenta

Símplemente sonreí. -No tienes que disculparte por nada. Te hemos echado de menos, pero ya estás aquí, y eso es motivo para estar inmensamente alegres, no hay que pedir perdón por nada.-dije, con un tono comprensivo, sin dejar de sonreír de forma automática. El simple hecho de que Maris estuviese allí, ya me había hecho olvidarme de la pequeña tristeza que había recorrido por mi cuerpo al no verle, al no sentirlo a mi lado. Le di un pequeño toque con mi morro, contenta por que estuviese allí, a mi lado y al de Ginger. -Ahora vamos a la playa y, desde ahí, nos ditigiremos hacia El Bosque Viejo.-expliqué, mirando hacia delante, observando el camino y los demás caballos. -Apenas he visto a Anita, pero te aseguro que está bien.-Traté de hacer que no se preocupara, ya que tampoco había motivos para hacerlo. Estaba segura de que estaría preocupado por ella y ella por él. Sonreí nuevamente. En esos momentos me sentía la yegua más feliz.

Marismeño

Marismeño

El escuchar aquellas palabras de parte de Tormenta no sólo me alegró, sino que además me tranquilizó. Aún así, no podía dejar de pensar que había sido realmente desconsiderado al irme así, de la nada, sin siquiera avisar el motivo. Tampoco había motivo. Simplemente había tenido necesidad de alejarme del encierro de los boxes, de la monotonía de la vida allí. Ahora me daba cuenta de que era mejor que cualquier otra cosa: los cuidados diarios de Anita, salir a entrenar con ella o quizás simplemente a pasear, ver diariamente a Tormenta y a Ginger y salir con ellas siempre que quisiera, pues sabía que mi dueña era accesible respecto a ello. Y en aquél momento me sentí un completo desagradecido por no valorar todo aquello. Flashbacks de todo lo que habíamos vivido con Ana, mi dueña, vinieron a mi mente. Y sonreí. Y luego todo lo que habíamos vivido con Tormenta, y la llegada de Ginger... Todo era sencillamente perfecto. Escuché cual sería la ruta que pensaban tomar, esperando no llegar a ser una molestia a pesar de todo. -Genial- aseguré, sonriente, observando el trayecto que quedaba por recorrer aún. El escuchar aquellas palabras de la boca de alguien tan confiable para mí como lo era Tormenta, eliminó cualquier miedo que pudiese tener por Anita. Ella estaba bien. Todos lo estábamos. -Me alegra tanto estar aquí de nuevo... Son lo más importante que tengo, nunca lo olviden- le dí ahora un abrazo a Tormenta, manteniéndome junto a ella, yendo al trote.

Wild

Wild

Claro que sí xD
~~~~~~~~~
Asentí con la cabeza y di un empujón para salir a trote, me puse alado de Ghali -Próxima parada: La plaaaya!- Dije con un tono de entusiasmo y gracia, estiré el cuello hacia atrás y observé a todos detalladamente y busqué por si había algún humano y teníamos que salir a las corridas para que no nos tomaran, no, no había nadie.
Estiré nuevamente el cuello hacia adeltante y seguí el trote.

Tormenta

Tormenta

Noté que, a pesar de mis palabras, Maris seguía algo arrepentido. No quise seguir con aquel tema, por lo que permanecí en silencio. En ese momento, miles de imágenes viajaron por mi mente. En todas aparecía Maris, lo momentos vividos junto a él, la llegada de Ginger..y en aquel momento deseé con toda mi alma que esas imágenes nunca terminaran de aumentar en número. Deseaba que Maris no se alejara nunca de mi. El tenerlo allí a mi lado, me hacía sentirme absolutamente completa, me hacía feliz. -Te quedarás con nosotras, ¿verdad?-pregunté, para conseguir estar plénamente segura de que aquel momento no se terminaría, al menos, por ahora. -Tú también eres lo más importante que tenemos, no te vas a quedar atrás.-aseguré, pegando mi cabeza en su cuello, perdiéndome entre sus crines.

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