Llevaba alojado allí ya bastante tiempo; yendo de los prados al bosque, pero evitando a toda costa volver a los boxes. Últimamente había pasado demasiado tiempo allí y ya consideraba que no podía pasar i un momento más encerrado. El hecho de no haber visto a Tormenta, Ginger y a Anita en tanto tiempo me afligía, pues estaba seguro de que estarían preocupadas por mí. Antes de poder decidir qué hacer con exactitud, si volver o quedarme allí, vi pasar a una gran cantidad de caballos agrupados. Como una manada. Entrecerré los ojos, reconociendo a varios equinos de la hípica, por lo que seguramente los demás también serían de allí. Me acerqué al trote, con curiosidad. Antes de poder preguntar a dónde se dirigían, vi a Tormenta y a Ginger. Una alegría creció en mi pecho, tan inmensa que me abrí paso entre los caballos; yendo hacia ellas al galope. Al llegar me coloqué a su lado, siguiendo su ritmo. -¡Tormenta!- exclame con alegría, relinchando, observando luego a nuestra preciosa potra. -Mi pequeña- me acerqué a ella, abrazándola con mi cuello sin siquiera reparar en el hecho de que un semental andaba rondando por allí. Luego de pasar la euforia del momento, de saber que ellas estaban bien, de volver a verlas, dirigí mi mirada hacia él. Al principio inquisitiva, curiosa, preguntándome si quería algo en especial. Lo reconocí, era el otro caballo de Anita. Totilas. -Hola, Totilas- lo saludé, con un dejo de desconfianza en la voz pues lo conocía realmente poco. Volví la mirada a Torm y Ginger, dedicándoles una amplia sonrisa. -¿Cómo están?- pregunte. Ya tendría tiempo de explicar el motivo de mi ausencia.
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¿Maris se podría unir a la manada? Sé que es algo tarde, pero no tenía pensado seguir usando ésta cuenta hasta ahora. :_