Había que admitir que Shawna era una yegua bastante positiva. Y optimista. Las dos cosas. Algo que le iría bien a cualquiera en sus más negros momentos, pues se veía capaz de animar al que fuera y de sacarle por lo menos una sonrisa. -Bonito- fue lo único que logré mascullar. Porque así era, su historia era, en cuestiones de cuidados y mimos, mucho más bonita y alegre que la mía. Y aunque las dos tenían un mismo final, el principio en sí era sumamente diferente. Como si cada uno perteneciera a una realidad distinta. Al ver que intentaba dejar ir el tema no hice ningún esfuerzo por recuperarlo, pues si algo lo quería dejar atrás sería por algo, ¿no? Las cosas pasaban, a fin de cuentas. Pasó un buen rato sin que ninguna de las dos dijera nada, ambas trotando juntas en un cómodo silencio hasta que por fin mis ansias rompieron el hielo. -¡Quiero llegar a la playa ya!- gemí, alzando la cabeza al cielo. Me imaginaba ya el olor salino inundando mis fosas nasales, con la suave y refrescante brisa correteando entre la arena...-estaré delirando si no llegamos- me quejé. Estar en la playa se había convertido en una necesidad de primera mano, por más increíble que pudiera parecer. Y pocas habían sido las veces que la había visitado con mi dueña, así que el anhelo de visitar de nuevo el lugar no hacía más que crecer día con día; y ahora que estábamos tan exageradamente cerca era difícil no pensar en ello.
Clup Hipico